Un astro hace su ingreso Club de Jazz de Ñuñoa Un astro hace su ingreso

Esta casona de 1920 estuvo por tres décadas en la retina del público como el epicentro jazzístico de Santiago. Fue la sexta sede del club hasta que un terremoto acabó con su historia. Entre sus innumerables acontecimientos existe uno en especial, cuando en 1991 el célebre trompetista Wynton Marsalis sorprendió a los comensales con su aparición.

El trompetista Louis Armstrong había estado departiendo como un verdadero monarca del jazz mundial con los músicos chilenos en 1957, en la sede de calle Mac-Iver. Al baterista Elvin Jones lo agarró el toque de queda de 1973 en pleno concierto allí, esta vez en la sede de calle California, de modo que obligatoriamente tuvo que quedarse tocando toda la noche. En 1991, fue el astro de Nueva Orleans Wynton Marsalis el que apareció sorpresivamente por el Club de Jazz.

La casona de 1920 de José Pedro Alessandri 85, a pasos de Irarrázaval, fue durante 31 años el gran espacio del club y de los jazzistas chilenos. Transcurrida su larga historia, que comenzó en 1943 en un local del centro de Santiago, a esta casa en Ñuñoa se la considera el símbolo y la imagen en la retina de la mística que ha rodeado al Club de Jazz en sus siete sedes.


El momento: 12 de septiembre de 1991
Tras dar su segundo concierto con su septeto en el entonces Estadio Chile, el joven trompetista Wynton Marsalis llegó al club para enterarse del movimiento jazzístico de Santiago. Por supuesto, también para tocar y ser admirado y aplaudido. Esa noche fue la figura en el escenario y combinó trompetas con el famoso Daniel Lencina. Cristián Cuturrufo tenía 19 años y estaba allí. Subió al escenario para tocar con Marsalis: “Me saqué una foto con él. En ese entonces Marsalis tenía 29 años; yo, bastantes kilos menos”, dijo.

Era la segunda ocasión de Marsalis en Chile —considerado la esperanza del jazz—, tras su recordada actuación en el Estadio Nacional lleno en 1990, con ocasión del concierto de Amnistía Internacional. Pero en el club, el músico estadounidense se encontró en su hábitat natural, en espacios reducidos, humo de cigarrillos, música y camaradería. Es uno de los hitos en la historia de la casona de Macul.

El cierre: 27 de febrero de 2010
A eso de las tres y media de la mañana todavía permanecían allí algunos músicos tras la acostumbrada jam session que surgía espontáneamente luego de los conciertos del programa. Muchos alcanzaron a reaccionar cuando la onda sísmica aumentó su escala y se volvió incontrolable, pero otros como el guitarrista Jorge Díaz, el bajista Hugo Rojas y el contrabajista Milton Russell quedaron al interior del lugar.

“Vi a mi mujer en el pilar que unía el hall de entrada con la sala de conciertos y me fui sobre ella. Luego Hugo y Milton se pusieron encima para cubrirnos. Cuando pasó el terremoto salimos llenos de tierra en la cabeza y el cuerpo. Milton todavía tenía su schop en la mano y dijo ‘cresta, cagó mi chela’”, recordaba Díaz. Su automóvil había sido aplastado por la caída de un poste de luz.

Durante los meses posteriores al terremoto, la directiva del club inició un plan para recuperar la casona, que había sido entregada por su dueño en 1979 en un acuerdo de palabra como apoyo a los músicos de jazz. Ya fallecido, el apetito inmobiliario olfateó la propiedad como un valioso ejemplar, debido a su ubicación. Finalmente el Club de Jazz perdió la casa ese mismo año, no sin mediar una controversia respecto de cómo ocurrieron los hechos, con uno de aquellos dirigentes gestionando a espaldas de la mesa la venta de la propiedad para obtener beneficios personales

Iñigo Díaz

 


 

A metros de Irarrázaval