Esther Martínez

Esther Martínez
Foto: Casa Amarilla, 1928 (Fuente: AMPUC)

"El ideal de la artista completa integral". Así definió Margot Loyola a Esther Martínez, compositora y cantante que junto a Petronila Orellana y Derlinda Araya conforma la trilogía de voces femeninas que en los años '20 y '30 llevaron la música folclórica chilena a los discos y los estudios y auditorios de radios. A los 12 años comenzó a actuar como guitarrista, integró muchos grupos, lideró Las Cuatro Huasas en 1936 y dejó su voz en decenas de discos de acetato, de las que aún se conservan varios registros. En 1972 colaboró en dos grabaciones de Margot Loyola, aunque por entonces se encontraba retirada de la música desde hacía un tiempo prolongado.

Ficha

Fechas

Santiago - 17 de noviembre de 1903
Santiago - 10 de octubre de 1989

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1920 |1930 |1940 |1970 |

Géneros

Esther Martínez

"El ideal de la artista completa integral". Así definió Margot Loyola a Esther Martínez, compositora y cantante que junto a Petronila Orellana y Derlinda Araya conforma la trilogía de voces femeninas que en los años '20 y '30 llevaron la música folclórica chilena a los discos y los estudios y auditorios de radios. A los 12 años comenzó a actuar como guitarrista, integró muchos grupos, lideró Las Cuatro Huasas en 1936 y dejó su voz en decenas de discos de acetato, de las que aún se conservan varios registros. En 1972 colaboró en dos grabaciones de Margot Loyola, aunque por entonces se encontraba retirada de la música desde hacía un tiempo prolongado.

JL

Como de casi todas las primeras artistas de folclor chileno, existen pocos antecedentes de la vida de Esther Martínez Núñez. El musicólogo Juan Pablo González y el historiador Claudio Rolle la destacan en la Historia Social de la Música Popular en Chile (1890 - 1950), publicada en 2005, como una "precoz concertista en guitarra con estudios en el Conservatorio y práctica de estudiantina". En 1922 la revista Música de Santiago le dedicó un amplio artículo en su condición de guitarrista, y desde mediados de la década fue parte de distintas compañías teatrales. Allí fue donde Esther Martínez forjó su oficio artístico, mucho tiempo antes de ser identificada por el repertorio folclórico.

"Tangos, boleros y hasta un chotis" eran parte de sus composiciones, según describía Margot Loyola. En 1936, a petición del sello Victor, formó el cuarteto femenino Las Cuatro Huasas, emulando al conjunto masculino del mismo nombre que por ese tiempo se encontraba en receso. El de Esther Martínez es considerado el primer conjunto femenino de música en la historia de Chile. En él participaron Olga Rodríguez, Raquel Valencia y Yolanda Salas, y luego Teresa Muñoz y la también compositora Sara Parga, hasta que en 1942 llegó a su fin luego de grabar una decena de discos que -gracias a la conservación que han llevado adelante sus descendientes- muchos de ellos se pueden encontrar en internet.

Tres de Las Cuatro Huasas (Archivo Sara Ríos Parga)

También durante los años '30, Esther Martínez formó el grupo Los Curicanos, cuyas canciones fueron recogidas como repertorio funcional por otras cantoras, como Las Hermanas Acuña, que popularizaron la clásica tonada "En Chillán planté una rosa". En 1943 Pablo Garrido la llamó "la gloriosa Esthercita Martínez" en su libro Biografía de la cueca, destacando su cueca “Ñatita mala”.

Retirada en los años '50, Margot Loyola la llevó por última vez a un estudio de grabación en 1972, luego de invitarla a su programa Recorriendo Chile en TVN, donde actuó con Las Cuatro Huasas, en un registro cuyo archivo no existe. A partir de ese encuentro, su voz y su guitarra aportaron al disco Canciones del 900, y luego en tres piezas del LP 7 compositores chilenos. Uno de ellos fue el vals "El dolor del minero", que ella misma musicalizó en los años '20, y que es considerada la primera canción de temática social escrita en Chile.

La propia Margot resume su historia en el libro La tonada: testimonios para el futuro, de 2006: "Su talento era secundado por su temperamento. Esther Martínez era una mujer muy severa, de carácter seco, pero que en el escenario infundía respeto y seguridad. Celosa en extremo de su repertorio, no dejó continuadores de su particular línea interpretativa, aunque su trabajo contribuyó sin duda a consolidar la presencia de la cantora tanto en el teatro costumbrista de la época, como en el disco".

Actualizado el 24 de septiembre de 2021