Jorge Leiva

La cueca como espectáculo
El nacimiento de este conjunto tiene que ver más con necesidades de espectáculos que con la búsqueda de expresiones folclóricas. En los años '20, según explica el musicólogo Juan Pablo González y el histyoriadore Cladio Rolle en Historia social de la música popular en Chile (1890 - 1950) (2005), Santiago era "una ciudad de medio millón de habitantes, muchos de ellos inmigrantes provincianos y campesinos, que constituían un mercado potencial para la música campesina en la ciudad". Para ellos, sin embargo, no existía forma de ver o escuchar cuecas y tonadas. Ante esa carencia, en 1922 surgieron Los Guasos de Chincolco, que tomaron su nombre de una localidad al interior del valle del Aconcagua.

En el disco Los Guasos de Chincolco 1921-193..., editado en el 2007 por el investigador Carlos Martínez, así define el origen del nombre:

Tomaron el nombre de Chincolco, un pequeño y remoto pueblito cordillerano al interior de Petorca en la provincia de Aconcagua que según Antonio Acevedo Hernández, representaba para los santiaguinos, “el sitio más guaso de Chile…parece que usted viniera de Chincolco adentro…”, según cuenta les decían a las personas cuando se distinguían por su llaneza campesina en el hablar.

En el campo chileno, el oficio musical era inusual entre los hombres, porque era las cantoras campesinas las encargadas de la música en fiestas y celebraciones. En las ciudades, sin embargo, esas tradiciones eran menos nítidas, y Los Guasos de Chincolco fueron una de sus primeras demostraciones. Repertorio campesino, canciones argentinas y cuecas conformaron su repertorio, que ellos presentaban con un cuidado acento en su apariencia. "Dentro de su propuesta escénica vistieron trajes típicos de huasos, con chamanto pañuelo y espuelas, escenificando la presencia y sensación del campo chileno", dice Carlos Martínez.

Aunque ellos no eran huasos -y en el campo no existía el oficio del "huaso músico"- la fórmula resultó un éxito: "Interpretaban los sentimientos del público y en los escenarios entusiasmaban sin contrapeso", describe Martínez.

De dúo a cuarteto
Jorge Martínez y Julio Cartagena fueron la base del conjunto. Ellos eran un dúo musical que actuaba en el teatro Esmeralda y que asesorados por el empresario teatral Augusto Pérez incorporaron tonadas y cuecas a sus espectáculos, hasta entonces dominados por la música extranjera, y adoparon el atuendo de huasos.

Los hermanos Fernando y Guillermo Montero se sumaron al año siguiente, convirtiendo al conjunto en un cuarteto que, como todos los grupos que lo siguieron, alternaba repertorio folclórico con música extranjera. En medio de su actividad en vivo,  en 1923 viajaron a Argentina para grabar con el sello Victor, que registró de esa manera las primeras tonadas chilenas en un disco, y luego aumentaron su repertorio cuando esa compañía discográfica, llamada entonces RCA Victor, se instaló en Chile en 1927.

La música que se comenzaba a difundir por los discos y en la naciente radio en la década del 20 era mayormente extranjera, por lo que el formato que inauguraron los Guasos de Chincolco fue rápidamente aceptado por el público chilena, y por la elite, qu carecía de referentes culturales propios. Fue así como los teatros, las radios y los discos  se abrieron a este formato, y, según Juan Pablo González y Claudio Rolle, hasta 1950 sumaron al menos una veintena. En esa historia, el devenir de la actividad de los Guasos de Chincolco se pierde un poco. Se sabe que estuvieron activos hasta los años '30, completando una prolífica discografía en formato 78 RPM.

En 2007 el músico, investigador y coleccionista Carlos Martínez dirigió un proceso de recuperación, digitalización y edición de algunas grabaciones, y editó el disco Los Guasos de Chincolco 1921-193..., subtitulado como "Restauración de grabaciones en discos de acetato de 78 revoluciones por minuto".  En el texto de presentación el investigador resumió el repertorio del conjunto: " Cantaban canciones chilenas, cuecas y tonadas, muchas de las cuales, al analizarlas, no eran propiamente tales, sino que correspondían a habaneras, yaravíes, zambas cuyanas, estilos, canciones españolas y otras géneros afines".El registro representa un valioso trabajo de recuperación de una historia que se conoce poco, pero que resulta fundacional en varias dimensiones de la música chilena.