Viñetas de recuerdos personales se van ordenando en este libro sobre Eduardo Lalo Parra (1918-2009) que no puede presentarse estrictamente como una biografía, sino, más bien, como el conjunto de anécdotas sobre su vida y su quehacer artístico (no sólo en la música sino, también, en el circo) que acumula su hija. Clarita Parra, también cantautora, describe a su padre y a la familia Parra Sandoval con humor, afecto y la generosidad suficiente para enlazar episodios de la historia conjunta sin intención de emitir juicios. En tal sentido, resulta un muy esclarecedor volumen sobre las muchas ramas artísticas de los famosos hermanos.

El retrato es cálido desde las primeras líneas: «Moreno, delgado, ni alto ni bajo, de aspecto un tanto tosco; sin embargo, al segundo de tratar con él, te hacías su amigo, como si lo hubieras conocido de toda la vida. Bueno pa' la talla, nunca se sabía si hablaba en serio. Era mezcla de aromas a lavanda, chupilca, hierba silvestre, en un marco musical del "Claro de luna", de Beethoven. ¿Lacho? ¡Si tenía falda…! ¡Uf! Flaca, gorda, bonita, fea, daba lo mismo. El asunto era tirar las manos y "pegarse el porrazo", no importaba dónde». Debe recordarse que el propio Lalo Parra legó sus memorias en el libro Autobiografía en décimas.