Iñigo Díaz
Como gran parte de los guitarristas eléctricos chilenos, Molina se inició en la música con algunos nombres del rock progresivo como horizonte, pero ya a los 18 años, en 1984, se integró a una agrupación que marcaría su rumbo definitivo: la Hamilton Big Band. Bajo las órdenes del saxofonista ecuatoriano Hamilton Vela, y con muchos de los más prestigiosos jazzistas de la época en la alineación estelar, Molina comenzó su formación en los rudimentos del swing.
Desde 1996 lideró el grupo experimental Fedón, para el que escribió música para cuarteto (guitarra, contrabajo, batería y trompeta). Sus composiciones desarrollaban el concepto del llamado “jazz abstracto”, una visión muy personal del autor sobre la transferencia de los principios pictóricos propuestos por los pintores abstractos a estructuras sonoras. Posteriormente, Molina trabajó como líder de una serie de tríos jazzísticos con música escrita especialmente no sólo para estos formatos sino para las características de cada uno de los solistas involucrados. En este sentido, Molina operó más como compositor docto que como jazzista. En sus ensambles utilizó contrabajistas como Alejandra Santa Cruz, Cristián Espiñeira y Daniel Navarrete, y a bateristas como Andy Baeza, Felipe Candia y Nicolás Ríos.
En 2000 el guitarrista amplió el formato original del cuarteto Fedón, a sexteto. Esta nueva banda se transformó en definitiva en su principal proyecto como solista. Molina incluyó entonces una sección rítmica de jazz y una primera línea de instrumentos doctos (trompeta, flauta y fagot), donde destacó el fagotista Nelson Vinot.
Libre y total: el discurso improvisado
Un año más tarde comenzó el coliderazgo del trío de improvisación libre y jazz vanguardista Turangalila (con improvisadores como los saxofonistas Edén Carrasco y luego Alejandro Rivas), que surgió tras las experiencias obtenidas en los primeros talleres de música improvisada que dictó el pianista inglés Martin Joseph en Chile. Con este proyecto, Molina se consolidó definitivamente como guitarrista experimental y intuitivo improvisador, con estudios de “guitarra preparada” y el desarrollo de nuevas y personales afinaciones con la que logró traducir a sonidos un extento trabajo de marco conceptual para su obra.
En 2005, y luego de cerrado este proyecto de ensamble, Molina pasó a ser uno de los impulsores del colectivo de improvisación libre Tiempo Real y con Navarrete (además de Ríos) lanzó en 2008 su manifiesto a través del disco experimental Schfrtk. Un año después llevó su propósito de gestión y difusión de la música improvisada a Piso 3, escenario que fundó junto a la compositora Karla Schüller y el percusionista Roberto Zamora, donde se programó semana a semana diversos proyectos vinculados a la improvisación.
Durante las siguientes temporadas se presentaron en ese escenario importantes y muy diversos creadores, desde la música hasta la danza y otras propuestas escénicas. En paralelo, Molina continuó con sus colaboraciones abiertas junto a distintos solistas y proyectos. Una de ellas se tradujo en el disco a dúo con la contrabajista Amanda Irarrázabal, titulado Al tiro (2013), pero ya desde el año 2010, el guitarrista había rearticulado sus ensambles de pequeña dimensión para explorar el nuevo concepto de "improvisación total", obtenido del libro Improvisation, del influyente músico inglés Derek Bailey.
Ese conjunto, que Molina presentó como RAM Trío junto a Angelo Cassanello (trombón) y Matías Mardones (batería), inició la profundización del concepto grabando el disco Rabdomante (2010), y luego se presentó en festivales de vanguardia e improvisación en ciudades como Buenos Aires y Recife. La cualidad sonora del trío cambió pronto con las incorporaciones de Isidora O’Ryan (cello) y Nicolás Ríos (batería), y en ocasiones el conjunto se amplió para actuar entonces como RAM Cuarteto, combinando trombón y chelo junto a la columna vertebral de guitarra eléctrica y batería.
Los siguientes publicaciones, una ráfaga imparable de álbumes con distintos improvisadores, como Bonzo (2012), Nebula memoria (2014), Unseen seas (2016), La bastardilla es nuestra (2017), Atractor extraño (2017), Subitáneo (2017), Sizigias (2018), Inminente (2019) y Subitáneo / neotáneo (2020), dieron nuevas muestras del lenguaje musical de la totalidad e improvisación desarrollado por Ramiro Molina.
Actualizado el 10 de abril de 2021