Jazz
Aunque nacido en Estados Unidos en el profundo albor del siglo XX, el jazz se ha convertido en una de las músicas más universales de los tiempos modernos y su lenguaje rítmico y libertad expresiva ha sido asimilada por músicos de todas las latitudes y todas las épocas. Su categoría mestiza confronta la instrumentación, la melodía y la armonía de la música europea con el ritmo, el fraseo y el alma del blues, que a su vez proviene de la música africana. Conducido por un elemento intangible llamado “swing” y reinventado en cada interpretación por su carácter improvisacional, el jazz tomó el control de la música en Nueva Orleans, la cuna del jazz, y luego en Chicago, Kansas City y Nueva York, la capital del jazz, atravesando las décadas con un sinnúmero de estilos subsidiarios que explican el nacimiento de escuelas y estéticas: ragtime, stride o hot jazz en los primeros años, swing, bop, cool y third stream en una edad mediana, free, avant-garde y fusión en los tiempos modernos. Un cuadro de honor del jazz se ilustra con creadores universales, que son además los principales referentes de la historia: en la tradición están Jelly Roll Morton, Louis Armstrong y Duke Ellington y en la modernidad Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane.
Gonzalo Ostornol es un guitarrista de jazz de la pródiga generación de solistas, compositores y líderes que surgieron a fines de los 2000 y se consolidaron en los 2010 con discos y propuestas que combinaban la tradición del jazz con las vertientes de una música modernista. Entre ellos figuran nombres como Francisco Saavedra, Italo Aguilera, Tomás Gubbins, Nicolás Reyes y Cristóbal Piña. Ostornol ha canalizado su música principalmente a través de cuartetos y tríos, especialmente aquel que denominó Flash Trío.
Dinámico y profundo en su sonido y despliegue, el contrabajista de jazz Nahuel Blanco apareció en la escena durante la última parte de la década de 2010, integrando una comunidad de músicos creativos que cuenta con otros nombres entre sus precoces compositores en esos tiempos, como el trompetista Juan Pablo Salvo y el pianista Joaquín Fuentes. A los 21 años publicó su primer disco, Nahuel Blanco (2021).
Desde el jazz y la música popular orquestada hasta la industria de la Nueva Ola y una prehistoria del rock local son instancias en las que dejó su huella Arturo Ravello, uno de los más importantes contrabajistas chilenos. Activo desde comienzos de los años '50, justo a tiempo para asistir a esos cambios musicales y generacionales, Ravello se inició en Santiago, se estableció en Arica a fines de los años '60 y fue un músico de orquestas, auditorios de radio, estudios de grabación y giras, acorde con el perfil del instrumentista popular surgido en una época de la que fue uno de los últimos exponentes hasta su muerte en 2011, a los 84 años.
Luego de la irrupción de modernos guitarristas como Ángel Parra y Pedro Rodríguez, el jazz chileno de la década de los '90 vería la aparición de una nueva oleada de estos solistas. Entre ellos destaca la tríada de guitarristas nacidos en 1974: Mauricio Rodríguez, Jorge Díaz y Roberto Dañobeitía. Este último se transformaría luego en uno de los más interesantes compositores de un nuevo y moderno repertorio jazzístico, modelado en un importante paso por Europa y consolidado en su trabajo para ensambles mayores, como Quintessence, o el noneto que más tarde reunió para dar sonido a su catálogo más avanzado de composiciones.
Baterista formado en Projazz. Se inició en el circuito en 2007 junto al cuarteto del pianista Moncho Romero (utilizando la plaza que dejó Andy Baeza) en el escenario del club Miles como cuartel general y desde allí se multiplicó en agrupaciones, como la banda de soporte de la cantante Astrid Veas, el cuarteto de Natacha Montory, o los tríos de los guitarristas Ankatu Alquinta, Diego Riedemann y Gonzalo Farías.
