Fusión étnica

Cruces culturales y viajes a través del mundo han propiciado el nacimiento de la fusión étnica, una música moderna basada en los influyentes conceptos de mestizaje y globalización en el fin de siglo. Instalado en un contexto chileno, el término involucra dos orientaciones musicales que en el primer mundo fueron conocidas como world music y new age. Mientras la primera (músicas del mundo) rescata instrumentos vernáculos y ritmos folclóricos de distintas latitudes, a menudo músicas muy exóticas, la segunda (nueva era) se orienta a la creación de música de atmósferas, ambiental, reflexiva e incluso terapéutica, a partir de teclados. La fusión étnica, entonces, agrupa ambas líneas y en Chile se ha desarrollado con fuerza y presencia desde los años ’80, a través del trabajo de compositores y agrupaciones que han descubierto en África, India, Medio Oriente, el mundo celta o el mundo mapuche sus inspiraciones.

Jorge Bravo

Jorge Bravo ha sido uno de los más importantes solistas del flamenco chileno fuera de nuestras fronteras, tal y como ha ocurrido con otros nombres en esta modalidad guitarrística, como Carlos Pacheco Torres (en Córdoba) Claudio Villanueva (en Madrid) y Andrés Hernández (en Sevilla). Instalado en Londres desde 2005, Bravo se ha desdoblado desde el flamenco al jazz gitano y a la música sudamericana sumando credenciales en distintos frentes, tanto como instrumentista como profesor.

Krishna Sambandha

Krishna Sambandha es un elenco de cultores de la música clásica y devocional de la India, formado en 2007 por los músicos Sebastián Kauak (sitar), también integrante de formaciones del grupo Hindustani, y Diego Maldonado (mrdanga). La propuesta de música hindustani, a partir de las enseñanzas del maestro y pionero chileno Millapol Gajardo derivaron en un conocimiento profundo de la milenaria filosofía espiritual vaisnava, que ha conducido en paralelo la vida de los músicos de Krishna Sambhanda.

Antonio Monasterio

Antonio Monasterio es un nombre protagónico en la escena de las músicas creativas en Valparaíso desde fines de la década de 2000. Primero como fundador y compositor del conjunto de fusión Ajayu y luego como líder de sus propios ensambles, Monasterio definió música eminentemente acústica y provista de sonidos y colores diversos, en un sincretismo de lenguajes que obtuvo desde fuentes como el folclor latinoamericano, el jazz contemporáneo y las músicas del mundo. En este punto, Monasterio tomó protagonismo como intérprete del oud, o laúd árabe, que se escucha en álbumes suyos como Centro y periferia (2018) y Las furias y el mar (2023).

Alexandros Tefarikis

Alexandros Tefarikis es un solista de la guitarra contemporánea que ha abarcado distintas líneas e influencias, desde la música docta al rock y desde la música latinoamericana a la mediterránea. Su posición de estilo se ubica en un punto intermedio entre las guitarras de Emilio García (rock) o Andrés Condon (new age). Además ha sido conocido por su liderazgo en el grupo progresivo Ergo Sum en los ’90 y por el trabajo de creación de música acústica para guitarras y para bouzuki griego, el instrumento que lo conectó con sus raíces helénicas.

Maco

El cruce entre tradiciones ancestrales y lecturas contemporáneas ha sido un ejercicio constante en el trabajo de Maco, un compositor, intérprete e investigador que desde fines de la década de 2010 ha desplegado su trabajo en ámbitos diversos, desde el pop de Gepe hasta la experimentación con electrónica e instrumentos prehispánicos.  

Matycez

Productor, experimentador, autor y rimador, César Matycez es Matycez, músico que se instala en Valparaíso en los años '10 y comienza a desarrollar su trabajo solista en el rap. Junto al productor Jorge Peña fundan en el puerto el sello discográfico Tómate, con el que Matycez despachará la primera serie de álbumes desde Recóndito latido (2011), un trabajo enfocado principalmente en la rítmica del texto y sus contenidos. En 2013, a través del disco Abril experimenta con tecnologías, y por medio de máquinas y dispositivos elabora paisajes sonoros. Ese año, Matycez viajó a Europa para presentarse en ciudades como Barcelona y París, pero además su paso a India será determinante en la expansión de una música mestiza. Junto al músico quilpueíno de reggae Lion Nativo publica luego el disco A recuperar (2014), el precedente para lo que sería un combativo proyecto de rap del sello con ambos MCs junto a Maniobra en la disposición de beats. El disco Omkara (2016) sería el resultado de esa experiencia en India, donde Matycez presenta una serie de instrumentales de inspiración india, ritmos de hip-hop y música electrónica.

