Gabriela Bade / Marisol García
Había sido hasta entonces un artista centrado en la pintura, cuando, en 1996, Fiebre presentó el disco Vivalavirxen, un trabajo hecho a pulso en lo que respecta a financiamiento (trocando pinturas por horas de grabación en estudio), pero con obstinado detallismo creativo. Era un cantautor indie mucho antes de que ese molde fuera la norma. Aunque apegado al formato de canción pop, sus armonías poco convencionales, interpretación oscura y provocadora gráfica terminaron con discretas ventas y nula difusión radial.
Las canciones de Fiebre respondían al nombre de su autor pero se interpretaban en plataforma de cuarteto. Con algo de delirio, con cierto irónico romanticismo y una mezcla de estilos del hardcore al pop, pasando por el tango y un mensaje oscuro y subliminal metido entre los acordes. Él lo bautizó en su época como «tango-thrash».
Fiebre se encargó de extender su naciente culto tocando en el pequeño circuito santiaguino de entonces con una banda cuya formación estuvo mutando constantemente, lo mismo que su puesta en escena. Sólo un par de músicos se transformaron en más o menos estables durante los últimos días de actividad de la banda en Chile: el guitarrista Camilo Bianchi y el baterista de jazz Gabriel Puentes. Con ellos más invitados grabó en 1998 Mujer elefante, otro disco autofinanciado y que consiguió tan buenas críticas como desprecio radial.
A México: amores perros
Pero Mujer elefante fue el disco que lo cambió todo. El álbum llegó a oídos del afamado productor argentino Gustavo Santaolalla, quien no pudo ocultar su entusiasmo por el chileno. Su sello, Surco, le ofreció un contrato por dos discos y la compra de los dos anteriores, exigiendo, eso sí, el traslado de la banda a México. Allá se relanzó Mujer elefante con nueva carátula y se filmó un videoclip para "Papel:Absorbente".
Lo que debía ser el inicio de un trabajo constante en México se fue complicando con el paso de los meses hasta lo inimaginable. El grupo no consiguió un manager ni demasiados contactos de promoción, y al final su presencia en Surco sólo les alcanzó para incorporarse a a la banda sonora de la taquillera película Amores perros (con un tema propio, y un cover de Nacha Pop). Desgastados por esfuerzos sin frutos, Fiebre se disolvió como grupo y terminó con sus integrantes repartidos por el mundo. Cristián se radicó por un largo tiempo en España, con apenas una visita musical a Chile en el año 2005.
Las noticias de un tercer disco no llegaron sino hasta el año 2011, cuando Antialias coronó una renovada asociación creativa —anclada nuevamente en Santiago— junto a Andrés Pérez Lecaros. Confirmó allí el cantautor su atípico talento para levantar canciones rockeras de enorme fuerza erótica y sentimental. Su muestra en vivo fue escasa. Recién seis años más tarde, en marzo de 2017, se anunciaron nuevas presentaciones de Fiebre en Santiago.
Actualizado el 21 de enero de 2020