Marisol García
El también llamado «Trío del éxito», desarrolló buena parte su carrera en el extranjero —se radicaron en México por más de quince años—, y se han mantenido cantando en vivo en estos últimos años, sobre todo en Colombia y aun luego de la muerte de Mario, el hermano mayor.
Estilo propio
Nacidos en Cañete, los hermanos Omar, Mario y Jorge Arriagada debutaron como trío vocal en Concepción, y ya en 1953 conseguían un espacio en radios de la capital. El sincero interés por su trabajo de varias figuras de la radio y la industria del disco de la época los motivó a mudarse a Santiago para intentar profesionalizar su canto, pese a su juventud y al recelo de sus padres (quienes, ante su éxito, se les sumarían más tarde en su ciudad adoptiva).
En 1958 comenzaron sus grabaciones para RCA-Victor, inspiradas por el exitoso estilo de armonización de voces y guitarras acústicas y requinto impuesto entonces continentalmente por Los Panchos. Una invitación al Festival de Viña, en 1963 (tercer lugar de la competencia), hizo girar su sonido. «Decidimos dejar a un lado la guitarra y acompañarnos por la orquesta del foso. Y nos pusimos a cantar al unísono, recurriendo a la fuerza de nuestra voz. De inmediato ganamos en potencia», recordaba Jorge Arriagada en entrevista de 2012 con radio Cooperativa. Al poco tiempo recibieron la propuesta de grabar una traducción de “Poema”, popularizada entonces por el brasilero Silvinho. Fue su primer y rotundo éxito.
La década de los sesenta fue de ininterrumpido ascenso para Los Hermanos Arriagada, gracias a grabaciones para EMI-Odeon, viajes al extranjero y la asociación con algunos de los mejores orquestadores ocupados entonces en Chile, como Luis Barragán, Valentín Trujillo, Juan Azúa y René Calderón. “Sigamos pecando” (del portorriqueño Benito de Jesús), “No vuelvo a amar” (del mexicano Alfonso Esparza Oteo) y “Natalie” (la conocida melodía de Gilbert Bécaud) fueron otros de sus más difundidos temas de entonces, grabados con plena conciencia por parte del trío de hacer de su estilo algo diferente:
«Buscamos temas perdidos en el tiempo, de tríos antiguos, y los remozamos con orquesta y un estilo de bolero-balada», recuerda Jorge. Los finales súbitos (sin el habitual fading de la balada), el recitado al medio de un tema (como el del locutor Juan Carlos Gil en “Sigamos pecando”) y el uso de instrumentos poco habituales entonces en las grabaciones populares (oboe, acordeón) fueron otros de los recursos característicos del grupo. Su repertorio no sólo se apoyó en la búsqueda sino también en el talento compositivo de Omar Arriagada, director, primera voz y guitarra del conjunto, quien aportó temas de su autoría como “Te seguiré queriendo”, “Un mundo diferente” y “¿Qué cosas te hice yo?” (el autor fue también significativo para el cancionero de la Nueva Ola, pues le entregó éxitos a gente como Nadia Milton, Los Tigres y Luz Eliana).
«Cantaban al unísono, logrando un afiatamiento que rozaba la perfección, haciendo gala de gran sincronización expresiva, rítmica y dinámica, como si fuera una sola voz cantando», detalla el libro Historia social de la música popular en Chile, 1950-1970.
Perú, Santo Domingo, Venezuela, Colombia y Ecuador fueron plazas habituales en las giras internacionales de Los Hermanos Arriagada, y ese impulso se vio afianzado en 1965 con su mudanza a Ciudad de México, un paso en parte alentado por consejo del exitoso Javier Solís, y que los tuvo en ese país hasta 1981. El legendario Teatro Blanquita fue allí su primer escenario.
Los Hermanos Arriagada deben sumarse a la lista de artistas chilenos que en los años sesenta y setenta consiguió destacar en el competitivo mercado mexicano armados de romanticismo (lista que va de Lucho Gatica a Monna Bell, y que también incluye a Los Ángeles Negros y Sonia, La Única). Pese al regreso del grupo a Chile su vínculo con el extranjero nunca se cortó, y hasta les proveyó de plazas laborales seguras cuando la escena local pareció desentenderse de su antigua figuración. «Sinceramente sentimos temor de tocar en Chile. Acá no se resguarda a la gente que hizo algo en el tiempo. Eso no nos ocurre afuera, donde sí hay respeto y donde nunca nos ha faltado trabajo», vino a decir más tarde Jorge Arriagada.
Incluso después de la muerte de Mario, en 2008, Omar y Jorge Arriagada continúan presentándose como Los Hermanos Arriagada, gracias al convenio con una firma colombiana que gestiona recitales suyos por Latinoamérica. «Omar vive en el sur, yo vivo en Santiago. Nos ponemos de acuerdo por teléfono y al día siguiente nos vemos en el aeropuerto. Y así viajamos y nos encontramos con la banda que nos acompaña», explicaba con sencillez Jorge Arriagada en la citada entrevista con Cooperativa. La dificultad por encontrar hoy en Chile CDs con sus grabaciones históricas agravan la pérdida de generaciones más jóvenes al no poder conocer a uno de los nombres centrales en el desarrollo del canto romántico hecho alguna vez en el país. Parte de su historia se incluye en la investigación Llora, corazón (2017), de la periodista Marisol García.
Actualizado el 16 de febrero de 2019