Folclor
Entendido en contextos locales, folclor proviene del concepto anglosajón impuesto a un fenómeno de música vernácula. El vocablo folklore (donde folk es pueblo y lore, su sabiduría popular) tiene un sentido purista: designa al sujeto original de la tradición, previo a toda interferencia urbana. Por esta condición previa a la industria, los cultores genuinos que grabaron discos en Chile son escasos y corresponden en exclusiva a cantoras campesinas de rodeo, como las incluidas en el disco Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944) editado por la Universidad de Chile. La industria musical empleó este término para designar, por sentido común y por desconocimiento de los cultores originarios, lo que desde un punto de vista urbano ha sido considerado "folclor": figuras de la música típica urbana o recopiladoras. Pero según la nomenclatura son definiciones distintas: los sujetos que investigan el folclor con criterio académico son los "folcloristas"; los cultores naturales son llamados "folclóricos".
En el campo de la poesía popular, en particular de la paya y del guitarrón, Manuel Sánchez es uno de los más adelantados herederos. Cantor a lo humano, poeta popular y payador, trajo desde sus inicios, a comienzos de los 90, el caudal de una voz joven para esas tradiciones. Está entre los inquietos cantores que mantienen vivos tales oficios en frecuentes encuentros nacionales de payadores y guitarroneros, pero además con publicaciones de discos y libros de su autoría, y talleres constantes desde la labora del divulgador. Más allá de la raíz pura del canto a lo poeta también es autor y compositor, y tanto en sus proyectos solistas como en colaboraciones con Fabiola González, Mauricio Redolés y el Ensamble Tradicional Chileno ha puesto su voz y el guitarrón al servicio de otras formas del folclor y de la canción popular.
Los del Maipo son un grupo de música de raíz y fusión latinoamericana liderado por Alfonso Ureta, que en 2010 nació en Pirque como resultado del dúo que formó junto al músico Fernando Iglesias en voz y composición. A ellos se sumó más tarde una banda ampliada que trabajó en la elaboración y producción de su primer disco, Son pa'l mundo (2013). Allí desplegaron sonidos de esa raíz campesina, como cuecas y tonadas con guitarrón, pero también ritmos y danzas como vallenato colombiano y vals peruano.
"De donde viene el viento" es el significado detrás de la voz Barlovento, que este dúo de músicos formado por María Josefa Silva y Jorge Pacheco abrazaron para abrir el campo a sus investigaciones sobre el folclor latinoamericano. Siguiendo el camino que en los años '60 presentaron Isabel y Ángel Parra, con su dúo de guitarra y bombo criollo, su enfoque incorpora las raíces de las músicas de Venezuela, Argentina y Chile con elementos y sonidos de las músicas académicas. En 2016 editaron su primer disco, El siglo se vuelve azul. Ambos tienen estudios académicos en la Universidad Católica y cuentan con experiencias en la composición docta, el piano clásico y la guitarra clásica. En 2012 iniciaron sus investigaciones de las raíces folclóricas por las músicas del subcontinente, han realizado diversas giras por países vecinos, incluidas presentaciones en Francia, y entre esa historia sobresale su participación en el Festival Independiente de música trasandina Chepo, en Buenos Aires.
Jaime Atria es un activo autor de tonadas, valses, cuecas y canciones festivaleras con gran presencia en la industria del folclor de masas y la música típica, además de el responsable de una de las piezas más representativas de la identidad chilena del siglo XX. Ese himno canción nacional comienza con el trallazo cuequero de “Déjame que te llame / la consentida”, y se llama, justamente, "La consentida", obra que le significó a Atria un espacio entre los grandes autores de canciones chilenas de todos los tiempos.
Depositaria de una tradición de canto legada por su abuela paterna, Rocío Núñez es una cultora de la música corralera pura, cantora colchagüina de rodeos proveniente de la pequeña localidad de Nilahue Cornejo, entre Lolol y Paredones. Se ha presentando en medialunas centrinas mostrando tonadas con guitarra y arpa que hablan del mundo corralero y también piezas de temáticas románticas, muchas de ellas de su autoría. Sus discos son Tamos pá campeón! (2016), Caballos y aperos (2019), Quiéreme lindo (2021) y Huaso diablazo (2023).
Por años el guitarrón más antiguo de Pirque estuvo en buenas manos. Fue el que tocó hasta el final Manuel Saavedra, cantor y poeta popular de esa ciudad de la región metropolitana que es, a su vez, la cuna de ese instrumento tradicional chileno. Fallecido en 2013 a los noventa años, Saavedra dedicó buena parte de su vida al guitarrón y el canto y fue el más veterano cultor de esas tradiciones ya entrado el nuevo siglo.
