Discípulos directos de lo aprendido y transmitido por conjuntos como Millaray y maestros folcloristas como Gabriela Pizarro y sobre todo Héctor Pavez, este conjunto simbolizó a partir de sus albores a fines de los '60 una continuidad a la disciplina de la proyección folclórica que alcanza a la actualidad.

Chamal ha tenido siempre su mayor norte en el sur: en Chiloé, para ser más precisos, y en su más reciente disco vuelven sobre ese punto cardinal. Aquí se escuchan desde canciones tradicionales y títulos de evocación chilota como "En la barra e Chaiguao" y "Cantalao" hasta arreglos para "La pericona se ha muerto", de Violeta Parra, y el "Rin del amor", de Nano Acevedo.