Marisol García

Un largo viaje de su madre, la irlandesa-mexicana Valerie Trumblay Martínez, dejó a Adán desde pequeño a cargo del cuidado de su padre en Francia. Alejandro Jodorowsky, multiartista de renombre internacional, lo acercó a influencias diversas y contactos inimaginables para un prepúber. A los 6 años de edad, un amigo de su padre llamado George Harrison le enseñó su primer blues en guitarra. Un poco más tarde, a través de su hermano pudo conocer a James Brown, su gran ídolo en el baile. Y a los 8 años se incorporó al rodaje de Santa sangre, una de las más alabadas película de su padre. La actuación ha sido una actividad constante en la vida laboral de Adán, con papeles también en cintas como Grande école (2004), Two days in Paris (2007) y La danza de la realidad (2013) (de cuya música también se hizo cargo con una banda sonora original).

Tuvo su primera banda de rock a los 12 años, y durante toda su juventud se ocupó como bajista, guitarrista y/o pianista de una serie de grupos, el más destacada de los cuales fue The Hellboys. Según el músico, Adanowsky nació voluntariamente como un personaje «lúbrico-satírico-poético-surrealísta» para camuflar su temor a enfrentar un escenario. Su primer disco, Étoile éternelle, apareció en Francia en el año 2006 (fue traducido más tarde bajo el título El ídolo), y en él Jodorowsky se ocupó de la voz, el bajo, la guitarra, el piano y la composición. Ya esa primera edición incorporaba al español en tres canciones.

Adanowsky, el músico, debutó en Chile en el año 2007, como parte de los Encuentros Internacionales de Música Actual (EIMA), con conciertos en Santiago, Valparaíso y Concepción junto a la banda Teleradio Donoso. El regreso al país de su padre cargaba con una ansiedad entendible: «Vengo a descubrir mi cultura», dijo entonces. «Es como un casamiento entre el país y yo. Hay mucho pasado allí, mis abuelos en Chile eran vendedores de calzones y de zapatos, y ahí llegaron mis bisabuelos que eran rusos y se instalaron en Chile. Es un pasado bien fuerte».

Volvería otras veces en los años siguientes, con nuevas canciones, bandas acompañantes y discos que mostrar, asociados a su vez a mutaciones de sus personajes escénicos, como Amador y, más tarde, simplemente Ada. Hacia fines del 2015, anunció en México que abandonaba definitivamente sus viejos seudónimos: «Este mundo está lleno de máscaras […]. Quizás se necesita ver a un artista que no se esconde detrás de nada, que se muestra tal como es».