Paillal es al mismo tiempo un nombre heredero de los primeros conjuntos de proyección folclórica de los años '50 y '60 como Millaray y Cuncumén y un eslabón con seguidores recientes en la misma tradición como Rhailén y Taller Calahuala. Definido como un grupo de cantores y bailarines populares, es dirigido por su fundador, el investigador Osvaldo Jaque, con el propósito de recopilar, estudias y difundir el patrimonio tradicional chileno.
Por edad y por la experiencia de las visitas que mantuvo a la casa de calle Alcalde Alberto Jenschke de la comuna de La Reina, Claudia Belén Mena Cáceres, también conocida como Belencha, se convirtió en la última de las últimas discípulas de la maestra Margot Loyola. La joven de 20 años tomó de esta madre de la investigación y la proyección folclórica, una serie de tonadas, danzas y cantos tradicionales que luego utilizaría para iniciar su camino solitario como cultora, que la llevó a debutar en el disco Quisiera ser palomita (2017).
Mil novecientos treinta y cinco marca el hito para Marcial Campos. Ese año cumplió los ocho y comenzó a tocar la guitarra criolla y a cantar cuecas. Primero fueron las de autor anónimo y luego las más de trescientas cuecas que llevaron su firma, además de otras tantas escritas por su hermano mayor, Eleodoro Campos. Juntos formaron uno de los dúos cuequeros más importantes y transversales en la historia de la música chilena: Los Hermanos Campos.
Cantautora que toma elementos del folclor sureño para diseñar su propia canción con guitarra sola. Amapola Puz Medioli incluso ha incrusionado en la canción melódica y pop en una faceta de intérprete y concursante en festivales, aunque su proyecto autoral pone la mirada en el canto, la poesía y los aires de la raíz folclórica. Su primer disco es Plantá (2015), aunque en su prehistoria musical también grabó un disco como niña cantante de música mexicana, titulado Esos ojitos.
Primero poeta y luego payador, el santiaguino Jorge Pablo Quezada Morales nació en 1959 en la localidad de Puente Nuevo (en la comuna capitalina de Las Condes, parte de la actual comuna de Lo Barnechea) y se ha adentrado en ese orden en la poesía popular, que conoció desde temprana edad por influencia de su madre, Norma Morales Braun, hija del poeta Juan Manuel Morales, natural de Vichuquén. Ha escrito sobre todo décimas y romances, una muestra de los cuales publicó en el libro Nuestro verso sigue vivo (2005). Un año antes había grabado el disco Vamos verseando la vida (2002) junto a los payadores y poetas Camilo Rojas Navarro, Roberto Lagos y Luis Carreño, y en 2003 formó el grupo Los Mentaos junto a Fernando González Maldonado, Avelino Muñoz (El Melo) y Jorge Céspedes (El Manguera). Con ellos se ha acercado a la paya, disciplina en la que debutó en abril de 2004 en el pueblo de artesanos de Pirque y que desde entonces ha ejercitado en diversos encuentros de payadores.
Matato'a —que en lengua Rapa Nui significa «la mirada del guerrero»— es un grupo de música y danza de Isla de Pascua que desde 1996 fusiona los instrumentos y composiciones tradicionales del folclor de Rapa Nui con la música polinésica, latinoamericana, el reggae y rock. Es el grupo que grabó "E nua e koro", la canción principal de la teleserie "Iorana" (1997), de TVN, que fue el punto de partida de una carrera que han extendido por cinco discos y varias actuaciones internacionales.
Carola López es una de las cantoras protagonistas en el traspaso de las raíces musicales campesinas hacia los ambientes urbanos, que tuvo su inicio a finales de la década de los 2000 con nombres como Fabiola González, Andrea Andreu, y más tarde con Carla Catalán y Claudia Belencha Mena. Iniciada en la tonada y la cueca desde los primeros años de su vida familiar, sus caminos la han llevado hasta diversos espacios del canto, integrando lotes, conjuntos y dúos. Pero ha sido su trabajo independiente como nombre propio el que le granjeó una reputación como investigadora y creadora. Carola López debutó en el disco en 2018, con Una mujer como usté, un recorrido por su primer cancionero autoral, nutrido de tonadas, cuecas, valses y, por supuesto, guitarra traspuesta.