Con una vida musical y creativa en Nueva York, Vicente Atria había permanecido oculto casi por completo para el público chileno, salvo cuando realizó una visita al país tras una década en esa ciudad, pero sobre todo comenzó a tener más visibilidad entre los audiencias de la música experimental con su desafiante disco The vex collection (2021), realizado junto al contrabajista estadounidense Mat Muntz. Baterista y compositor, Atria se ha sumergido en una exploración no solo desde la composición y la improvisación sino también del sonido como materialidad e incluso desde las lecturas que lo han acompañado en distintos momentos.
Iniciado en el jazz por el pianista Moncho Romero e integrado a su trío como reemplazante de Pablo Menares en 2006, Pablo Vidal hizo sus primeras presentaciones en el club Miles durante todo 2007. Ahí se vinculó con jazzistas jóvenes de esta órbita, como parte de una camada de contrabajistas de la segunda mitad de la década que tocaron en distintas direcciones: Nelson Vera, Eduardo Peña, Rodrigo Espinoza, Carlos Arenas, Maximiliano Flynn y Amanda Irarrázabal.
Baterista y compositor, Pablo Sáez ha desarrollado su discurso desde el encuentro de las raíces de la música sudamericana y las influencias de las músicas actuales que él encontró en Europa a su llegada a Alemania en 2008. El resultado ha sido el surgimiento de un jazz contemporáneo que reúne estos componentes y que se remarca en el mestizaje de sus agrupaciones, dinámicos quintetos de varias nacionalidades, que él bautizó como Surensemble.
Pianista, compositor, líder y productor musical, solo dos años efectivos de música en Chile se apuntan en la trayectoria del activo pianista de jazz nacional Pablo Paredes. Entre 1986 y 1988 perteneció al quinteto eléctrico dirigido por el violinista Roberto Lecaros bajo el nombre de Kameréctrica. Luego Paredes se instaló en la ciudad alemana de Colonia, para estudiar con una beca del gobierno alemán. Y desde ahí condujo una carrera de triple valencia como solista, compositor y sesionista, llegando a ser uno de los más comprometidos y fuertes cultores de la conexión entre el jazz y la raíz folclórica.
Mitad autodidacta y mitad formado por el cubano Juan Chiriño, Tomás Krumm pertenece a la generación de pianistas que aparecieron en la segunda mitad de la década de 2000 (Américo Olivari, Orión Morales, Jorge Vera, Antoine Alvear y un poco más tarde Rodolfo Chodil), con frentes variables de expresión musical y un avanzado adiestramiento: en el caso de Krumm, el post bop y el jazz de raíz afrolatina.
Conocido en Chile como el “fantasista del violín” y en diversos escenarios del mundo como el “políglota musical” “el hombre-orquesta” o el “multifacético artista chileno”, por los llamativos espectáculos que ofreció desde 1963, Ricardo Arancibia del Canto fue uno de los músicos más sorprendentes surgidos desde Valparaíso. Creador de piezas como la tonada “Dieciocho sin ti” o la emotiva melodía de violín “Tristeza gitana”, su historia se describe por el más resuelto solismo musical, que lo llevó a dominar la guitarra española, la guitarra hawaiana, el bouzuki, la mandolina, el arpa, la trompeta y el violín.
“El jazz estaba con de ella antes de que lo supiera”, fue la única lógica que el baterista Alejandro Espinosa encontró para explicar la aparición de una cantante como Rossana Saavedra, sin tener ningún tipo de adiestramiento técnico. Una voz de generación espontánea de aquéllas que se dan sólo de cuando en cuando y que en definitiva la transformó en la solista vocal más adelantada de los '90.
Pese a su condición de músico aficionado, el baterista Antonio Gaete cuenta con un historial sorprendente de gestiones y militancias en grupos de la raigambre tradicional. No sólo perteneció a los dos conjuntos más importantes de esta línea –la Retaguardia Jazz Band y los Santiago Stompers- sino que en su hoja de vida se certifica un recordado debut como joven baterista en el también histórico grupo South Pacific Jazz Band en 1974, donde compartió escenario con el legendario trompetista Luis Huaso Aránguiz en su última época.
