Jorge Castillo Pizarro
Bolivianos y chilenos
El grupo empezó los ensayos en 1971 y debutó oficialmente el 1 de mayo de 1972. Meses antes los estudiantes universitarios miembros de los grupos Los Del Kollasuyo (boliviano) e Intiwara (chileno) se habían fusionado para proyectar mejor su ideario indigenista.
A la confluencia de las dos vertientes ayudó el que coincidieran en un acto, en Santiago, conmemorativo del Día Nacional de Bolivia, el 6 de agosto. Los bolivianos estudiaban en nuestro país, mientras que los hermanos chilenos Juan, Jorge y Jaime Silva y su amigo Mario Muñoz eran hijos de madres bolivianas.
Sus primeras actuaciones tuvieron como escenario a la Peña de los Parra. Impresionado por su talento, Ángel Parra ofreció rápidamente al conjunto un espacio para mostrarse ante el público santiaguino que hasta entonces sólo podía disfrutar la música andina oyendo a grupos como los Curacas e Inti-Illimani, este último más politizado y no un cultor exclusivo de ese estilo.
Sus apariciones sabatinas en la Peña de los Parra durante un año y cuatro meses permitieron al novel Kollahuara insertarse incipientemente en la Nueva Canción Chilena desde la vertiente purista y no contingente. Ese período transcurrió con actuaciones en vivo en universidades, sindicatos y centros culturales y también en radio y televisión.
El apoyo de Ángel Parra permitió que Kollahuara grabara en agosto de 1973 su primer disco en el sello EMI Odeon, el segundo de la valiosa serie "Canto de pueblos andinos", abierta meses antes con un larga duración de Inti-Illimani. Debido al golpe militar de 1973 la grabación no fue publicada de inmediato y fue aplazada hasta marzo de 1974, lo que la convirtió en el primer disco de música andina divulgado después del 11 de septiembre.
Meros intérpretes hasta entonces, los Kollahuara plasmaron en ese primer LP conocidos temas como "El cóndor pasa", "La mariposa", "Canción y huayno", "Alborozo kolla" y "Guapurú", creados, entre otros, por no menos conocidos autores como Daniel Alomeas Robles, Antonio Pantoja, Edgar Yayo Jofré y Tarateño Rojas.
Su música no política y su menor resonancia mediática permitieron a Kollahuara soportar el golpe de Estado sin tener que disolverse ni menos dejar el país. El único cambio fue la salida del boliviano Jaime Bellot y la llegada de su compatriota Raúl Ruiz Siles, lo que influiría positivamente y hasta hoy mismo en el derrotero del grupo.
Encuentro cumbre
Participante entonces desde un comienzo en la recomposición del canto popular chileno, Kollahuara lanzó en 1975 su segundo disco, Canto de pueblos andinos 3, siempre al alero de EMI Odeon.
Tal como en su primer disco, éste también recoge tradicionales canciones altiplánicas como "Vírgenes del sol", "Potosino soy" y "Jenecherú". La excepción es una morenada, "La banda morena", creada colectivamente por el grupo. En este disco el conjunto consiguió plasmar una sonoridad más propia, un esbozo de lo que vendría después.
Durante 1975 Kollahuara aunó sus actuaciones en escenarios pequeños y usados exclusivamente por el Canto Nuevo con escenarios más tradicionales en Santiago, como la Sala Isidora Zegers, la Biblioteca Nacional, el teatro La Comedia, aulas magnas universitarias y canales de televisión.
Kollahuara comenzó así a hacerse conocido, al punto que fue nominado en la terna del premio otorgado por los periodistas de espectáculos de Chile para el mejor grupo folclórico del año. También grabó un documental para la televisión francesa.
El año fue cerrado con una recordada actuación en el teatro Gran Palace en Santiago, llamada "Encuentro cumbre" porque por primera vez Kollahuara compartió escenario con Illapu, que aún no había logrado la popularidad de un año después, cuando impactaría a todo el país con su "Candombe para José". Ambos grupos se conocían desde mucho antes, puesto que Kollahuara ayudó a Illapu a insertarse en Santiago cuando el grupo antofagastino dejó su ciudad natal.
En 1976 se alejó uno de los fundadores, Jaime Silva. Su reemplazo por el también chileno Hernando Hurtado afianzó la pulcritud y versatilidad instrumental del grupo, que siempre fue mucho más que la tradicional conjunción de guitarras, charangos, quenas, zampoñas y bombos.
Ese año se gestó también el aporte más valioso que Kollahuara hizo al patrimonio andino chileno. Varios de sus integrantes recorrieron recónditas zonas altiplánicas, especialmente bolivianas, buscando sabiduría e inspiración para acometer la grabación de su tercer disco.
Tras varios meses de conocimiento, reflexión y maduración de lo atesorado, los bolivianos Raúl Ruiz y Gastón Ribero y el chileno Juan Silva compusieron doce temas que conforman uno de los mejores discos andinos creados en Chile por su resonancia telúrica y por su exclusión de cualquier elemento musical pictórico o falsamente virtuoso: Llajta.
El lugar de origen y las dos ramas
Grabado en enero de 1977 también para EMI Odeón, Llajta ("Lugar de origen", en quechua) es un compendio de tonadas, vidalas, sayas, bailecitos y otros ritmos poco conocidos en el país que reflejan casi la simbiosis chileno-boliviana nacida seis años antes.
El disco, editado en vinilo y casete, fue difundido con un recital en el teatro Gran Palace, una exposición de instrumentos andinos en el Instituto Chileno-Británico de Cultura y apariciones en el popular programa televisivo "Sábados Gigantes".
