Claudio Rubio

Claudio Rubio
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Claudio Rubio es nombre central en una generación de músicos que marcó una época nueva para el jazz, desde la creación, la composición, la gestión y la proyección. Nombre propio y eslabón entre generaciones de dos momentos, fue un joven saxofonista tenor a fines de los '90, que surgió desde los talleres de Marcos Aldana. , pero alcanzó estatura sideman y como líder en simultáneo a partir de los 2000, con la influencia primera de tenoristas como Sonny Rollins, Charlie Rouse y Wayne Shorter, aunque más adelante con la de compositores como Lennie Tristano. Junto con David Pérez y Agustín Moya, Rubio fue uno de los tres saxos tenores de ese primer perído del milenio y ya avanzados los años desarrolló una serie de trabajos creativos centrados en la figura del quinteto.

Ficha

Fechas

Santiago - 22 de febrero de 1976

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Claudio Rubio

Claudio Rubio es nombre central en una generación de músicos que marcó una época nueva para el jazz, desde la creación, la composición, la gestión y la proyección. Nombre propio y eslabón entre generaciones de dos momentos, fue un joven saxofonista tenor a fines de los '90, que surgió desde los talleres de Marcos Aldana. , pero alcanzó estatura sideman y como líder en simultáneo a partir de los 2000, con la influencia primera de tenoristas como Sonny Rollins, Charlie Rouse y Wayne Shorter, aunque más adelante con la de compositores como Lennie Tristano. Junto con David Pérez y Agustín Moya, Rubio fue uno de los tres saxos tenores de ese primer perído del milenio y ya avanzados los años desarrolló una serie de trabajos creativos centrados en la figura del quinteto.

Iñigo Díaz

En 1998 comenzó en el jazz profesional integrando la fila de saxofones de la Los Andes Big Band (conducida por el trompetista Santiago Cerda), donde permaneció por unas cuatro temporadas. Desde 2000 comenzó a tocar en pequeños conjuntos de distinta naturaleza, junto al guitarrista Jorge Díaz, el contrabajista Daniel Navarrete o el baterista Andy Baeza. Su carrera como sideman se extendió además al acompañamiento de jazzistas de generaciones anteriores, como en los conjuntos del baterista Alejandro Espinosa y del pianista Moncho Romero.

En 2004 y antes de partir a un largo viaje de estudios a Nueva Jersey, participó en la histórica actuación de la cantante Claudia Acuña en su regreso estelar al Teatro Municipal capitalino y en un breve paso por Chile apareció con un nuevo trabajo sobre la obra de Lennie Tristano junto al pianista Martin Joseph y el guitarrista Federico Dannemann, donde entonces puso la mirada en la operativa de improvisación del tenorista Warne Marsh. Su regreso definitivo a Chile en 2007 lo puso en marcha como un activo sideman, en los quintetos de Nicolás Vera, Gabriel FellerCamila Meza, Sebastián Duplaquet y Felipe Riveros (con el que actuó en el Festival Providencia Jazz de 2009), y marcó además la entrada de Rubio al sonido del saxo soprano en el coliderazgo de su propio sexteto junto a Roberto Dañobeitía y puesta en marcha de su catálogo de composiciones.

Tradición oral: un padre, una madre y un hijo
Para 2010, Rubio se volvía a introducir en el análisis de la estética del contrapunto, el timbre y la improvisación de Lennie Tristano y su escuela de músicos  (Warne Marsh, Lee Konitz, Billy Bauer), lo que se tradujó en  la conformación de un cuarteto formado por Federico Dannemann (guitarra), Eduardo Peña (contrabajo) y Daniel Rodríguez (batería), con quienes trabajó en la grabación de obras de estos músicos históricos, publicadas en el disco Tristano! (2011).

La elaboración de un siguiente proyecto propio llegó tiempo después, entre las tareas académicas de Claudio Rubio y su trabajo como compositor con miras a nuevo material para el Ensamble Quintessence. Interesado más que nunca por el rock y ciertas texturas de la guitarra eléctrica de bandas como Sonic Youth o Radiohead, hacia 2014 Rubio organizó un quinteto con dos guitarristas de jazz, aunque finalmente cristalizó su propuesta en 2017 a través del disco Hijo, con un quinteto junto a Sebastián Prado (guitarra), Sebastián Castro (piano), Milton Russell (contrabajo) y Juan Pablo Jaramillo (batería), en conjunto estable que definió a un sector de la composición jazzística en ese período de dos años. Allí el saxofonista presentó una serie de creaciones propias, en lo que terminó siendo su tardío estreno como compositor.

Un segundo ciclo de creaciones para quinteto lo situó dos años después en los términos de Música para ascensores, un irónico  discurso acerca de la música de fácil escucha o música de fondo, y una crítica a la creencia de que el jazz era sinónimo de muzak. Allí Claudio Rubio renueva por completo el quinteto, tocando ahora con Nicolás Vera (guitarra), Óscar Pizarro (piano), Rodrigo Espinoza (contrabajo) y Carlos Cortés (batería).

Para el tenorista, la figura, la estética y la dinámica del quinteto tomaría un nuevo rumbo en 2024, justo después de su participación en el Festival de Jazz de Providencia, donde Rubio presentó a un tercer quinteto alrededor de su obra. Durante un año había sido alumno del reconocido compositor y orquestador estadounidense Jim McNeely, quien estuvo en Chile presentando sus orquestaciones en el club Thelonious con un ensamble encabezado por el mismo Rubio. Esa experiencia dio pie para que el chileno desarrollara un trabajo en la partitura de mayor complejidad, que se transformaría en el repertorio de su cuarto disco, Ella lleva el fuego (canciones para mi madre). Se grabó con el mismo quinteto que actuó en el festival ese verano de 2024: Cristóbal Menares (guitarra), Joaquín Fuentes (piano), Rodrigo Espinoza (contrabajo) y Félix Lecaros (baería).

Actualizado el 04 de enero de 2024