Eduardo Gutiérrez

Cuando a mediados de los años '90 el punk rock chileno gozaba de tan buena salud como para comenzar a ser acogido por la gran industria discográfica, Concepción no se quedaba atrás. Destacaban en la ciudad nombres como Machuca o Ecocidio, por lo que la efervescencia entre los hermanos Juan y Paulo Bravo, y Claudio Zantana era lógica al momento de fundar Pegotes, en 1994. Tardaron cuatro años en presentar un primer álbum, editado de manera independiente por Brutal Recordz en formato cassette, pero con la suficiente fuerza para llevarlos a escenario de su región y también de Santiago (como los conciertos "Un Grito de Fin de Siglo" en 1996, 1998 y 1999, en Concepción; o el "Festipunk" de 1998 y 1999, en Santiago).

Pegotes se mostraban desde un inicio incisivos en relatos sobre las vivencias del barrio y la marginalidad, mientras su música bebía del punk más clásico, pero con un sonido casero. Su segundo disco, Tenemos punk rock (2000), fue grabado en la capital bajo la producción del entonces manager de Machuca, Manuel Guzmán. Su salida antecedió un cambio de bajista que no aplacó su ritmo de trabajo. Para la publicación de Hasta cuándo (2003), Pegotes era ya referente del estilo en el país, e incluso con esporádica rotación en radios para algunos de sus singles. Además de compartir escenario con varias bandas nacionales (Los Miserables, Fiskales Ad-hok, BBs Paranoicos), el grupo penquista fue soporte de los shows en el país de las agrupaciones argentinas Ataque 77 (1999), 2 minutos (2000, 2004 y 2005) y Flema (2009).

Con varios cambios en su formación y pasando a ser un cuarteto, lanzaron su cuarto disco, A la mierda (2010), e iniciaron la celebración de sus veinte años de carrera, recorriendo todo Chile con una gira de norte a sur, y una visita a Argentina. El hito estuvo acompañado por la publicación del compilatorio XXI (2016).