Manuel Huerta

Manuel Huerta
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Uno de los autores y compositores más destacados en la historia de la trova en Chile es Manuel Huerta, cantor y guitarrista formado en los años ’80, con un catálogo de discos iniciado en 1986 que fue prosperando a lo largo de su carrera, a ritmo estable y sin interrupciones en todas sus épocas. Un canto comprometido y sensible es parte de su sello como autor, junto a un carácter musical que si bien tiene a la guitarra acústica como instrumento de cabecera se toma las libertades necesarias para incursionar en sonidos latinoamericanos más diversos e incluso en vetas de rock y funk en su sonido, y patentar así una identidad propia y variada.

Ficha

Fechas

1964

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Manuel Huerta

Uno de los autores y compositores más destacados en la historia de la trova en Chile es Manuel Huerta, cantor y guitarrista formado en los años ’80, con un catálogo de discos iniciado en 1986 que fue prosperando a lo largo de su carrera, a ritmo estable y sin interrupciones en todas sus épocas. Un canto comprometido y sensible es parte de su sello como autor, junto a un carácter musical que si bien tiene a la guitarra acústica como instrumento de cabecera se toma las libertades necesarias para incursionar en sonidos latinoamericanos más diversos e incluso en vetas de rock y funk en su sonido, y patentar así una identidad propia y variada.

David Ponce

Nacido en Buin, provincia del Maipo en la región Metropolitana, Manuel Huerta delineó sus primeras composiciones en los años de liceo y perfiló su definitiva vocación musical luego de entrar a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, el ex Pedagógico, para estudiar pedagogía en educación musical. En ese entorno desarrolló una canción social y comprometida cuyo temprano registro es el disco Elegía (1986).

Desde esa primera grabación asoma el tratamiento siempre minucioso de Manuel Huerta en las cuerdas de la guitarra acústica, arpegiadas o rasgueadas, junto a una aproximación a los versos que lo mismo es contingente e intimista en canciones como “Trabajos voluntarios”, “Siempre está” o “Señales de Lázaro”. Instaló así un lazo entre los cantantes y autores previos, germinados en su mayoría en los circuitos de la resistencia cultural  a la dictadura en los años ’70 y ’80, y las generaciones de cantores que retomaron esa vertiente a partir de los años ’90, desde nombres como Francisco Villa y Alexis Venegas en adelante.

Su guitarra existe
El historial discográfico de Manuel Huerta es un buen expediente para hacer el seguimiento de su trayectoria, a partir de Azul azul (1994), un trabajo en el que el cantante mantiene el talante solista de sus inicios entre guitarra y voz, con una colección de canciones más íntimas en torno al color como motivo poético constante.

Ya en el nuevo siglo el cantor reinició una discografía sostenida y regular con La marraqueta (2009), un tercer disco donde por primera vez muestra la amplitud sonora que su creación adquiere con guitarra eléctrica, piano, eventuales arreglos de cuerdas y el respaldo de una banda completa, sin renunciar a lo elemental de la guitarra acústica a solas con la voz en varias de las canciones.

Al mismo tiempo aflora a esa altura por primera vez su fructífera aproximación a las baladas y en especial a acento rítmico más caribeño en composiciones como “Loco maestro”, una veta que se despliega de lleno en “¡Claro que lo paso bien!”, de su siguiente trabajo, En bicicleta (2011): un cuarto disco también expandido entre el gesto más trovadoresco y el arreglo más sabroso y colectivo, con versos que pasan desde el amor y el erotismo hasta el manifiesto personal y la canción social.

Su quinto disco, Moción (2013), consolida esa identidad diversa, con más intimidad en “Bailo y te entregas”, observación y crítica en “Los pobres” o “Calzar blindaje” y el crecimiento necesario para firmar una evocación generacional en “¿Recuerdas, hermano mío?” y una crónica de vida en “Trino” entre otras canciones, sumadas a un homenaje al padre del cantor, Lázaro Huerta, y a Rubén Lamich Vidal, obrero y luchador social buinense asesinado en los primeros meses de la dictadura cívico militar en 1974.

Tras el disco Mi guitarra existe (2015), donde Manuel Huerta pone en escena a una banda completa para expandir esta vez en vivo los arreglos de sus composiciones, los homenajes continúan en su séptima grabación, Volcán (2016), disco que incluye canciones como “Schwenke”, saludo póstumo al cantante Nelson Schwenke, del dúo Schwenke & Nilo, y donde el cantante vuelve en la mayoría de las canciones al fuero de la guitarra acústica. Un año más tarde ya estaba presentando su octavo trabajo, Aunque haya furia (2017), un nueva colección de canciones de Manuel Huerta siempre en la búsqueda de la belleza por sobre la adversidad.

Actualizado el 10 de septiembre de 2020