Tonada
Aun más que la cueca, es la tonada la canción chilena campesina por excelencia, si bien en la primera mitad del siglo XX su paso a la ciudad fue un fenómeno determinante. En el valle central chileno la tonada adquiere características propias, dadas por su temática melancólica, sus ritmos de 6/8 y su asociación casi exclusiva al canto femenino. Suele quedar a cargo de dúos de cantoras, las que se acompañan apenas por guitarra y arpa. Según la ocasión la tonada puede ser presentada como serenata (esquinazo), como una alabanza o bendición a los novios (parabién) o como canto al Niño Dios (villancico). La tonada urbana, popularizada masivamente en radios por cuartetos masculinos de interprétes vestidos como huasos, se ha permitido mayor variedad de timbres y, sobre todo, la estilización. En la tonada, la autoría de cada título es mucho menos relevante que su interpretación, pues se trata de un tipo de canción que va difundiéndose de modo oral, ganando vida en cada nuevo canto.
Guitarrista y animador de la fiesta son los oficios de César Galvarino Olivares Araya que sobresalen en el escenario, como integrante de la agrupación La Isla de la Fantasía, de Valparaíso. Su experiencia antes de unirse a ese elenco incluye correrías desde la adolescencia por restaurantes y escenarios porteños como el Dársena, el Bar Inglés, La Bomba el Hollywood, donde hizo sus primeras armas como músico desde fines de los años '50. Integró conjuntos como Los Ribereños y Los Huasos Ladinos, este último junto a la cantante Silvia la Trigueña, y como parte de La Isla de la Fantasía también es acompañante frecuente de Lucy Briceño.
Silvia Infantas es la última gran figura de la música folclórica típica que imperó en Chile por más de cuatro décadas y que, desde Los Cuatro Huasos en los años '30 hasta Los Huasos Quincheros desde los años '60 en adelante, se basa en la tonada como símbolo de chilenidad. Silvia Infantas y los Baqueanos y Silvia Infantas y los Cóndores fueron los grupos que ella encabezó en los '50 y '60, con hitos como el vals ‘‘La batelera’’ y la universal canción de Vicente Bianchi y Pablo Neruda ‘‘Tonadas de Manuel Rodríguez’’. Su voz se instaló en el imaginario colectivo y el gusto popular, al grabar prácticamente todo el repertorio de estándares del folclor para las masas. En 2016 recibió el Premio a la Música Nacional Presidente de la República, corolario de una vida que alcanzó los 101 años de edad.
En el apartado de chilenos universales, Violeta Parra tiene pocos nombres a su altura. Aunque nunca ganó un premio Nobel ni lideró conscientemente una fuerza social, la compositora de "Gracias a la vida" logró ubicar su arte en muchos círculos y puntos geográficos, y desde su muerte, en 1967, su legado no ha hecho más que expandirse. Cantantes extranjeros de diversos géneros han grabado sus canciones; y centros de estudio, museos y libros mantienen activo hasta hoy el análisis de su obra inconmesurable, a la vez tradicional y pionera, vanguardista y popular. En 2017, tanto la institucionalidad chilena como el pueblo se volcaron a las calles para celebrar el centenario de su nacimiento, ocurrido el 4 de octubre de 1917 en la localidad ñublense de San Carlos. Y desde 2015, ese mismo 4 de octubre se celebra el Día de la Música Chilena.
Una dedicación persistente y entusiasta por la música tradicional chilena —y, en particular, por la impronta de los dúos campesinos de cantoras—, ha llevado a las hermanas Vania y Constanza Mundaca a una serie de colaboraciones y conjuntos musicales, de entre los cuales su dúo Las Corraleras aparece como el más relevante. Autodidactas en la música, su compromiso con el canto apareció ya en la infancia, y se sostiene hasta hoy en un constante trabajo en vivo, en el que muestran un repertorio conformado no sólo por tonadas y cuecas, sino también por cumbias rancheras y otras canciones populares. Ambas cultivan también su gusto por el bolero en el Trío Esmeralda como proyecto paralelo.
