El agua como primer elemento de la naturaleza había estado presente en la poesía y el canto de Natalia Contesse ya en sus trabajos iniciales, con canciones como "Décimas al agua" (2011) o "El amor es como el agua" (2013), pero aquí llega en la forma de un aguacero sureño de grandes dimensiones. Su canción "Diluvio" marca entonces el rumbo de una nueva propuesta la cantautora, quien añade sonidos y ritmos a esa raíz folclórica que había cultivado desde que conoció y aprendió de Margot Loyola, Santos Rubio y Patricia Chavarría. De este modo accede a una música de fusiones contemporáneas, siempre junto al multi-instrumentista, orquestador y director musical Javier Cornejo, con quien canta a dúo la bella "Milonga". La principal incorporación es la música de influencia africana, que obtuvo de un viaje a Nueva Orleans, la ciudad estadounidense donde nació, y de donde toma la imaginería de los carnavales, los huracanes y las hechicerías presentes en en el himno “Nueva Orleans”, con trompetas, piano y contrabajo. Además se reconecta con las raíces negras olvidades en Chile a través de su "Cueca afro", que da aire nuevo a las oleadas migratorias de países centroamericanos durante la década. El folclor chileno sigue presente, en la octosilábica letra de “Cicuta campesina”, con piano y cuerdas; en “Pájaro malverde”, con la cita textual a Víctor Jara, o en “Lluvia matapajaritos”. —Antonio Voland