Iñigo Díaz
Prado aparece como seguidor de Kurt Rosenwinkel y Ben Monder, guitarristas cuyas propuestas también han capturado la atención de otros solistas generacionales, como Esteban Sumar, Armando Ulloa o Diego Farías. Sus conjuntos, principalmente tríos en una primera etapa en la música, fueron bautizados conceptualmente y dieron diversas formas a su sonido y estética: Triofisis (con el contrabajista Daniel Navarrete y el baterista Cristóbal Tobar), Sidus (con el bajista eléctrico Andrés Landon y el mismo Tobar), Medular (con el contrabajista Eduardo Peña y el baterista Julio Denis) y Standard Trío (con el contrabajista Rodrigo Espinoza y el baterista Andy Baeza).
Su primer disco fue Patafísica (2010), que a su vez fue la primera experiencia decisiva con su quinteto, donde lo rodean Franz Mesko (saxo tenor), Lautaro Quevedo (piano), Rodrigo Espinoza (contrabajo) y Nicolás Ríos (batería) y con el que presentó una serie de composiciones abstractas, atmosféricas y nebulosas como “Futse”, “Li”, “Tractac” o “Erdosain”. Un año después, Prado proyectaba un álbum de standards contemporáneos junto a un trío con la sección rítmica de su quinteto, titulado Origen.
En adelante vendría entonces una escalada de trabajos, que dieron cuenta de la idea del artesano de la música, el compositor de oficio, un "herrero del jazz", en una serie de álbumes de diverso alcance. Con Lugares comunes (2014), Prado trabajó en cuarteto, con Raimundo Barría (piano), Gonzalo Gómez (contrabajo) y Rodrigo Recabarren (batería), mientras que en Triofisis (2015), el guitarrista recuperó una antigua carpeta de música autoral que puso en marcha aquí con Cristián Gallardo (saxo alto), Sebastián Castro (piano), Milton Russell (contrabajo) y Matías Mardones (batería).
Siempre dinámico en sus recorridos, la propuesta de una idea y la convocatoria de músicos, en Medular (2016) regresaría al formato del cuarteto, con Valentino Baos (piano), el mismo Milton Russell (contrabajo) y el experimentado Andy Baeza (batería). Es el paso previo a la consolidación de su quinteto de fines de los años '10, que con algunas variaciones logró imponer una identidad a la música debido a la cohesión de las partes. Off the record (2017) hablaba de la quimera del amor no recíproco que se vive en soledad, una música con ese conjunto determinante en el período, que alcanzó, con ciertas variaciones, la creación de tres discos: Claudio Rubio (saxo tenor), Sebastián Castro (piano), Milton Russell (contrabajo) y Juan Pablo Jaramillo (batería), quienes aparecen también en Palabras malditas (2018), salvo la aparición del Matías Mardones. En Ñusta (2019), Prado alcanza la idea de la simpleza de un discurso por encima de la complejidad existente, uno de sus trabajos mejor logrados, con el mismo quinteto que cierra la trilogía, aunque con sustituciones: el pianista Óscar Pizarro por Castro y el baterista Carlos Cortés por Mardones.
Actualizado el 10 de julio de 2024