Ignacio Hernández

Ignacio Hernández
Foto:

Inquieto músico, muli-instrumentista, investigador, gestor de conjuntos y académico a temprana edad, la descripción que siempre termina por imponerse en la historia personal de Ignacio Hernández es la de acordeonista chileno. Con su disco A contramano, que editó en 2009 como un recorrido sobre estilos melódicos y profundización de su instrumento marcó el inicio de una etapa creativa, pero ya desde muchos años antes sorprendió como joven solista vinculado primeramente a la cueca urbana y asociado a los conjuntos Los Santiaguinos y Las Capitalinas.

Ficha

Fechas

San Bernardo - 14 de diciembre de 1978

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

2000 |2010 |2020 |

Géneros

Ignacio Hernández

Inquieto músico, muli-instrumentista, investigador, gestor de conjuntos y académico a temprana edad, la descripción que siempre termina por imponerse en la historia personal de Ignacio Hernández es la de acordeonista chileno. Con su disco A contramano, que editó en 2009 como un recorrido sobre estilos melódicos y profundización de su instrumento marcó el inicio de una etapa creativa, pero ya desde muchos años antes sorprendió como joven solista vinculado primeramente a la cueca urbana y asociado a los conjuntos Los Santiaguinos y Las Capitalinas.

Iñigo Díaz

Sambernardino de nacimiento y crianza, durante su participación en el grupo folclórico infantil de su ciudad Los Chenitas pudo dar cauce a su personalidad hiperactiva y su inspiración musical tocando una serie de instrumentos, que fueron desde el arpa a la mandolina y desde el charango a la bandurria. Fue en esa época cuando el folclorista Héctor Pavez Pizarro lo llevó a Inglaterra para grabar todo su instrumental en el disco Songs and dances from Chile (1997).

Ignacio Hernández, que ya tocaba el acordeón y había sido instruido en la historia del instrumento por el coleccionista Hugo Rivera Celis, estudiaba piano en la Escuela Moderna únicamente porque no existía la cátedra de acordeón (asunto que lo impulsaría diez años más tarde a fundar la primera escuela para acordeonistas en Chile). En su estada en Europa conoció todas las propiedades del acordeón más allá de la cueca.

De vuelta en Chile, y ya con los referentes de los antiguos acordeonistas cuequeros Segundo Guatón Zamora (1915-1968), Hernán Nano Bahamondes, y Rafael Rabanito Berríos (1926-2005), se orientó a la cueca urbana en un trabajo de gestión y difusión, que lo llevó a dirigir la primera formación de Los Santiaguinos (1998-01). Con ellos grabó el arcordeón en los discos La cueca capitalina (2000) y Cueca urbana (2001). Se dice que el término de “cueca urbana” nació de una idea suya “para diferenciarla de la cueca porteña”, aunque otras opiniones desacreditan esa propiedad intelectual. De todas formas en torno a ese concepto se rearticuló toda una generación de nuevos cultores, solistas y conjuntos, a quienes se suman Las Capitalinas, agrupación de cueca femenina creada por el propio Hernández en 2001.

El músico dio un paso más cuando grabó su primer disco, A contramano (2009), recuperando piezas para acordeón y melodías vibrantes de swing, vals mussette o música norteamericana como “Indifférence” (del francés Tony Murena), “Argento vivo” y “Pietro's return” (del italiano Pietro Deiro) o “Dizzy fingers” (del estadounidense Edward Elzear Zez Confrey). Para ese repertorio Hernández escribió la pieza “Adiós Rabanito”, un homenaje al recién fallecido Rafael Berríos.

Pero tampoco dejó de aparecer como sesionista y entonces figuró en la grabación de “La cueca del Bicentenario”, de Leo García, o en el disco de Patricia Maldonado Canto por Chile (2009). En diciembre de ese año se presentó en un concierto de tres acordeones solista en el Teatro Circus OK junto al italiano Mirco Patarini y el argentino Aldo Taborda y en febrero de 2011 Hernández inició como profesor las clases de la que sería la primera enseñanza formal de acordeones en Chile: el Conservatorio Nacional de Acordeón.

Actualizado el 16 de septiembre de 2022