El Canto Nuevo contaba con peñas, parroquias y algunos patios universitarios. El rock, uno que otro gimnasio municipal. La balada, los sets de televisión. En el Chile bajo dictadura, el pop de propuesta también debió forjar sus propios espacios, al margen de la mirada militar y autoritaria, y en códigos nocturnos dfierentes a los de la trova o la distorsión.

El Garage Internacional de Matucana está entre esos espacios capitalinos de creación artística disidente y autogestionada, de existencia breve (1985 a 1991) pero recuerdos imperecederos. Los inicios de bandas importantes, como Electrodomésticos y Fiskales Ad-hok, y las historias breves de Dadá y Pequeño Vicio están esencialmente vinculados a sus rincones, así como los de propuestas de teatro y videoarte. El galpón de mil metros cuadrados era, también, un lugar para bailar y encontrarse entre iguales; esos iguales entonces en riesgo en los espacios más pulcros y obedientes de Santiago.

Fotos de revista Matucana 19

Multiforma
Era un taller mecánico lo que funcionó por años en la dirección de Matucana 19, a media cuadra de Estación Central en dirección a la Quinta Normal. Los jóvenes hermanos Jordi y Rosa Lloret heredaron el lugar de sus padres, y decidió abrirlo a manifestaciones artísticas. Una capacidad de hasta 500 personas y la ausencia de casas residenciales vecinas facilitaba pensar en cierto agite sin riesgos de censura.

El espacio entregado a los artistas dio pie a una programación tan diversa como impredecible, aunque siempre de firme espíritu de resistencia y enlace entre sus participantes. Tal fue su viveza, que una revista de fotos, textos y cómic llegó a documentarla por un tiempo, y que se llamó igual que el lugar: Matucana 19.  Ha escrito Lloret :

«Matucana 19, donde se hicieron las primeras fondas distintas. Donde Mauricio Celedón y el Teatro del Silencio elevaron el teatro a alturas mundiales […]. O los murales de Codocedo, Albornoz, Achurra, Lu; o de La Contingencia Sicodélica, con Pablo Domínguez, Rodrigo Hidalgo, Mauro Jofré. Y las tocatas […]. Una acción cultural por una democracia más profunda e igualitaria […], una forma de crecimiento personal y colectiva, en medio del miedo y los exilios, tratando de tejer otro poco nuestra identidad del sur del mundo».

Hasta Superman
Aunque el Garage Internacional de Matucana suele citarse como referencia de actividad artística, acogió también frecuentes concentraciones de objetivo político. Creativas todas ellas, con convocatorias bautizadas como "Fiesta del Montón de Inscritos" ad-portas del plebiscito de 1988, o El encuentro de tres días y "Las tres mil mujeres".

Entre sus anécdotas célebres, la acogida a nada menos que Superman, cuando en noviembre de 1987 el actor Christoper Reeve llegó a Chile en visita exprés de solidaridad con los 77 actores chilenos amenazados de muerte ese año, por el inédito y siniestro  Comando 135 - Acción Pacificadora Trizano y se realizó un acto central en el Garage. Pero hay muchas más historias, y referencias en el libro La era ochentera, de los periodistas Macarena García y Óscar Contardo o el libro Matucana 19, escrito a varias manos (entre ellas, las del propio Jordi Lloret) y publicado en 2019.

En 1991, ya terminado el gobierno de Pinochet, el Garage cerró sus puertas y la familia lo vendió. Desde entonces, hasta hoy, han funcionado bodegas y comercios de mecánica automotriz, como en el resto de la cuadra, donde hoy es difícil imaginar que en ese lugar funcionó uno de los espacios creativos disidentes más llamativos del Santiago de los tiempos finales de la dictadura.

—MusicaPopular.cl

Izquierda: el libro Matuacana 19, de 2019. Centro: la entrada del Garage en 2020. Derecha: el poeta Jordi Lloret, artífice del espacio y coautor del libro.

Barrio comercial y automotriz