En octubre de 1953 el Colegio de Periodistas inauguró su edificio de Amunátegui 31, y en su primer piso tres años después abriría la espléndida sala del Teatro Camilo Henríquez, en un convenio con la Universidad Católica. Allí se registrarán varios episodios del teatro, el periodismo y la política chilena. En la música hay uno trascendental: el estreno de la obra musical La pérgola de las flores.
El 26 de abril de 1958, dos años antes de La pérgola de las flores, en el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica estrenó en la sala Camilo Henríquez el primer musical de su historia, Esa señorita Trini. La obra era una comedia de equivocaciones ambientada en los años '20, y fue tan exitosa que el director del teatro, Domingo Tessier, encargó al joven profesor Eugenio Guzmán, de 35 años, que preparara otra comedia similar para la temporada siguiente.
Guzmán entonces tomó una idea que hacía tiempo daba vueltas en la universidad y encargó la música al prestigioso compositor Francisco Flores del Campo, que entonces contaba con 50 años. Flores del Campo era autor de célebres tonadas y boleros, pero para él un musical representaba “la ambición de todo compositor de música popular” , como dijo en la presentación del LP de La pérgola de las flores, que se editó en 1960.
Guzmán encargó la dramaturgia a Isidora Aguirre, quien tras varias negativas aceptó hacerla. "Como lo hacía a contrapelo, cumpliendo una obligación, escribirla me tomó cerca de un año, más que ninguna otra de mis obras”, reconoció a Andrea Jeftanovic, en Conversaciones con Isidora Aguirre, la entrevista que la escritora publicó en 2008. Ensayos, escritura y composición se alimentaron recíprocamente hasta abril de 1960, cuando se estrenó a sala llena en el Teatro Camilo Henríquez.
Fenómeno popular
La historia que escribió Isidora Aguirre es tan simple como universal. En 1929, una cándida provinciana llega a Santiago a vivir con su tía, florista de la pérgola de las flores, ubicada en la Alameda. Justo ese año, las autoridades deciden demoler la pérgola para ensanchar la avenida, de manera que las floristas se movilizan para impedirlo. Es el eje de la obra, donde transcurre una historia de amor de la provinciana, la Carmela, y desfilan graciosos y reconocibles personajes. El final es feliz, como es casi regla en este género musical. Tal como había ocurrido en los hechos reales, de los que se basa la autora, la pérgola no se demolió entonces. Permaneció así en su lugar, frente a la Iglesia de San Francisco, hasta 1948, cuando fue trasladada a un costado de la Vega Central.
En 1960, cuando se estrenó la obra, las vendedoras de la Pérgola —muchas de ellas habían pasado buena parte de su vida en la de San Francisco— dieron su bendición a la obra y acudieron en masa a muchas de sus funciones, que en poco tiempo se convirtió en un nuevo fenómeno popular. Solo la versión original, dice el periodista Juan Andrés Piña en su libro Historia del teatro en Chile (1941-1990), “fue vista por 548 mil personas en un total de 979 funciones”. A ellas hay que sumar otras 179 presentaciones en regiones y 98 en el extranjero. En Argentina, en 1965 la historia se llevó al cine con la dirección de Román Viñoly, y el protagonismo del cantante Antonio Prieto, el único chileno del elenco. Y en 1979, Canal 13 produjo una popular versión televisiva con varios actores originales, que aún se puede ver en internet.
Carmen Barros como la Carmela, Ana González como Rosaura —la jefa de las floristas— o Héctor Noguera como el villano Carlucho, fueron parte del elenco original y quienes además grabaron el LP con las canciones de la obra. Son canciones que han trascendido y hoy varias de ellas pueden ser coreadas por un público chileno masivo. La pérgola de las flores es una historia mayor del teatro, el cine y la música chilena, y su lugar de nacimiento fue una espléndida sala que aún subsiste existe en el centro de Santiago: el Teatro Camilo Henríquez.
Jorge Leiva