Catalina Claro

La música instrumental fue punto de partida y punto de llegada de Catalina Claro, una promisoria concertista de piano especialista en Mozart y compositora de música incidental, música funcional y orquestadora. Pero a la hora de desarrollar una historia discográfica, estos métodos quedaron supeditados al peso de la canción pop. Catalina Claro fue parte de un proceso de mezclas y fusiones que después de mucho camino recorrido desembocaron en un álbum como Canto por si acaso (2008), con melodía, ritmo, estrofa y estribillo.

Esteban Sumar

Desde que arribó a Santiago proveniente de Boston en 2003, Esteban Sumar se ubicó en su posición como uno de los guitarristas más modernos y adelantados del jazz chileno. Su obra tuvo una importante carga de música docta contemporánea, jazz de avanzada y la influencia del rock de grupos como Radiohead. Su trabajo sobre la guitarra fue manera muy "pianístico", en términos de utilización de los recursos. Y una de las referencias fue que Esteban Sumar siempre  tocó sentado durante sus conciertos.

LaSmala

Ensamble de grandes dimensiones formado por músicos de nueve nacionalidades, LaSmala ha definido su propuesta como “fusión latino-explosiva”, a través de un paisaje musical étnico y a la vez contemporáneo que se construye con músicas gitana, árabe, mediorental, flamenca y africana, pero también ritmos de reggae, hip-hop, funk y otros ingredientes afrolatinos. Su nombre proviene de la voz arábiga “zmâla”, que denota las grandes reuniones que realizaban las familias caravaneras en sus encuentros en el desierto.

Mousso

Inicinalmente un ensamble femenino de percusiones y cantos africanos, Mousso fue paulatinamente inclinándose hacia una propuesta musical sostenida no solo en esa cualidad femenina sino en el activismo de género y la disidencia. Mousso es una voz malinke, de las etnias mandingues de Africa Occidental, que singnifica «mujer». Desde esa posición marcó su entrada en una escena de mediados de los años '10, como núcleo de mujeres formadas en la Escuela Superior de Jazz. Sus primeros discos fueron Afro jazz (2018) y Raco (2021), con un carácter más próximo a las raíces latinoamericanas de la música.

Newen Afrobeat

Considerada la primera orquesta de afrobeat chilena, Newen Afrobeat se formó en torno al compositor y cantante Nicolás Urbina (quien había integrado además el grupo Abya Yala), y desarrolló una música inspirada en el nigeriano Fela Kuti, precursor y punto de partida de esta corriente que desde los años '70 definió parte de una nueva música afro. Junto con la instalación de un discurso orquestal sostenido en los metales, las percusiones y el bajo eléctrico, las cantantes de Newen Afrobeat realizaron una investigación profunda sobre la escala pentatónica menor, presente en las músicas africanas, aquella que conduce la armonía vocal. En ese espacio contó con la cantante Francisca Riquelme como voz, rostro y figura escénica principal.

Transubhiriano

Más que como una banda atada a un género en particular, Transubhiriano prefirió definirse como «un viaje por las distintas culturas del mundo que utilizan el trance y la danza como medio de conexión y de celebración». Esa misma soltura ha sostenido su historia, que es la de exploración y asociaciones emprendidas principalmente por Subhira, autor conocido por su trabajo de larga data en la fusión étnica, electrónica y latinoamericana.

Gabriel Feller

Junto con Nicolás Vera (n. 1980) y Cristóbal Menares (n. 1979), Gabriel Feller integra una nueva tríada de guitarristas del jazz moderno iniciados en la década de 2000. Su presencia sonora, nivel técnico y capacidad de congeniar lenguajes de guitarra bop, swing, hot, blues, rock y funk lo han convertido además en un solista dúctil y demandado, aunque en un permanente plano de sobriedad y en una ruta de diversas colaboraciones que desembocó en 2008 en su primer quinteto personal. El que marcó la diferencia entre su antes y su después.

