Marisol García
La sobreintelectualización y la solemnidad fueron los dos vicios del canto político contra los cuales Los Zunchos se propusieron batallar. El grupo nunca tuvo complejos en acudir a ritmos populares, como valses, corridos, guajiras y polcas; ni admitir su gusto por cantantes como Adamo o Raphael. Sus versos se ocupaban antes de la situación del chileno medio que de sus propias vivencias, y es sorprendente la vigencia que siguen teniendo a décadas de su gestación. Ni en esos primeros años de trabajo ni más tarde, bajo dictadura, el grupo tuvo mayores pretensiones promocionales; lo cual explica, en parte, que su aplaudido repertorio sólo pueda encontrarse en un cassette, ya descatalogado. René Figueroa asume hoy, a la distancia, que la de su grupo «fue una experiencia bien atípica, y no es fácil explicarla tomando como modelo cualquier otro grupo musical»
La cultura de la basura
El interés por el trabajo del dúo Amerindios, decidió a Eduardo Sepúlveda y René Figueroa a intentar suerte en la música, apenas instalado en Chile el gobierno de la Unidad Popular. Sin pretensión profesional alguna, el par de amigos del barrio Franklin se interesó en participar de instancias colectivas como peñas, fiestas populares y mitines políticos; al principio, interpretando sólo covers. El interés por la composición se afirmó luego de su encuentro con el cantautor Payo Grondona. «Ahí fue cuando pensé que las canciones de Los Zunchos debían tener ese toque urbano, con el humor que caracteriza a los chilenos y con melodías fáciles», explica Figueroa. «En el fondo, Los Zunchos fueron un derivado de los Amerindios y el Payo, más mi cuota de humor propio. Yo siempre fui bueno para la talla y la ironía».
Con René a cargo de la composición y Eduardo en los arreglos de guitarra y mandolina, Los Zunchos se sumaron sin dudarlo a la ola de canción consciente que entonces imponían los tiempos y el molde de la Nueva Canción Chilena. Hasta el Golpe de Estado de 1973, el dúo trabajó un tipo de canción que Figueroa define como «más panfletaria», interesada en el canto «como herramienta política». Las noticias de entonces eran una rica fuente de ideas, con canciones casi cronísticas sobre, por ejemplo, la campaña allendista del medio litro de leche, la nacionalización del cobre y el desabastecimiento. Los Zunchos cantaban desde una perspectiva pedestre, alejada de las cúpulas de poder e intelecto. «Nosotros habíamos salido de la base. La población y los sindicatos eran nuestro referente natural», explica Figueroa en el libro Ecos del tiempo subterráneo. Esta primera etapa creativa se difundió en vivo y no legó ningún registro grabado.
Luego del Golpe y la dura represión inmediata contra la actividad musical, el dúo volvió a presentarse recién en 1975. Actividades políticas clandestinas y actos organizados por la Iglesia Católica fueron su inicial plataforma de presentaciones. Los Zunchos fue uno de los pocos grupos que cruzó desde la UP a la dictadura trabajando en Chile y bajo el mismo nombre. «Como la realidad política había cambiado, tuvimos que cambiar también la manera de entregar nuestro mensaje, al cual nunca renunciamos. Ya no se podía cantar directo, pan-pan, vino-vino. Hubo que camuflarlo con metáforas y humor; ir más al cotidiano para el confrontamiento de ideas. Y en el caso nuestro, funcionó», explica Figueroa.
Estas canciones bajo dictadura, amparadas en parte bajo el naciente movimiento de Canto Nuevo, son las que más se recuerdan del grupo, y fueron número frecuente de algunas de las peñas más concurridas de la época, como Doña Javiera, además de llegar hasta Canadá gracias a una gira por tres ciudades en 1982. El grupo también fue parte del Primer Festival del Canto Nuevo, organizado por Ricardo García en 1976 junto a invitados como Capri, Aquelarre, Ortiga, Wampara, Kámara y otros. Muchos recuerdan la liberación que producía entonces escuchar en vivo un sinfín de bromas incorrectas a instituciones que iban de Don Francisco (“La polka de los concursos”) a Cristóbal Colón («A veces yo pienso, Cristóbal Colón, que su discubrimiento nos dejó peor […] / Pienso don Cristóbal, que quiso ayudarnos, pero nos jodió»), pasando por la televisión y el maltrato de micreros a escolares. Temas como "Sobre la cultura" y "Yo soy de esta generación" ⎯con letras en torno a los chilenos de orgullosa ignorancia y omnibulados por la cultura estadounidense⎯ guardan, a décadas de su nacimiento, una sorprendente vigencia. Los Zunchos expusieron con ingenio e ironía las patéticas contradicciones de un país irreflexivo que creía rozar el desarrollo de la mano de los Chicago Boys, y que comenzaba a delinear a un estereotipo de ciudadano que no haría sino afirmarse en los siguientes años: el endeudado que aspira a un crecimiento puramente material.
Varias de estas composiciones quedaron registradas en su único cassette, Canto urbano, publicado hacia 1980 gracias a un préstamo de la productora Filmocentro (hubo, además, un single previo para Alerce, con los temas "Yo quiero ser famoso" / "La Yamilé"). El registro es hoy casi inencontrable, si bien Figueroa se preocupó de reeditarlo en CD en Canadá, país en el que reside desde 1989. Eduardo Sepúlveda murió en Santiago en 1998.
Actualizado el 07 de mayo de 2016