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En la otra cara de La Moneda

El gobierno invita a Los Jaivas a la gala de Obama. Gana el gobierno, pierden los Jaivas.

viernes 17 de julio de 2015



Después de los discursos oficiales, después de que el Presidente Piñera insistiera al menos por segunda vez en público sobre todo lo que tiene en común con el Presidente Obama, es decir que los dos son zurdos, jugaron básquetbol, fueron a Harvard y además cada uno encuentra muy buenamoza a la señora del otro, después del brindis bilateral y de las palabras de buena crianza de la noche de lunes 21 de marzo en La Moneda, por un segundo pareció sonar en off una tonada típica de ésas que fue obligación por tanto tiempo escuchar en los años del Capitán General. Pero muy pronto una señal mucho más clara vino a recordar que esto no es 1984, sino 2011. El gobierno invitó a Los Jaivas a amenizar la gala oficial, en otra señal conveniente para una administración que pretende mostrar su apertura cultural, pero que en cambio puso en aprietos serios al grupo.

De seguro no es el mejor negocio que han hecho Los Jaivas. Y no por haber tenido que tocar ante una élite nacional preocupada sin disimulo de sacarse una foto con Obama antes que de escuchar la música, sino por eso que llaman "credibilidad" frente al público de afuera. El propio grupo manifestó en la prensa su tristeza ante las críticas recibidas tras la gala, agravadas por la torpeza de los argumentos que hizo públicos vía Facebook uno de sus integrantes recientes, Carlos Cabezas González. No era necesario: el mejor aval de Los Jaivas en una situación así es su historia, y no por su catálogo musical, sino porque en ella está escrito que exigirles alguna militancia es no conocerlos. Estos músicos fueron descalificados por una izquierda dogmática durante la UP del mismo modo que partieron al destierro durante la dictadura de Pinochet, y después de años en que la banda sonora oficial en Chile consistió en marchas militares y folclor del gusto de Dinacos, con la transición política de los '90 el grupo recuperó un sitial visible e incluso oficial, junto a múltiples expresiones como la Nueva Canción Chilena, la doctrina guachaca según Roberto Parra o la resurrección de la cueca chilenera entre otras. Entonces la historia de Los Jaivas se funde con la historia de Chile en un reencuentro necesario.

El contexto de la visita de Obama en cambio no fue de ninguna ayuda. Desde la era concertacionista el grupo ha sido parte de actos gubernamentales, pero el cuadro no es el mismo con un Presidente de EE.UU. que en esta vuelta no ofreció disculpas por la intervención de su país en el golpe militar que puso a Pinochet en el poder en 1973, y eso sin mencionar las noticias de última hora, desde Fukushima a Bengasi: ese mismo lunes había en Santiago un concierto en protesta con consignas como "No a un nuevo Irak en Libia", y desde el día previo hubo manifestaciones en varias ciudades contra el cuestionado tratado nuclear suscrito horas antes por Chile y EE.UU. La citada intervención de Cabezas González, luego desautorizada por el grupo, agudizó el cuadro con declaraciones inoportunas, desafortunadas, arbitrarias y hasta homofóbicas, aparte de redactadas con abundante mala ortografía. Luego en un comunicado oficial Los Jaivas reflexionaron sobre los muchos años que cuesta construir una carrera y los pocos minutos que puede tomar destruirla, y la setencia suena apropiada sobre todo a la reacción de Cabezas, que sólo reforzó la caricatura existente sobre los músicos como gente dispersa y propensa a irse en lo que llaman la volada. Más penosas que sus disculpas posteriores fueron las declaraciones del veterano Mario Mutis, que no descartó alguna clase de medida disciplinaria interna. Triste para un grupo que ha hecho de la frase "Todos juntos" un lema personal.

Era necesario que Los Jaivas respondieran con una aclaración como la que hicieron. Son un grupo que dice cantar para la gente y al que parte de esa gente estaba emplazando, y se encomendaron a la misma consigna de esa canción para responder: "Tenemos la convicción de que la Cultura es patrimonio de todos los chilenos y nuestra labor como artistas y músicos, es justamente mostrarla a la mayor cantidad de personas y países posibles". Invocar el sentido de "Todos juntos" es una muestra de coherencia desde el punto de vista lógico, y es cierto que Los Jaivas vinieron a Chile en dictadura, pero lejos de ser llamados colaboracionistas por haber ido en avión militar a grabar para la TV en la Antártida, esas visitas fueron vientos de aire fresco para un público nuevo que requería escuchar esa música luminosa que traía el grupo. Pero al mismo tiempo persiste una opinión mucho más radical e impopular: sin la voz original y sin un vocero decente, al menos vista la última actuación de Cabezas como portavoz, y sin composiciones nuevas en diez años, no es clara la justificación de que Los Jaivas sigan juntos. Es de interés que sobre esa definición haya discrepancias internas en esta redacción, tal como las hay en la opinión pública. Pero lo que sí es más claro es que Los Jaivas perdieron más que ganaron en esta gala.