Juan Marino Cabello / Eva Martinic
Cuando Críspulo Gándara fue llamado a grabar algunos discos para el sello Odeon, insinuó la conveniencia de "adornar" sus cuecas con algunas tallas de su cosecha. Por supuesto que le fue terminantemente prohibido cometer tal desaguisado. Sin embargo, luego de algunas pruebas, Gándara demostró que nada había de malo ni lesivo a los oídos de los que compraran las grabaciones, salvo si se considerara fuera de gusto la picardía criolla.
El huaso según Críspulo
Críspulo Gándara nació en 1883. Era hijo de un obrero de modestos recursos, quien sólo pudo dar a su hijo una precaria educación, ya que había otros doce hermanos por quienes velar. La infancia de Críspulo no fue, pues, de las más dulces. Comenzó a ganarse la vida a los doce años como aprendiz de hojalatero, trabajo que desempeñó hasta la hora de su muerte y que alternaba con la música.
El campo, su lugar natal, le atraía; no había fiesta en que no estuviese presente el joven artista. Con otros muchachos guitarristas y cantores formó sus primeros conjuntos, amenizando toda fiesta donde fueran invitados, las más de las veces sin paga. Cierta vez que alguien lo oyó en estos menesteres le sugirió la conveniencia de trasladarse a Santiago para mostrar su trabajo, ya que lo que él hacía (cantar, tocar la guitarra y payar) era desconocido en la metrópoli. Por entonces los pocos discos de música chilena que se escuchaban venían de Estados Unidos y Argentina, y no mostraban lo que Gándara podía hacer. Su trabajo, pues, era novedoso.
Cuando el músico llegó llegó a Santiago debutaba un conjunto llamados Los Cuatro Huasos. Pero aquellos no eran huasos, "eran hijitos de sus mamás que disfrazados de huasos cantaban": ésos serían más o menos los pensamientos de Gándara cuando vio al conjunto en el Teatro Dieciocho, según relatarían luego algunos cercanos. El músico creó sus propios conjuntos. Los Huasos de Pichidegua y Los Trovadores de Arauco fueron los dos más importantes que organizara y dirigiera Críspulo Gándara y que trascendieron los estudios de grabación, con los cuales paseó nuestra música por todos Chile y gran parte de América del Sur.
En 1932 el sello Odeon comenzó a grabar discos en Chile y los huasos de Gándara fueron los primeros en su género en pisar un estudio de grabación. La Odeon deseaba contrarrestar la creciente popularidad de Los Cuatro Huasos (más tarde contrataría a los mismos Cuatro Huasos, pero bajo el nombre de Los Huasos de Ahumada, a fin de eliminarlos del catálogo de la Victor, estrategia que no fructificó).
Se hundió el Transporte Angamos: el vals como tragedia
Los Huasos de Pichidegua grabaron más de ochenta discos, cantidad importante para aquellos tiempos. Sin duda el tema que les abrió la puerta de la celebridad fue aquel que hablaba de una tragedia marítima que sobrecogió a los chilenos: el hundimiento del vapor Angamos. Tal fue el éxito de "El hundimiento del Angamos" que la Odeon obsequió a Gándara un automóvil, lujo que ningún músico popular podía darse por entonces. Desafortunadamente el artista no hacía del dinero una pasión, y todo lo que ganaba lo derrochaba a manos llenas en su generosa bohemia.
Cuando el trío de los Huasos de Pichidegua se separó, el payador formó otro conjunto bajo el nombre de Los Trovadores de Arauco, y que si bien no tuvieron la resonancia de sus antecesores, fue un grupo preponderante en nuestro medio. Sus integrantes eran Elías Bologini, Montenegro y el propio Gándara, y conocieron sus mejores épocas hacia fines de los años '30. Artísticamente estaban mejor dotados que Los Huasos de Pichidegua, pero también existía por entonces mucha más competencia en grupos como Los Quincheros y Los Provincianos, que eran los dos mejores de los años '30 y '40, por no nombrar a Los Cuatro Huasos, que estaban entrando en el ocaso de su arte.
Hacia 1945 Críspulo regresó a su querida tierra sureña y se instaló en algunos negocios, producto de lo que había logrado salvar de su bonhomía. El 10 de junio de 1971 los diarios publicaban la noticia de un homenaje rendido a este artista en Concepción, en el que se le otorgaba una pensión de gracia en reconocimiento del Congreso "por cuanto había hecho por la poesía popular y nuestro folclore, y como un galardón bien merecido por los ochenta y dos discos en que grabara payas y cantos de Chile".
Más abajo la crónica continuaba con una premonición: "Ojalá no tarde demasiado esta recompensa que don Críspulo se ha ganado con creces y que muy pronto se haga efectiva para satisfacción y tranquilidad de este viejo payador, que tanto nos ha dado con su talento y acendrada chilenidad". Pero la recompensa llegó tarde, pues el 5 de julio de ese mismo año moría Críspulo Gándara, el último auténtico payador chileno.
Actualizado el 03 de febrero de 2016