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A fines de 2001, el nombre de Anita Alvarado nombre saltó a la luz pública en Chile, tras la detención de su esposo japonés en Tokio acusado de estafa. Allí se reveló que ella, tras ejercer la prostitución en Japón años antes, vivía como millonaria en Chile. Esa condición, sumada a su deslenguada personalidad, la convirtieron en un singular personaje de la farándula y desde esa plataforma, en julio de 2002, lanzó su autobiografía  Me llamo Anita Alvarado.

Las altas ventas motivaron al director del sello EMI, Alejandro Sanfuentes, a proponerle grabar un disco, aunque ella apenas sabía cantar. La producción de Gogo Muñoz, que hizo letras a partir de sus historias, más dos canciones de los compositores Claudio Guzmán (ex QEP) y de Miguel Barriga, conformaron un disco que ella grabó tras tomar clases de canto, y que fue lanzado a fines de 2002, en un programa de la juvenil radio Rock & Pop. En poco tiempo se vendieron de 25 mil copias, cifra más que respetable para esos tiempos, cuando la industria estaba en plena crisis discográfica.

Tras muy pocas presentaciones en vivo y la rotación del single “La gallina”, la aventura musical se apagó al poco tiempo. Su motivación central, en realidad, estaba lejos de la música. Ella misma lo resumió en una entrevista cuando lanzó el disco el 2002: "Yo no decidí hacerme cantante, me decidieron. Me pusieron muchos billetes encima de la mesa”.