Quién tiró la bala para Víctor Jara
Un reportaje de TV arroja nueva luces sobre una pregunta que lleva demasiado tiempo sin responder.
viernes 17 de julio de 2015
No es raro que la agenda de la música y de la canción popular vaya más adelante que la de los medios informativos. "Quién tiró la bala para Víctor Jara / Nadie nos dio la cara", son las dos primeras líneas de una de las canciones del reciente disco La makinita (2010), de Juana Fe, y es sobre todo una pregunta que está por cumplir cuarenta años sin ser respondida. El reportaje que el miércoles 16 de mayo emitió el canal de TV Chilevisión sobre el asesinato de Jara, perpetrado en septiembre de 1973 en el santiaguino Estadio Chile, confirma que es imperativo no dejar de cantar ni hablar al respecto mientras exista impunidad en las causas por violaciones a los derechos humanos en Chile.
Parte de los mal llamados "casos emblemáticos" de la represión desencadenada por los militares durante la dictadura de Pinochet, la muerte de Víctor Jara es en efecto uno de los más notorios de esos crímenes, pero comparte con la gran mayoría de las tres mil víctimas similares documentadas en el Informe Rettig el estado de escaso o nulo avance en la investigación judicial. En los últimos años ha habido progresos y retrocesos, entre el cierre y la posterior reapertura casi inmediata del caso por parte del juez Juan Eduardo Fuentes Belmar en mayo y junio de 2008; el primer procesamiento dictado en la causa, contra el ex conscripto José Adolfo Paredes Márquez, en mayo de 2009; y los interrogatorios al ex comandante en jefe del Ejército, Óscar Izurieta, y al condenado represor Miguel Krassnoff Marchenko, ordenados por el magistrado Fuentes en mayo de 2010.
El reportaje del programa "En la mira", de Chilevisión (verlo aquí y aquí), aparte de lo llamativo que sea ver en pantalla a la conductora Macarena Pizarro no por la publicidad de una cadena de retail sino por su trabajo como periodista, acierta al sumar nuevos testimonios públicos al caso. Entre ellos figuran los de la dirigenta social Mónica Salinas, una de las mujeres que encontraron el cuerpo del artista en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano de la capital, y el de Héctor Herrera, entonces funcionario del Registro Civil asignado como dactilógrafo para tomar las huellas de los cadáveres, quien permitió la identificación de Jara, además de los de otros prisioneros que compartieron las últimas horas del cantante y los de conscriptos que fueron enviados a Estadio Chile, como el mencionado José Paredes Márquez, quien en 1973 tenía dieciocho años.
Pero esta vez la investigación sube un peldaño hacia los mandos superiores. El ex conscripto señala como autor material del asesinato a Pedro Pablo Barrientos Núñez, entonces teniente de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, en San Antonio, y destinado como uno de los oficiales a cargo del estadio. Barrientos Núñez vive desde 1990 en EE.UU., donde se dedica a la compra y venta de automóviles, y allá ha sido interrogado por el FBI a raíz de un exhorto enviado en 2010 por la justicia chilena como parte de la investigación. Localizado por el equipo de "En la mira" en ese país, dijo desconocer al ex conscripto que lo acusa y alegó inocencia ante las cámaras, pese a lo cual se negó a comparecer ante los tribunales chilenos. "Lisa y llanamente no voy a ir", afirmó.
La cadena de mando de los responsables del Estadio Chile en septiembre de 1973 es un engranaje más complejo. Según el reportaje y otras fuentes como el Centro de Investigación Periodística, Ciper, al mando del campo de prisioneros fue puesto en1973 el comandante César Manríquez Bravo, por orden del general Arturo Viveros, jefe del Comando de Apoyo Logístico y Administrativo (Cae) del Ejército. Entre los oficiales destacados en el lugar figuran los nombres de Nelson Edgardo Haase Mazzei, Rodrigo Rodríguez Fuschloger, Jorge Smith Gumucio, el citado Pedro Pablo Barrientos Núñez y Edwin Dimter Bianchi, este último identificado a menudo con el oficial apodado "El Príncipe". La línea de mando llega hasta el Ministerio de Defensa, que tras el golpe militar quedó en manos del almirante Patricio Carvajal y del comandante Herman Brady, quienes tenían como subalterno al coronel Sergio Arellano Stark, jefe de la agrupación de combate Santiago Centro, y éste era secundado a su vez por oficiales como Pedro Espinoza, Marcelo Moren Brito y Armando Fernández Larios, todos futuros miembros de la comitiva de exterminio conocida como "Caravana de la muerte".
Una de las hijas de Víctor Jara expone con rigurosa serenidad el estado de la investigación en otro de los testimonios del reportaje, con nombres y apellidos. "En torno a la muerte de Víctor desde hace años aparecen en el proceso seis oficiales del Ejército de Chile. Ellos son Jorge Smith, Edwin Dimter, Raúl Jofré, Nelson Haase, Pedro Barrientos y Luis Ernesto Bethke. Para nosotras ellos son o autores o cómplices o encubridores del horror que ahí se vivió, y en particular de la muerte de Víctor. Así también pensamos que entre ellos hay quienes saben desde dónde vino la orden de asesinar a Víctor Jara". Nelson Caucoto, abogado de la familia, aporta más antecedentes. "Yo sospecho, y creo que el país también sabe, que esta orden vino desde el Ministerio de Defensa (…). Víctor era un sujeto muy importante para los líderes de la jefatura miitar, y por ahí vino la orden para eliminarlo".
"Quién tiró la bala para Víctor Jara / Nadie nos dio la cara / Ni el que la disparaba / Ni el que las órdenes mandaba", es el verso completo de la citada canción de Juana Fe, "La bala", y apunta a la cuestión de fondo. Víctor Jara ya recibió el homenaje multitudinario de un funeral largamente aplazado en 2009. Hoy el Estadio Chile se llama Estadio Víctor Jara y desde el mismo año es un Monumento Nacional para la memoria. Pero más allá de esos símbolos y los nuevos testimonios hechos públicos por un reportaje como el de "En la mira", las preguntas sobre este crimen siguen sin respuesta después de cuatro décadas. Lo dice el citado abogado Nelson Caucoto, y ni siquiera es preciso citarlo entre comillas porque es un juicio del más elemental sentido común: el Ejército de Chile sabe que el caso de Víctor Jara le va a seguir causando mucho daño como institución, y la única manera en que pueda reivindicarse por la participación de sus miembros en este crimen es entregando la verdad.
Foto: Antonio Larrea.