Jorge Castillo
Aunque un común interés por la música y la política los unía desde los años de la UP, Juan Carlos García, Marcelo Velis, Mauricio Mena y los hermanos Juan y Daniel Valladares no le dieron forma a Ortiga sino hasta 1975. Para ese entonces, casi todos los ex talleristas quilapayunes cursaban estudios en el Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, al mismo tiempo que formaban la sección instrumental del ex ballet Pucará (rebautizado como Antupay en 1974). Sus primeras actuaciones no desbordaron el marco de las aulas estudiantiles, capillas y peñas. Poco a poco, a medida que el canto popular se rearticulaba, el conjunto empezó a romper ese círculo casi familiar para dar conciertos más masivos en teatros como el Cariola y el Caupolicán de Santiago.
La semilla y el tic tac
Rápidamente Ortiga se hizo muy popular entre la resistencia a la dictadura que acudía esos recitales en un acto de catarsis colectiva. Junto con Illapu y Aquelarre fueron los más seguidos en la primera etapa del Canto Nuevo. La formación académica de todos sus miembros, excepto García, se hizo notar de inmediato, por sus complejas creaciones y bellas recreaciones de canciones del folclor latinoamericano. Entre ellas están las instrumentales "Tic tac" y "Semilla", el joropo venezolano "Juan José" y "Tu cantar", todas incluidas en su primer álbum, Ortiga (1976), grabado por el sello Alerce.
El prestigio del grupo influyó también en haber sido seleccionados para ayudar a componer e interpretar, en noviembre de 1978, la Cantata de los Derechos Humanos, en el marco de un simposio internacional organizado por la Vicaría de la Solidaridad. La pieza tiene música de Alejandro Guarello y textos del sacerdote Esteban Gumucio, y fue presentada en vivo en la Catedral Metropolitana de Santiago por los propios Ortiga junto al actor Roberto Parada, la dirección orquestal de Fernando Rosas, y la dirección coral de Waldo Aránguiz.
Al año siguiente el grupo publicaba su segundo disco propio. En él se aprecia un afianzamiento creativo y un pulimiento vocal reflejo de su madurez artística ayudada por la colaboración de prestigiosos compositores clásicos chilenos que también incursionaron en la música de raíz folclórica. Recibieron aportes de Jaime Soto León y de Luis Advis, cuya impronta se refleja en recreaciones de instrumentales no latinoamericanos como "Yugoeslavo" y "El herrero de la aldea" (del folclor japonés), así como en hermosos giros para temas de autores chilenos como "Mocito que vas remando", de Rolando Alarcón, y "Cantando por amor", de Isabel Parra y Tito Rojas.
Ortiga, la Nueva Canción y el Canto Nuevo
Su primera gira a Europa, en 1979, fue por supuesto todo un hito, tanto para el conjunto como para el movimiento musical activo entonces en Chile, entre grandes dificultades. Además de grabar su tercer disco, Ortiga en Europa, la gira les permitió reunirse con los músicos chilenos exiliados y ya consagrados mundialmente. Si bien Quilapayún alabó el trabajo de Ortiga, sus músicos alentaron lo de afianzar una línea propia. Ortiga escuchó con atención a sus antiguos maestros, y buscó fórmulas para acentuar la diferenciación con ellos. En una entrevista concedida en 2004 Juan Valladares recordó el episodio y añadió un juicio que puede ser el esbozo de un debate histórico todavía pendiente. Según su modo de ver, y no sin razón, considera que el Canto Nuevo evolucionó estéticamente antes que la Nueva Canción Chilena.
A simple vista ese juicio puede ser temerario. Los artistas de la Nueva Canción Chilena en el exilio habían comenzado sus carreras al menos diez años antes que los genuinos exponentes del Canto Nuevo. Eran también artistas prestigiosos y reconocidos por su calidad. Los del Canto Nuevo, en cambio, apenas habían cruzado las fronteras. Pero ambos movimientos fueron marcados por circunstancias políticas que, por lo menos en lo estético, inmovilizaron por algunos años a los consagrados y alentaron a los bisoños.
Durante al menos cinco años la Nueva Canción Chilena, entre 1974 y 1979, debió estar a la altura de la solidaridad internacional y dedicó sus afanes creativos a la denuncia contra Pinochet. Esa responsabilidad absorbió todo su tiempo y le impidió salir de ese círculo. Al revés, dentro del país el Canto Nuevo procuraba crecer en un clima asfixiante.
En sus dos discos grabados en Chile, sólo dos temas –"Tu cantar" y "Canción de la esperanza"– instan a la solidaridad y a confiar en un futuro mejor. Los demás son instrumentales, canciones de figuras de la Nueva Canción Chilena como Ángel Parra y Rolando Alarcón, temas populares que aludían al desclasamiento social (como el joropo venezolano "Juan José") o que con disimulo pretendían simbolizar la estupidez de los militares a cargo (como el rin "El Albertío", de Violeta Parra).
A su regreso de Europa, Ortiga siguió actuando en Chile, pero ya con la aspiración de continuar saliendo al extranjero. Vino también la muerte de uno de sus integrantes, Juan Carlos García. Una nueva formación preparó su afincamiento en Europa, cristalizado en 1983. De los miembros originales sólo viajaron Velis, Daniel Valladares y Manuel Torres. Se les sumaron Freddy Herrera, Antonio Vásquez, Rodrigo Tobar y Gonzalo Zambra (este último, también fallecido, en un accidente automovilístico en Alemania).
Etapa europea
Con su voluntaria mudanza internacional, Ortiga se convirtió tras Illapu en el segundo grupo del Canto Nuevo en irse de Chile. No pudo por eso vivir la masificación de ese movimiento en el país. En su condición de inmigrantes, Ortiga decidió no inclinar su repertorio hacia la denuncia contra la dictadura. Decididamente influido por su formación académica y su trayectoria de casi ocho años dentro de Chile, el grupo remarcó su refinación y complejidad estilísticas.
Los dos discos grabados en la República Federal Alemana entre 1985 y 1986 así lo corroboran. En este lugar y Enronda lucen portadas muy parecidas: blancos caballos alados que vuelan en medio de nubes. Incluso uno de los temas se titula "Caballos hacia el cielo". Esas imágenes casi oníricas presagiaron el cambio que el grupo experimentó ya en los años 90. Reducido al núcleo Velis-Valladares, más el aporte temporal de colaboradores, Ortiga se volcó hacia el terreno de la new-age, estilo del cual han surgido dos discos: Land of dreams (1997) y Fuego azul (2000) .
Esta nueva vertiente les permitió mantenerse en el circuito europeo, agotada ya la receptividad del público de ese continente a la Nueva Canción Chilena y el Canto Nuevo. Entre 2002 y 2004 Velis y Valladares, junto con su actual compañero en Ortiga, Christian Goza, se reconectaron con sus primeras raíces y alinearon en una de las facciones del dividido Quilapayún, la que lidera Rodolfo Parada. Fueron casi tres años de permanencia en la que Velis y Valladares limitaron su rol al de intérpretes y no consiguieron plasmar su veta creadora.