Paradójicamente, hacia fines de 1977, en su momento de mayor madurez artística y reconocimiento público, Kollahuara cesó su actividad. Los bolivianos Gastón Ribero y Raúl Ruiz habían terminado sus estudios de ingeniería y arquitectura, respectivamente, y regresaron a su país. La decisión fue de común acuerdo. En adelante, en Kollahuara convivirían armoniosamente dos ramas: la chilena, dirigida por Juan Silva, y la boliviana, liderada por Raúl Ruiz.
En Chile, Kollahuara reanudó sus conciertos en 1978 con el aporte de Ramón Plaza y Víctor Hugo Candia. Pero hacia fines de ese año, tras el viaje de ambos a Alemania (donde se integrarían a Kamac Pacha Inti), nuevamente se declaró un receso, ahora de cuatro años.
El regreso fue 1983. A los hermanos Juan y Jorge Silva y a Hernando Hurtado se sumaron el retorno de Mario Muñoz y la incorporación de Alfonso Venegas. El repertorio elegido retomó vigorosamente una senda explorada ya en 1978, abierto ahora al resto de la música latinoamericana.
Entre 1983 y 1984 el quinteto tuvo una intensa actividad y a comienzos de 1985 grabó su cuarto disco, esta vez en el sello Alerce. Runamanta ("Lo que viene del pueblo") fue la cristalización de esa nueva mirada con tintes sociales menos indigenistas. Temas de Violeta Parra, Nicolás Guillén, Arsenio Aguirre y versos musicalizados de Pablo Neruda son parte central del disco, complementado con canciones de varios países y nuevas creaciones de Juan Silva.
En este periodo Kollahuara participó activamente de la nueva etapa del Canto Nuevo, que salió de sus otrora recluidos escenarios y copó otros de mayor visibilidad, como el Café del Cerro y el Centro Cultural Mapocho. Fueron cuatro años de recuperación del sitial abandonado voluntariamente hacia fines de los 70, pero toda esa etapa terminó en 1986.
Kollahuara boliviano
Menos discontinuo y más prolífico fue el derrotero del Kollahuara boliviano. Sustentado en la porfía y el talento de Raúl Ruiz, el grupo mantuvo una actividad constante entre 1978 y 1991. Durante esa etapa el conjunto logró insertarse exitosamente en una nación cuna de eximios e incontables grupos musicales andinos. A las actuaciones en Bolivia sumó giras constantes por Latinoamérica y Europa, y también por Chile.
Hasta 1991 el Kollahuara boliviano grabó tres nuevos discos con los que retomaron los objetivos trazados ya en Chile, ahondando en las profundidades altiplánicas. El primero de ellos se llama Kuttaning ("Has de volver"). Fue grabado en 1981 y sus doce temas creados por Ruiz, Ribero y los nuevos miembros Gastón Paz y Carlos Mostajo marcan un cambio en la sonoridad conocida hasta entonces.
En 1985 salió a la venta Ajinacaycu ("Así somos"), cuyo repertorio de dieciséis temas procura mostrar un amplio abanico del folclor boliviano. Tanto Kuttaning como Ajinacaycu fueron difundidos en giras junto al Ballet Nacional de Bolivia. Finalmente, en 1989 Kollahuara grabó la Cantata Popular Indio, una obra mayor dentro de la música andina. Fue escrita y musicalizada entre 1980 y 1982 y su interpretación vocal estuvo a cargo de la Sociedad Coral Boliviana.
La colaboración con este importante coro y con el mejor ballet folclórico boliviano ratifica la plena inserción de Kollahuara en el ámbito folclórico de su país. Y otra prueba de ello es el triunfo en 1982 en el Festival Nacional la Canción del Pueblo, con el tema "Mamá Justina".
En 1991 el grupo se dio un descanso de varios meses y en 1992 se reagrupó para viajar a Chile a celebrar los veinte años de existencia. En el aula magna del liceo Manuel de Salas, en Santiago, los miembros bolivianos y chilenos unieron voces e instrumentos en una fiesta musical de masiva concurrencia. La única vez que se ha reunido el conjunto tras el inicio d su doble historia en los años 80.
Entre 1995 y 1999 el conjunto volvió a parar, y desde el año 2000 comenzó a tener presentaciones específicas, básicamente mostrando su cantata, hasta que el 2007 Ruiz y sus compañeros reimpulsaron su trabajo para dar cuerpo a su último disco, Musuy paqariy ("Nuevo amanecer"), una ruptura con su discografía anterior al incluir armonías, instrumentación y sonoridad poco comunes en el folclor andino. El disco salió a la venta en julio de 2010.
La nueva época en Chile
Junto con esta reactivación boliviana, la sección chilena también reanudó su trabajo desde 2009. Con la dirección del fundador Juan Silva, y dos músicos que estaban desde los años 70, Hernando Hurtado y Alfonso Venegas, y una formación renovada, grabaron nuevamente el disco Rumanata: "Hoy es nuestra voluntad retomar ese trabajo y seguir adelante con los sueños de entonces y las herramientas de hoy", escribía Juan Silva en la presentación de la nueva edición, que llamaron Runamanta Revisitado, y que al igual que Musuy paqariy, el disco de sus pares bolivianos, se publicó el año 2010.
Ambos conjuntos han continuado su historia desde entonces, con una regularidad variable, que se plasma en presentaciones en vivo y en discos, y que sigue demostrando que en la música y la sabiduría ancestral -los dos pilares de Kollahuara- es posible aunar almas de dos naciones históricamente recelosas.