La década finaliza para Claudia Acuña con su cuarto título monográfico, ahora bajo el alero del sello Marsalis Music, gestionado por el reputado saxofonista Branford Marsalis. Es también el fin de todo un activo período para la cantante chilena, que la llevó incluso a fichar por el sello Verve y a despachar álbumes que la pusieron en la primera línea del jazz vocal contemporáneo, comparada incluso con figuras que van desde Diana Krall hasta Norah Jones y Jane Monheit. En este momento vuelve a aparecer como una instantánea de época, marcada sin embargo por un repertorio casi íntegro en español —salvo por "That's what they say", de su coautoría— y un enfoque cada vez más cerca de una fusión latinoamericana que de un jazz mestizado. Su conjunto mantiene a Jason Lindner en el piano y la dirección, y suma a otros músicos de la ciudad, como Juancho Herrera (guitarra), Omer Avital (bajo), el chileno Yayo Serka (batería) y Clarence Penn (percusiones), además del astro Branford Marsalis (saxo soprano). Si en sus anteriores trabajos Claudia Acuña había puesto su foco en la figura de Violeta Parra, aquí cambia la mirada hacia un cancionero escogido de Víctor Jara ("El cigarrito", "Te recuerdo Amanda", "El derecho de vivir en paz"), siempre con moderno y dinámico tratamiento musical. Vuelve a cantar boleros ("Cuando vuelva a tu lado", "Contigo en la distancia", "La mentira"), y añade una visión piazzolliana personal ("Vuelvo al sur"). El disco fue presentado en cinco noches en el Dizzy's Club de Nueva York y en el Festival de Jazz de Providencia, en el verano de 2009. Su giro musical le valió nuevos públicos pero al mismo tiempo un alejamiento de los aficionados al jazz que la habían seguido en sus inicios, y será el paso previo a una etapa próxima marcada otra vez por la autogestión y sobre todo por la cantautoría. —Iñigo Díaz