Un punto de confluencia entre el rock y la tradición folclórica urbana fue durante años la orientación con la que Pintocabezas quiso hacer avanzar su atípico gusto simultáneo por la cueca, la electricidad y la experimentación. Vió es uno de esos álbumes suyos que lleva todo aquello por una senda profunda y sensible, en parte determinadas por la historia personal del músico tras su grave accidente que sufrió en 2012, y en parte por la autoconfianza en desafiar al auditor con la fuerza de un sonido categórico, que en siete de las once canciones ni siquiera necesita letra para sacudir. Con guitarras acústicas y eléctrica, guitarrón cuyano, charango y percusiones, el disco instala un pulso vivo de alerta envolvente ("Corría"), de tentador arrabal ("Callejón"), de peligro acechante ("Crujen las ramas"). Aparecen ideas tomadas de la cueca y el vals peruano, pero el inteligente galope de "Abran candados" o la marcha incisiva de "Apariencias" se miran más bien en el rock sureño estadounidense: «Quiero decirte que llevo / ni pistola ni metralla: / son guitarras lo que estalla». —Marisol García