Surreal

Influenciado por la psicodelia de la década de los '70, desde Sun Ra y el último John Coltrane hasta bandas de británicas rock como Soft Machine y Gong, Julián Romero Parada adoptó el nombre de Surreal para un proyecto creativo situado en una música experimental. Su propuesta de composición desde el bajo eléctrico transita por diversos territorios, desde el jazz avant-garde, la fusión, la música progresiva y la improvisación liberada hasta desembocar en los misterios de las músicas ancestrales del sur de Chile, de donde él proviene. Su primer trabajo en esta línea es Delirio místico (2021).

Tomás del Real

Las primeras creaciones de Tomás del Real superaron los límites de la trova latinoamericana sanguínea para introducirse en el territorio del folk europeo, con influencias celtas y balcánicas. Esa fusión de dos tradiciones quedó registrada en Tomando forma (2014), el primer disco del cantautor, que lanzó a los veinte años tras la experiencia de un viaje de seis meses solo junto a su guitarra por ciudades de Bélgica, Escocia, Bulgaria y Eslovenia. A lo largo de su historia, Del Real ha transitado un camino de encuentros entre esas vertienes musicales de su tierra y las pertenecientes a las músicas del Viejo Mundo, hasta llegar al dúo folk Don’t Chase the Lizard, que en 2022 formó junto a la violinista, cantante y compositora estonia Lee Taul.

Claudio Villanueva

Claudio Villanueva pertenece a la abundante camada de guitarristas de flamenco que tomó cuerpo durante la década de los años 2000 y que tiene nombres como Andrés Hernández, Daniel Muñoz Méndez y Francisco García Sánchez, aunque su experiencia formativa y creativa se desarrolló con mayor profundidad y alcance en la ciudad de Madrid.

Verónica González

Iniciada espontáneamente en el Canto Nuevo de los ’80, Verónica González no fue una figura habitual en aquellos circuitos de música, poesía y protesta política y social como sus contemporáneas Isabel Aldunate, Cristina González o Rosario Salas. Sus permanentes viajes la ubicaron como una artista de paso por Chile, y fue la influencia de muchos sonidos la que determinó su lugar en la música: una exponente de la world music en Alemania, su lugar de residencia.

Andrés Condon

Con una larga residencia entre Estados Unidos y Alemania, Andrés Condon ha sido prácticamente un músico afuerino desde los años '90. Vinculado al sello de world music Mundovivo, Condon fue uno de los primeros guitarristas de explorar los sonidos y las narrativas de diversas culturas del planeta, en paralelo al trabajo de solistas como Alberto Cumplido, Antonio Restucci o Daniel Delgado, aunque menos académica o menos latinoamericanista según el caso. Una larga discografía refrenda su propuesta instrumental, lateralmente asociada a la música new age.

Rodrigo Aros Gho

Multi-instrumentista, compositor, investigador de músicas folclóricas de distintas partes del mundo y creador de un diálogo entre aerófonos múltiples y aves chilenas, Rodrigo Aros Gho —también presentado como Raag— ha sido uno de los músicos más versátiles en el entorno del sello de world music Mundovivo, al que se unió a comienzos de los años ’10 con un proyecto de paisajes sonoros e improvisaciones en bosques nativos chilenos. Su trilogía de investigaciones llevadas al disco en La voz del viento Raco (2012), Pwelche (2013) y Likandes. Paisaje de cantos (2015), realizados junto al músico, ingeniero y productor Prabha, marcaron el inicio de su proyección como creador en solitario.

Marcelo Peña

Promovido desde los ensambles del histórico Ernesto Holman, Marcelo Peña es uno de los músicos y gestores más profundamente invoclucrados con la cosmovisión mapuche. Peña, originalmente baterista de rock progresivo, llegó a ser adelantado intérprete de percusiones del jarrón de greda que el ex músico de Congreso llamó metawe y que él reconsideró ortográficamente como metahue, el mismo nombre que bautizó su primer disco de música electro-étnica de inspiración mapuche, Metahue (2003).