Aunque por años una elenco de cantoras de rodeo, Las Morenitas lograron presencia y fama como uno de los conjuntos más tradicionales alrededor de la música típica chilena. En su historia alternaron presentaciones en locales nocturnos y auditorios radiales pero también fiestas costumbristas y celebraciones campesinas. Nacidas en Ñuñoa, Isabel Chabelita Fuentes se unió a su vecina Laura Yentzen, y poco después a Petty Salinas para formar el primer trío de Las Morenitas. Sobrepasando las seis décadas de vida musical en 2014, el conjunto femenino fue el más longevo en la era del llamado folclor de masas, con un trabajo regular en escenarios y grabación de discos.
«Andino urbano», como el título de uno de sus discos, es el encuentro que define a la agrupación Ayllu Pacha (cuyo nombre significa «hermandad de las tierras»). Nacida en la ciudad metropolitana de Talagante, cultivan la música andina urbana en una fusión con jazz, pop, rock y otros sonidos mestizos, al mezclar timbres ancestrales de zampoña o quena con instrumentos contemporáneos como saxo, piano y batería. Tras emerger como un taller en 1994, el grupo ha actuado sobre todo en festivales folclóricos, en algunos de los cuales han acumulado premios (como en el festival Faroles y Trapiches de 1998, con la canción "Mi bella luna de Alhué"; en el Festival de la Canción Indígena 2003, con "Ciudad antigua"; y el Festival de la Canción de Raíz Folclórica de Lonquén de 2002, con "Espíritu de carnaval").
Se llamaba Osvaldo del Tránsito Ulloa Lobos, pero quienes lo conocieron saben que su nombre más familiar era «Chosto», y que era una de las eminencias de la poesía popular en Chile. Nacido en el fundo El Principal de la ciudad de Pirque que siempre fue su hogar, Ulloa fue un devoto del canto a lo divino y un cultor natural del guitarrón chileno, herencias recibidas de su padre, Manuel Ulloa Cortés, también cantor a lo divino, que Chosto cultivó en encuentros de canto y guitarrón hasta su muerte, el 7 de octubre de 2010.
Cueca pulenta. Cuecas con aroma de mujer. La revolución de la cueca. Basta leer los títulos de algunos de sus discos para darse cuenta de que su propuesta no es convencional. La osadía ha sido parte esencial del estilo de Altamar, un conjunto santiaguino (pese a su nombre) con más de dos décadas de trabajo en lo que ellos han descrito como una búsqueda de innovación en las melodías y arreglos de la cueca urbana tradicional. Ese esfuerzo se retribuye con un estilo distinguible, de música melódica y valiosa poesía romántica, empeñado en «reencantar a la gente con la cueca». Altamar ha ganado los mayores festivales nacionales con apartados folclóricos, incluyendo el de Viña del Mar y dos primeros lugares en el Festival del Huaso de Olmué.
Autora y cantora, cultora de la guitarra traspuesta, intérprete del cuatro venezolano, ocasional guitarronera y también profesora de música, Miloska Valero, muchas veces presentada solo como Miloska, forma parte de una generación de cantautoras que toman los insumos del folclor profundo para transformarlo en una música esencialmente mestiza, urbana y contemporánea. Su paso por las Escuelas de Rock viene a dar cuenta de esas transformaciones naturales. Valero se estrenó con el disco Amasijo (2013), mientras que su participación en importantes álbumes conmemorativos del centenario de Violeta Parra en 2017 le dieron mayor visibilidad, hasta que sus proyectos de investigación de ritmos y danzas latinoamericanas la llevó más adelante a publicar dos álbumes titulados Latinidad.
Compositor, intérprete e investigador, Osvaldo Torres fue uno de los miembros fundadores de Illapu, a quienes acompañó por siete años, y luego ha desarrollado su trabajo musical solista principalmente en Francia, aunque siempre fiel a la identidad cultural de su lugar de origen. Ha dedicado la vida a la poesía, la música y el estudio de la historia, tradiciones y vida de la cultura nortina de Chile. Su discografía combina trabajos solistas y colaboraciones (Horacio Durán, Claudio Pájaro Araya, Quilapayún, entre otros), y ha trabajado además con los conjuntos Quilmay y Karumanta.
En 1994 Las del Puerto eran parte del conjunto folclórico de la Universidad Católica de Valparaíso, y eran un trío. Dos estudiantes de pedagogía en música, y la experimentada Ana Flores, que en los años 60 había sido parte del grupo Lonquimay. Dirigidas por Margot Loyola, entonces docente de esa Universidad, se distinguieron desde un comienzo por hacer folclor de todo Chile. En 1996 pasaron de ser Las Cantoras del Puerto a simplemente Las del Puerto, y desde entonces han pasado por distintos momentos de actividad, y han editado varios discos. Rigurosas en su trabajo musical, y recogiendo repertorio histórico del folclor, desde el 2009 son un cuarteto.