La historia del jazz de Concepción ha estado ligada a un pequeño clan de renombrados músicos: los Romero. Detrás del baterista de la vieja escuela Ramón Romero, y de los pianistas modernos Moncho y Marlon Romero, apareció una nueva exponente del jazz penquista: Carla Romero, estupenda pianista bop que desdobló sus funciones también al canto siguiendo la línea de una de sus mayores referencias, Diana Krall.
Intérprete de diversos repertorios con una voz poderosa, Andrea Tessa ha sido referente del canto popular en Chile desde los años '80. Hija de la soprano lírica Victoria Vergara, la cantante volcó su herencia decididamente hacia la balada, el pop y el jazz clásico. Por los primeros géneros se hizo ampliamente conocida en televisión, mientras que el último lo ha reservado mayoritariamente para sus actuaciones y más recientes grabaciones.
Si bien el pianista, compositor y musicólogo Carlos Silva es un ejemplar del jazz de la transición de los '90, junto con músicos generacionales como Pancho Molina, Ignacio González y un primerizo Cristián Cuturrufo, fue en la década siguiente cuando su nombre propio tomó cuerpo como uno de los mayores líderes musicales de un jazz contemporáneo en formación. En esos tiempos se transformó entonces en el continuador de una línea de pianistas de avanzada que de cierta forma se había extraviado desde los '70 con la dictadura y especialmente con las partidas al extranjero de Manuel Villarroel y Matías Pizarro. Silva profundizó largamente en el lenguaje de improvisación libre desde el trío jazzístico y se instaló referencia dentro del avant-garde.
La década de 1950 abrió sus puertas a una nueva generación de jazzistas. Los héroes del hot jazz de 1940 alineados bajo el llamado de Los Ases Chilenos del Jazz eran ya músicos profesionales. Desde los consagrados Luis Huaso Aránguiz (trompeta) y Mario Escobar (saxo tenor) hasta los más jóvenes, como el baterista Lucho Córdova. Entonces, el Club de Jazz capitalino contaba con nuevos habitués. Entre ellos estaban el pianista Pepe Hosiasson y el tubista Domingo Santa Cruz. Ambos generaron un eje creativo que se tradujo en 1953 (el mismo año de la formalización definitiva del club) en un nuevo ensamble jazzístico con propuestas hasta entonces algo desplazadas: los Mapocho Stompers.
Luciano González Astorga integra una amplia camada de bajistas orientados al jazz fusión, que han desarrollado un sonido contemporáneo y le han proporcionado protagonismo al instrumento desde la posición de solista y de líder de bandas, una línea sostenida en el tiempo por Christian Gálvez como primera referencia. Entre ellos se encuentran nombres de la generación de 2010 como Stefano Rojas, Matías Martinoli, Felo Bustamante, Samy Maluenda, Pedro Olivares. González protagoniza su música desde el bajo eléctrico de seis cuerdas, con un enfoque que le permite incorporar aspectos armónicos y melódicos del piano, la guitarra clásica y el saxofón, en paralelo a las funciones tradicionales del contrabajo y el bajo eléctrico de cuatro cuerdas.
En su origen bautizada como UCV Big Band, como la orquesta de jazz adjunta a la Universidad Católica de Valparaíso desde 2001, cuando la agrupación se desligó de esa casa de estudios y continuó su historia de manera independiente bajo la dirección de Luis Cheul, pasó a tomar el nombre de Valparaíso Big Band. Como prácticamente todas las orquestas de jazz vinculadas a unviersidades, se formó inicialmente con estudiantes de instrumentos en una función de aprendizaje de repertorios y lenguajes del swing.
Su aparición en las filas del ensamble del eminente compositor, director y arreglador estadounidense Jim McNeely, que en agosto de 2023 dio diez conciertos en el club Thelonious, marcaría el punto de partida en la historia del trompetista de jazz Cristián Aros. Seis meses después se estrenaba como líder de conjuntos, con 21 años, a través de un disco de nítida mirada revisionista de la era del hard bop: Ester (2024).