Ernesto Bustos B.
Hard-rock sinfónico
«Eran días de dictadura, en que había que pedir permiso a la Intendencia Metropolitana para hacer un concierto —ha relatado Luis Álvarez, guitarrista de la banda—. Te revisaban las letras y los antecedentes personales y familiares de cada integrante. Te hacían seguimientos».
Existía hacia inicios de los años 80 un prejuicio contra todo lo que implicara la música rock, y los pocos recintos que albergaban esos gritos de estridencia apenas contaban con permiso de la autoridad para organizar aquellas maratones de hasta diez bandas por carte. Eran los tiempos de la gloriosa Sala Lautaro, en calle Euclides (paradero 1 de la Gran Avenida), en Plaza Egaña, el Anfiteatro San Miguel, el Teatro Cariola y por cierto el Gimnasio Manuel Plaza (donde la banda debutó en 1981). Ahí estaba Amapola, con composiciones de largo aliento y letras con inspiraciones espirituales provenientes del tantra yoga, una disciplina practicada por todos los integrantes del grupo.
Definían su sonido como "hard-rock sinfónico", porque Amapola tenía de todo: lo ecléctico, de Led Zeppelin; lo intelectual, de King Crimson; y lo místico, de Yes, resumido musicalmente a la chilena, tal como quisieron dejar registrado en el sencillo título de su único cassette: Rock chileno (1987), del que destacaron temas como "Romance de los '80", "La cautiva" o "Para los dormidos".
Tal vez el gran mérito de la agrupación es haber sobrevivido en una época en que la "onda disco" era grito y plata, cuando la nueva ola del heavy-metal británico preparaba el terreno para la invasión de ese estilo en Chile, y el Canto Nuevo se convertía en la bandera de lucha musical contra la dictadura. Reflexiona Patricio Vera en el libro Prueba de sonido:
Pensamos en qué podíamos hacer al lado de Tumulto o Arena Movediza, si hasta nuestro nombre era complicado. Un nombre psicodélico en tiempos en que la psicodelia no estaba de moda para nada. Pero también pensamos «en qué tenemos que ver con la gente: harto […]. Tocamos más fuerte, tenemos mejores y más equipos que casi todos si es por alucinar a los demás con el sonido. Y a los sensibles les vamos a tocar con un dedo calientito el corazón». Tenía que haber un grupo así.
La música de Amapola se extinguió pasada la segunda mitad de los años ochenta. Pudo escucharse luego al baterista Eugenio Pineida en Feedback, a Luis Álvarez en Nex Mormex, y al líder y fundador Patricio Vera (quien ya en la segunda mitad de la década previa había militado en Lunallena) en su proyecto Astralis (al que también se sumó el ex Amapola Sergio Heredia), con un primer CD, Bienvenida al interior, publicado en 2006.
Actualizado el 24 de febrero de 2020