Las andanzas con sus hermanos mayores y la vida nómade y busquilla que marcó a todos los Parra Sandoval determinaron que la vida de Óscar Parra estuviese dedicada, sin alternativas, al arte popular. Aunque su oficio principal fue el circo —donde fue conocido como Tony Canarito— el hermano menor de Violeta, Nicanor y Roberto ofició también como cantor, y hasta levantó una breve discografía. Diversos proyectos de investigación ordenaron la fascinante biografía de quien se describía a sí mismo como «el Parra menos Parra».
La diva internacional en la historia de la música chilena es Rosita Serrano, un nombre de leyenda. Artista de variedades, discos, radio y películas, marcó una época como estrella del cine y la música en la Alemania de los años ’30 y ’40, y entre sus éxitos están las interpretaciones para canciones tradicionales como "La paloma", "Cielito lindo" y "Corazones partidos". Der Chilenischen Nachtigall o The Nightingale of Chile son nombres que figuran hasta nuestros días en reediciones internacionales de sus discos: se llamaba María Esther Aldunate y su seudónimo fue Rosita Serrano, pero ése, El Ruiseñor Chileno, es su título más inmortal.
Antes que todos los músicos que han cantado a Pablo Neruda en el mundo, en el comienzo sólo estuvieron Silvia Infantas y los Baqueanos. Éste es el grupo que grabó la versión original de ‘‘Tonadas de Manuel Rodríguez’’, la canción que el autor Vicente Bianchi escribió sobre versos de Neruda y que, en el disco Música para la historia de Chile (1959), marcó un hito de popularidad en la música chilena.
Es entre múltiples colaboraciones que el talento del guitarrista y cantor Miguel Molina Bernales se ha ido mostrando a las audiencias, de acuerdo a una trayectoria de alianzas de excepcional variedad, en lo estilístico y generacional. Su guitarra ha sonado junto a leyendas del instrumento, como Pepe Fuentes, pero también en las incursiones en terrenos de la tradición del solista pop Gepe, entre otros muchos cruces. El músico nacido y criado en Molina (Región del Maule), y residente desde 2013 en Santiago, ha sido sobre todo impulsor de sus propias iniciativas musicales. Tras llevar adelante el proyecto de Los Dos Maulinos, centrado en repertorio campesino, mantiene hoy un quinteto bajo su nombre (Las Guitarras de Miguel Molina) y al Dúo Constanzo-Molina, donde junto a Claudio Constanzo ha extendido entre audiencias jóvenes un rico repertorio chileno que se nutre de históricas agrupaciones.
Es uno de los guitarristas y cantantes de la agrupación musical porteña La Isla de la Fantasía, reconocido a través de más de cinco décadas de dedicación a la música en Valparaíso como uno de los "viejos cracks" de la escena musical en el puerto.
"El ideal de la artista completa integral". Así definió Margot Loyola a Esther Martínez, compositora y cantante que junto a Petronila Orellana y Derlinda Araya conforma la trilogía de voces femeninas que en los años '20 y '30 llevaron la música folclórica chilena a los discos y los estudios y auditorios de radios. A los 12 años comenzó a actuar como guitarrista, integró muchos grupos, lideró Las Cuatro Huasas en 1936 y dejó su voz en decenas de discos de acetato, de las que aún se conservan varios registros. En 1972 colaboró en dos grabaciones de Margot Loyola, aunque por entonces se encontraba retirada de la música desde hacía un tiempo prolongado.
Los Quincheros representan la expresión viva y activa de la tradición de los grupos de huasos inaugurada en Chile en la década del '20. Un grupo de profesionales vestidos como huasos patronales, intérpretes de un repertorio campesino elegantemente arreglado con voces y guitarras, conforman este modelo musical; creado por conjuntos como Los Cuatro Huasos o Los Guasos de Chincolco, y que, a la larga, ha llegado a ser el emblema de un tipo de folclor chileno. A pesar de que la génesis de estos conjuntos tuvo poco o nada que ver con el campo, hoy día nadie pone en duda el lugar fundamental que ocupan en la música tradicional, y los ochenta años de actividad regular de Los Quincheros lo confirman.
Más que un grupo musical, La Isla de la Fantasía es el principal e histórico conjunto de cantores e instrumentistas dedicados a la cueca y la música popular en Valparaíso, y representa tanto una sede natural de unos precursores de la canción porteña como un punto de encuentro activo entre esos hombres y mujeres experimentados y las nuevas generaciones interesadas en esa tradición.
