La autora, musicóloga y académica, había publicado ya La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno, y en este libro persiste en realzar a mujeres que han aportado al desarrollo de la música en Chile, aunque esta vez desde ámbitos por fuera de la composición, entre fines del siglo XIX y fines del XX. Eso incluye a maestras, educadoras, investigadoras, camaristas, intérpretes o directoras de orquestas, conjuntos y coros. De reseña en El Mercurio: «Y si están reseñadas las figuras más recurrentes, como Elisa Gayán, Sofía del Campo, Rosita Renard o Liliana Pérez Corey, la musicóloga también pone en relieve nombres que han permanecido en una cierta invisibilidad. Desde las tempranas pedagogas como Lucila Césped o Andrée Haas, y las primeras alumnas de piano de Renard del siglo XX, como Herminia Raccagni o Flora Guerra, hasta una sorprendente y pródiga generación de arpistas y directoras de conjuntos como Marta Canales, cuyo retrato de adolescente, probablemente en el tradicional balneario de Constitución, ilustra la tapa del libro».