Iñigo Díaz
Sus estudios académicos de guitarra se remontan hasta mediados de los años '80, primero en el Liceo Experimental Artístico y más tarde en Escuela Moderna de Música. En 1991 se trasladó a vivir a Suecia, donde continuaría su instrucción en la guitarra clásica y la composición académica en la Universidad Superior de Música de Gotemburgo. Ya a lo largo de los '90, Garay Cid sumaría estudios de guitarra flamenca en Córdova y Madrid con maestros como Antonio Murillo, Antonio Rodríguez y Óscar Herrero, experiencia que lo conectaría con el mundo de los folclores y las músicas étnicas.
Durante esa década, Garay también se conectó con diversos músicos europeos, en la gestión de sus primeros proyectos y la elaboración de un catálogo de composiciones en estéticas distintas. Prueba de ello son los ensambles que organizó en Suecia y con que grabó discos, giró por Europa, se presentó en China y Estados Unidos. Quarttango, agrupación creada en la universidad, con un enfoque inicial en el tango contemporáneo pero que fue encaminándose hacia la música de los Balcanes y el flamenco. Con este proyecto, Garay Cid grabó el disco Quarttango (1995). Más tarde, junto al flautista y bansurista sueco Richard Ekre-Suzzi, Mauricio Garay Cid formaría Mishra, quinteto o sexteto instrumental que presentó una panorámica de lo que llamó "música contemporánea del mundo". Así dejó registrado el disco Libélula (2000) y pudo tocar en Chile en 2009. En ese período, Mauricio Garay realizó colaboraciones para discos de Jorge Paredes (Encuentros y viajes, 2007) y de Federico Wolf (Señal, 2010).
Ya instalado de regreso en Viña del Mar, el músico sumó otro borde a su actividad de compositor e intérprete. En 2013 trabajó en la luthería de la vihuela andina, el instrumento con el seguiría en una posterior etapa musical, tanto en su calidad de primer cultor y como en la de promotor de su sonido y su alcance. Bautizado así por su autor, el cordófono rescataba el rasgo de la vihuela de mano de tres órdenes dobles que llegaron a América con los españoles en el siglo XVI. Garay Cid incorporó cuatro cuerdas de la guitarra actual, lo que desembocó en un sonido próximo a un "charango barítono". En lo simbólico y sonoro, la vihuela andina de Mauricio Garay fue «un puente entre lo renacentista y lo contemporáneo».
Con este instrumento de diez cuerdas dio una serie de conciertos temáticos de cámara por Chile y grabó el disco Preludios (2015), con partituras exclusivamente dedicadas a la vihuela andina sola. Pero su proyecto de lutería, que llevó adelante en un taller del cerro Concepción de Valparaíso y mano a mano con el luthier Felipe del Valle Gandulfo, contenía un programa mucho mayor, con la idea de completar un consort o una familia de instrumentos. A través del disco Ángeles y duendes (2020) presentó entonces el segundo de estos cordófonos, la vihuela andina barítono, con obras más versátiles, ensambles e instrumento solo.
Actualizado el 29 de octubre de 2020