Cantora, compositora, recopiladora e investigadora, además de incursionar en la actuación, Patricia Díaz Vilches tiene presencia en los circuitos del folclor, la música de raíz y la música popular de la era radiofónica. Es parte de una generación donde también aparecen los nombres de Andrea Andreu, Belencha Mena, Romina Núñez, Miguel Molina, Mauricio Vega, Huaso Castillo y otros jóvenes de su tiempo que se vincularon a los últimos grandes maestros del folclor. En su caso como discípula de Margot Loyola, a lo largo de los cuatro años finales de vida. Integrante de conjuntos como El Parcito y De Patienquincha, que la catapultó al estatus de voz solista, tomó posición como nombre propio en 2023, con el álbum El viaje y con su nombre musical definitivo: Pati Díaz.
En su cultivo del folclore sureño, Sergio San Martín se ha hecho conocido como "El Romancero de Nahuelbuta”, nombre artístico con el que sostiene una discografía extensa desde mediados de los años noventa, además de permanentes presentaciones en vivo.
Una de las primeras artistas en grabar folclor chileno fue Derlinda Araya, una "precursora del cantar criollo", según la categoría que en 2006 estableció Margot Loyola en el libro La tonada: testimonios para el futuro. Nacida en la nortina Chañaral en 1895, se trasladó a Santiago, donde en los años '30 inició una exitosa carrera como cantante de radio y desde 1935 grabó varios discos, algunos junto al conjunto Los Provincianos, y de los que existen escasos registros. Carismática y muy popular, avanzada la década de 1940 se estableció en Linares, donde murió tempranamente en 1953. Tenía 58 años.
Las Cuatro Huasas fueron fundadas en 1936 como una versión femenina de Los Cuatro Huasos, adelantándose a otros conjuntos que seguirían ese modelo, como Los Quincheros (1937) y Los Provincianos (1938). Las Cuatro Huasas - considerado el primer grupo musical femenino en Chile- tocaron tonadas, cuecas y valses, actuaron en auditorios radiales y grabaron varios discos. Tenían mucho repertorio original, compuesto por su directora, Esther Martínez, a quien Margot Loyola definió como «el ideal de la artista completa». Duraron apenas cuatro años y se disolvieron con destinos diversos. En 1972, treinta años después, se reunieron por única vez en el programa de televisión "Recorriendo Chile", de la misma Margot Loyola.
Peruano de nacimiento pero porteño por adopción musical, Carlos Dávila Galarza es uno de los integrantes de La Isla de la Fantasía, elenco de Valparaíso que ha mantenido vivas las tradiciones de la canción popular del puerto. Hasta su muerte en 2011, este guitarrista y cantante aportó al conjunto la experiencia de más de medio siglo de música y vida compartida con la cantante Silvia Pizarro, más conocida como Silvia La Trigueña.
Conocido en Chile como el “fantasista del violín” y en diversos escenarios del mundo como el “políglota musical” “el hombre-orquesta” o el “multifacético artista chileno”, por los llamativos espectáculos que ofreció desde 1963, Ricardo Arancibia del Canto fue uno de los músicos más sorprendentes surgidos desde Valparaíso. Creador de piezas como la tonada “Dieciocho sin ti” o la emotiva melodía de violín “Tristeza gitana”, su historia se describe por el más resuelto solismo musical, que lo llevó a dominar la guitarra española, la guitarra hawaiana, el bouzuki, la mandolina, el arpa, la trompeta y el violín.
Una voz profunda y con matices, ideal para la interpretación de la canción de raíz folclórica más sentimental, distinguió a Ginette Acevedo desde los años sesenta, cuando inscribió su estilo en una exitosa apuesta por proyectar la raíz folclórica sudamericana a las grandes audiencias. Su nombre se extendió entonces por Argentina, Perú, Venezuela y México antes de que la intérprete cumpliera los 30 años de edad, y en una internacionalización excepcional incluso para los estándares actuales. Desde entonces se ha mantenida activa, sobre todo en espectáculos en vivo. Títulos como "La torcacita" y "Mujer en el tiempo" confirman su huella en la música chilena.