Que no se lean como poesía ni gran literatura, pero tampoco como «bodrios insoportables que la paciencia del lector no pueda soportar», pide Eduardo Carrasco, director artístico de Quilapayún, en la presentación de este cancionero con algunas de las letras compuestas para canciones de su grupo, para sus propios discos solistas o para el servicio de compositores y arregladores tan importantes como Luis Advis, Sergio Ortega, Gustavo Becerra y Juan Orrego Salas. Su autor las describe como «modestos frutos del ingenio que a veces expresan bien sentimientos sencillos cuyo valor está en que todos alguna vez los hemos albergado en nuestro corazón», y las divide en siete categorías: irónicas, políticas, de familia, reflexivas, de amor, décimas y cantatas.