Gloria Simonetti

Gloria Simonetti
Foto: archivo revista Ritmo

Una canción de amor atípica para los estándares populares —adulta, de cuidados arreglos instrumentales, muchas veces dramática— es la forma por la que se ha encauzado la voz poderosa de Gloria Simonetti, incluso desde su temprana juventud. La cantante se convirtió en la intérprete femenina chilena más exitosa de la generación surgida después del Neofolclor, y desde sus inicios en los años sesenta ha persistido casi sin interrupciones en su aplicación a la música.

Ficha

Fechas

Santiago - 05 de enero de 1948

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1960 |1970 |1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Gloria Simonetti

Una canción de amor atípica para los estándares populares —adulta, de cuidados arreglos instrumentales, muchas veces dramática— es la forma por la que se ha encauzado la voz poderosa de Gloria Simonetti, incluso desde su temprana juventud. La cantante se convirtió en la intérprete femenina chilena más exitosa de la generación surgida después del Neofolclor, y desde sus inicios en los años sesenta ha persistido casi sin interrupciones en su aplicación a la música.

Marisol García

Colaboraciones con grandes figuras internacionales y su búsqueda por profundizar su repertorio sobre todo romántico (con títulos de autores tan respetados como Luis Advis o Silvio Rodríguez) son dos de las marcas valiosas de una carrera extensa y popular. Sin preparación vocal académica, Simonetti mantiene hasta hoy un registro tan reconocible como poderoso, apreciable mucho mejor en vivo. «Yo soy más intérprete que cantante —aclara—. Todos cantamos, pero yo aprendí que la gracia está en comunicar. Que esos tres minutos en que tu estás sobre un escenario no sean sólo una emisión de sonido, sino que que te lleguen».

Además de su activa agenda en vivo, Gloria Simonetti dirige hasta hoy una discografía constante, que no deja pasar más de dos años sin una publicación nueva, aunque sea desde la vereda de la autogestión.

Altos y bajos en Viña
Como muchas cantantes de su generación, Gloria Simonetti comenzó a difundir su talento vocal en festivales universitarios, primero asociada con el cantautor Julio Zegers. Las familias de ambos eran cercanas debido a las actividades ecuestres, y su afición común por la música terminó de unirlos. Entre 1964 y 1967 no hubo postulación de la dupla que no se quedara con el primer lugar de cuanto festival se les cruzó.

Los sellos discográficos no tardaron en rondar a la cantante, quien recién concluía el colegio y no se decidía a hacer de la música una profesión. Terminó firmando contrato con RCA-Victor en 1967, y al año siguiente ya figuraba en el escenario del Festival de Viña defendiendo tres temas diferentes: uno de Julio Zegers ("Para cuando vuelvas"), otro de Nano Vicencio ("Prometo recordarte") y otro de Carlos González y Hugo Beiza ("Pero olvidarte jamás").

La experiencia, sin embargo, probó ser tan desafiante como amarga, y es recordada hasta hoy por las sonoras pifias que se ganó la cantante por razones no muy claras. Un diario de la época consignó que «la gente creyó que Gloria trató de imponerse por su condición de niña rica y consentida; ella provenía de una familia de acomodados industriales», lo que sea eso signifique. Simonetti tendría con los años varias oportunidades para cobrarse la revancha entre aplausos en ese mismo escenario.

Antes del fin de esa década, Gloria Simonetti era ya una estudiante universitaria, si bien no llegó más allá del tercer año de la carrera de publicidad. En 1968 debió distraerse de nuevo por su participación en la película Ayúdeme usted, compadre, dirigida por Germán Becker y con Pedro Messone, Los Huasos Quincheros y Fresia Soto en los créditos. «Quedó claro rápidamente que a mí lo que me fascinaba era la música», explica.

Luego de su etapa de trabajo junto a Julio Zegers pasó a un tiempo de colaboración igualmente fructífero con Scottie Scott. Fue de esa compositora la canción "Mira, mira", que al fin dio a Simonetti el primer lugar en el Festival de Viña del Mar, en 1969. Debido a ese triunfo, la cantante realizó viajes a Benidorm y Grecia. A RCA le interesaba difundirla también en Argentina y México, y alcanzó a gestionar una incipiente promoción. Sin embargo, fue la propia joven quien consideró un sacrificio excesivo irse del país, sobre todo porque para entonces ya tenía a su único hijo.

En 1971, Gloria Simonetti se convirtió en la primera artista popular en realizar un concierto en el Teatro Municipal de Santiago (el año anterior había realizado una gira nacional junto al argentino Sandro). La excepcional ocasión fue registrada y editada más tarde en un LP, Gloria en el Municipal.

