Iñigo Díaz
Al comenzar los años '70, Gutiérrez estudiaba el clarinete clásico, pero la visita del baterista Elvin Jones en 1972 cambió para siempre su punto de vista con respecto a la música. En ese preciso momento se acabó la carrera del músico docto y comenzó la del músico popular. En 1974, ya instalado en la francesa Lyon, se vinculó con el colectivo de jazz vanguardista Arfi, que buscaba la creación de un folclor imaginario a través de la improvisación liberada. Gutiérrez se integró como saxofonista alto y tenor al anexo big band, llamado La Marmite Infernale. Con esta agrupación hizo la ruta opuesta en la evolución musical: Comenzó en el free jazz para finalizar su carrera, años después, en el jazz mainstream.
Tras tocar en la orquesta de Tito Puente durante una larga temporada en Europa, en 1981 fundó en Munich el que sería su gran proyecto personal: Irazú. Entre ese año y 1994 —su período en Alemania— la banda operó como noneto latin jazz, incluyendo una alineación multinacional con solistas costarricenses, panameños, húngaros, italianos australianos y alemanes, donde figuraron además algunos chilenos invitados como el pianista Mario Lecaros, el percusionista latino Ramón Plaza y el cantante Roberto Arán.
Una vez de regreso al país, el proyecto Irazú continuó una segunda etapa integrando únicamente a jóvenes y desconocidos solistas chilenos, dirigidos entonces por un Gutiérrez de 40 años con larga experiencia en la música afrocubana y muy centrado entonces en nuevos sonidos como los saxos barítono y soprano, y la flauta traversa. Algunos de aquellos destacados alumnos de Irazú fueron los trompetistas José Pepe Vergara, Patricio Pailamilla y Sebastián Jordán, los saxofonistas Amelia Wenborne, Rodrigo Urbina y Cristián Serrano, el pianista Gonzalo Palma o el bajista Marcelo Córdova.
En 1998, Gutiérrez fue convocado por el productor Juan de Marcos González para transformarse en el saxo barítono de la Afrocuban All Stars, agrupación que reabrió las puertas de la música cubana al mundo al finalizar los años '90. Con esta big band caribeña giró por el mundo y grabó vibrantes álbumes. Una vez establecida su residencia en La Habana, actuó en las bandas de figuras como Omara Portuondo o Amadito Valdés, al tiempo que extendió la vida de Irazú a una tercera etapa, esta vez con músicos populares de Cuba en sus filas. Y mientras grabó gran parte del catálogo de su orquesta en la isla, viajó a Chile en 2003 para trabajar con el legendario Carmelo Bustos y profundizar en su propio trabajo como solista, en la interpretación de standards traspasados al lenguaje caribeño.
En 2005, un nuevo arribo a Santiago de Chile posibilitó la cuarta fundación de Irazú como big band operativa. Esta vez, mientras Raúl Gutiérrez alternó apariciones en conjuntos pequeños como los del disc-jockey y baterista Roberto Barahona, dirigió la nueva orquesta incorporando músicos como el trombonista Marcelo Maldonado, el saxofonista alto Mitchel Urrutia o el trompetista Daniel Oso Espinoza. Páginas de vida aparentemente inacabables que convierten Raúl Gutiérrez en el músico chileno más representativo en torno al jazz de raigambre afrocubana.
Actualizado el 18 de marzo de 2021