Con influencias directas en las dinámicas percusivas provenientes de bateristas de fusión y jazz como Cristóbal Rojas, Roberto Zamora, Andy Baeza y su contemporáneo Daniel Rodríguez, el perfil de Cristóbal Tobar fue tomando cuerpo en una panorámica abierta de estilos. Ya en sus inicios como músico había sido, por ejemplo, baterista de la primera época de Javier Barría en los circuitos del underground capitalino, aunque también un habitual nombre en sesiones del club Thelonious, como músico y como auditor formado en la apreciación de sus pares. En 2004 elaboró un método para estudio y ejecución titulado “Introducción al drum & bass para la batería acústica”.

Sus diversas colaboraciones en un circuito independiente en Chile finalizaron con su incorporación a la banda de Pedropiedra, que le daría más visibilidad como músico, en presentaciones como el festival Lollapalooza de 2012. Al año siguiente, Tobar se mudó a Ciudad de México, donde estaría por tres temporadas activo en las bandas de los chilenos Mariel Mariel y Andrés Landon, la argentina Daniela Spalla y el dominicano Álex Ferreira. Sus trabajos discográficos como baterista incluyen gran cantidad de títulos: Animal (2008, Marcelo Vergara), En algún lugar (2009, Quarto Mundo), Todo es real (2010, Uruz), Foto pa ti (2015, Mariel Mariel) o Indias (2016, Andrés Landon). Como nombre propio, en 2009 comenzó organizar su banda de jazz funk llamada Nasty Trío, que logró su primer álbum con el sello Vértigo, junto a sus sidemen Raimundo Barría (órgano) y Patricio Rojas (bajo).