Paulina Cabanillas F.
Acaso su interés por encontrar el vínculo primigenio entre ser humano y tierra se deba a su ambulante infancia. Debido al cargo diplomático de su padre, Purdy vivió en Filipinas, España y Brasil, para establecerse en Chile recién en 1987, durante su adolescencia. Es licenciada en Arte con mención en pintura de la Universidad Católica de Chile, y su nombre empezó a circular en el mundo de las artes visuales con "P. E. T., escenas de caza", exposición basada en la creación de animales híbridos, previamente embalsamados (se recuerdan al respecto, artefactos suyos como «el gato-mochila», la «rata-micrófono», el «pato-lámpara» y el «caballo-sillón»), fusionando taxidermia, moda y artesanía.
En busca de transgredir sus propios límites creativos, Caterina Purdy incursionó por primera vez en la música en 2004. Bajo el nombre de Purdy Rocks y junto a su multipista Roland SP808 compuso el disco Rock my ass (2004), producido por Gabriel Vigliensoni, en el que nuevamente salió a flote su atracción por la animalidad, lo mítico y lo remoto. En diecisiete tracks, compuestas a partir de bases electrónicas simples y sonidos extraídos del pop, el punk y el heavy metal, Purdy Rocks se erigía allí como una cazadora de seres legendarios, mitad humanos, mitad bestias, que siempre ha sido desde que empezó a dedicarse a las artes. Así lo demuestran canciones como "Monga", "Shenga, la warrior", "Maya kin" y "Pussy metal".
Su siguiente alter-ego musical sería el de Cholita Sound, una vez que la cultura indígena boliviana, el misticismo y las hierbas medicinales capturaran su atención y sus búsquedas. «Mis canciones hablan del panteísmo o de reconocer a Dios en la naturaleza —comentó una vez en revista Paula— Para mí, Dios es lo mismo que el amor o el universo o la naturaleza. Mi palabra favorita es conciencia». Un inesperado cruce de electrónica, reguetón y ritmo andino sostiene el único disco con ese seudónimo, Ponte free (2011).
Actualizado el 15 de marzo de 2024