Sociedad con Luis Advis y Nino García
A principios de los años setenta, Gloria Simonetti conoció al que hasta hoy describe como «el mayor maestro de mi vida», el compositor y pianista Luis Advis. La cantante era una gran admiradora de lo que había hecho el iquiqueño en la Cantanta Santa María de Iquique, (1970), grabada por Quilapayún. Un amigo en común los presentó, y casi de inmediato comenzaron a trabajar juntos. "Nuestro tiempo terminó" fue a la vez uno de sus primeros trabajos a dúo y la canción más popular que resultó de su sociedad. Según la cantante, de todos las títulos que ha grabado es éste su favorito. El tema fue presentado en 1973 en el Festival de Bulgaria, y valió a Simonetti el galardón a la mejor intérprete.

«Él me enseñó a ser muy rigurosa. Éramos dos personas que entendíamos que la música era exigente», recuerda. Advis falleció con la idea de que fuera remontada en Chile su sinfonía Los tres tiempos de América (estrenada en Mérida en 1988, con voces de Quilapayún y Paloma San Basilio), esta vez con con Barroco Andino y Gloria Simonetti.

Cercana personalmente a Isabel Parra y Patricio Manns, Simonetti asegura nunca haberse sentido discriminada por los cantautores de entonces, ni en competencia con la onda expansiva que a la sazón extendía la Nueva Canción Chilena. Su prestigio cruzaba géneros y grupos, y se basaba, según ella, en jamás desligar lo popular de una entrega consistente. «Lo comercial para mí nunca fue tan importante, me importaba hacer algo de buen nivel», asegura. Entre sus influencias de entonces menciona a Barbra Streisand, la cantante italiana Mina y Frank Sinatra, baladistas también entroncados con los grandes arreglos de orquesta. En su caso, el grueso de sus grabaciones de los años setenta contó con los arreglos de Horacio Saavedra.

Presencia frecuente de los estelares televisivos de los años de dictadura, Simonetti impuso un logro inesperado cuando en 1981 adoptó "Ojalá", de Silvio Rodríguez, permitiendo así una difusión enorme para la música del más temido trovador cubano ante los ojos de los militares. La cantante recuerda que había intentado mostrar la canción en televisión por más de un año, pero que recién se lo permitieron en una emisión de "Vamos a ver", el espacio nocturno de Raúl Matas. El tema fue número fijo en sus presentaciones de ahí en adelante. Poco tiempo después de grabarla, en 1981, la cantante recibió una notita de Silvio Rodríguez que hoy lleva plastificada en su billetera. Decía, en parte, lo siguiente: «Te agradezco hondamente. Tu "Ojalá" significa mucho para mí».

También "Santa Lucía", un tema del argentino Roque Narvaja, fue otro de los descubrimientos de Simonetti que extendieron por Chile melodías de gran popularidad en el extranjero. En general, la visión de la cantante para escoger su repertorio ha sido uno de los pilares importantes de su éxito popular.

Fue así también que dio con "Entreparéntesis", uno de los temas más conocidos del fallecido compositor chileno Nino García. Simonetti la escuchó cuando el músico aún no terminaba de componerla, y vio en ella de inmediato un hit. «Le dije: "Nino, esa canción es mía. Vamos a Martes 13"». Pese a que García mantenía una larga pelea con el director de ese programa, Gonzalo Bertrán, la dupla postuló en 1984 al concurso "Una canción para el invierno", y se quedó sin dificultades con el primer lugar.

Mudanza y autogestión
En octubre de 1999, el director teatral César Alarcón presentó en el capitalino Centro Cultural Montecarmelo un curioso montaje titulado Sobre el abismo, inspirado en la vida y obra de Gloria Simonetti. Según explicó Alarcón al momento del estreno, la cantante chilena es «un mito vivo […], capaz de salir adelante pese a las adversidades». Sobre las tablas, Simonetti fue interpretada por tres actrices que se hicieron cargo de su vida desde la niñez, según una narración que combinó lo convencional con lo surrealista.

Efectivamente, la vida de la cantante acumulaba para entonces experiencias emocionales intensas. Poco antes, en 1995, había perdido a su segundo marido a causa de una absurda muerte por asfixia, y Cristián, su único hijo, había ingresado al seminario para convertirse en sacerdote jesuita. Su vida tuvo otro gran giro cuando decidió mudarse de Santiago a Viña del Mar, y coordinar su carrera lejos de los centros televisivos y discográficos (si bien igual fue convocada más tarde por el programa "Rojo" para una temporada como jurado). Mantuvo varios años en esa ciudad una academia de canto con su nombre, la que cerró al regresar a Santiago.

Aunque sin contrato discográfico, Gloria Simonetti se mantiene publicando de modo independiente y de manera regular, colaborando en vivo y en disco con músicos como Valentín Trujillo (ambos publicaron a dúo el disco Íntimo), Daniel Guerrero y Quique Neira. Es otro el medio, pero el ímpetu juvenil es el mismo: «Uno no puede mirar desde la vereda del frente aquello que te fascina. Si cambia el contexto tienes que buscarte tu espacio», explica.

Actualizado el 14 de noviembre de 2022