Raquel Barros (1919-2014)
Expresión, coquetería y gracia: gracias a Raquel Barros Aldunate por su huella en la investigación y proyección del folclor chileno.
viernes 17 de julio de 2015
–Mi madre bailaba cueca con mucha gracia. Lo que tenía era la gracia, la coquetería, entonces bailaba con mucha expresión –es uno de los recuerdos de infancia hechos por Raquel Barros hace un par de años, en una conversación en 2012, si se trataba de remontarse a los inicios de la presencia del folclor en su vida. Maestra, directora de conjuntos, recopiladora, investigadora, intérprete de instrumentos, cantos y danzas, Raquel Barros Aldunate murió este 11 de agosto tras una carrera en la que el interés por la tradición despuntó temprano en la infancia y permaneció con ella durante toda la vida.
Su nombre merece un sitio entre las altas cumbres del folclor en Chile. Y esa es una nomenclatura en la que por lo demás abundan las mujeres y su aproximación particular y afectuosa, como consignaba el musicólogo Rodrigo Torres con motivo de la despedida de la folclorista. Corrían los tardíos años '40 y los tempranos '50 y se alineaban ciertas trayectorias paralelas: Margot Loyola inauguraba en 1949 las Escuelas de Temporada con las que impartió el conocimiento del folclor que venía recopilando en los campos; Violeta Parra iniciaba en 1952 su recorrido similar de investigación en terreno, y en medio de las dos, Raquel Barros fundaba en 1950 la más duradera agrupación de proyección folclórica de Chile, para sumar su nombre y su método a esa trilogía que hoy es posible advertir en retrospectiva.
Ese elenco, activo hasta hoy, es la Agrupación Folklórica Chilena Raquel Barros. Y si Margot Loyola y Violeta Parra encarnan a la folclorista que recorre los campos en busca de la tradición, Raquel Barros sumó a esa tarea la de la proyección folclórica, por la vía de llevar a escena el resultado de esas investigaciones en terreno y con su Agrupación como vehículo de tal iniciativa. Es una proyección folclórica que luego aparecería en conjuntos surgidos desde los años '50 y '60 en adelante como Cuncumén, Millaray, Ancahual, Lonquimay, Palomar y más, todos parte de una genealogía que llega hasta la actualidad y que ha legado nuevos nombres de mujeres entregadas al oficio de folcloristas como Silvia Urbina, Gabriela Pizarro y la actual Patricia Chavarría entre otras.
Al mismo tiempo Raquel Barros se destacó entre sus pares por su aproximación definitiva al mundo académico, en especial a partir de su incorporación en 1958 al Instituto de Investigaciones Musicales de la Universidad de Chile, derivado en la actual Facultad de Artes de esa universidad. Allí compartió labores con musicólogos y otros estudiosos como Vicente Salas Viu, Eugenio Pereira Salas, Jorge Urrutia Blondel, Carlos Lavín, María Ester Grebe y Manuel Dannemann entre otros, y con este último produjo desde fines de los años '50 una rica bibliografía dedicada a materias como la poesía folclórica de Melipilla, el guitarrón en el departamento de Puente Alto, la religiosidad popular, el romancero chileno o el folclor de Chiloé, en paralelo a las actividades con la Agrupación.
Es cuantiosa la herencia que queda de su trabajo. Está en las obras de su Agrupación: trabajos sobre cantos y danzas del Maule, las tertulias citadinas, la tradición chilota, la obra pictórica de Juan Mauricio Rugendas y Manuel Antonio Caro o la artesanía, veta esta última de la que nace la más popular representación del conjunto, "Cerámica de Talagante". Está también su trabajo de extensión en diversos municipios desde los años '70 en adelante, los numerosos premios obtenidos y el registro discográfico, uno de cuyos primeros títulos en los años '80 es la cassette Lo que mi madre me enseñó, inspirada en el repertorio de habanera, jota, vals o tonada aprendido de su madre, Raquel Aldunate, la misma que bailaba en esos recuerdos de niñez de Raquel Barros. Y no cuesta nada de trabajo creerle, a la vista de cómo la folclorista bailó en escena al celebrar las seis décadas de su Agrupación en 2012, sobre el escenario del Teatro Antonio Varas de la capital. Ahí, a sus 92 años, Raquel Barros Aldunate sacó a relucir como cada vez esa cueca con gracia, coquetería y expresión que es parte de lo mejor de su generoso legado.
Foto: retrato publicado en el libro "Agrupación Folklórica Chilena Raquel Barros 1952-2009" (2009).