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Conservadores por el cambio

Los Fondos Cultura del actual Gobierno no se ven tan distintos a los de la era concertacionista.

viernes 17 de julio de 2015

Es cierto que el nombre es diferente. En el nuevo gobierno se llaman Fondos Cultura, en lugar de los Fondos de Cultura que funcionaron en los años previos: una preposición menos para marcar una diferencia. Pero más allá de la forma, una prueba con contenido iba a ser el comportamiento de la nueva admistración en la asignación de fondos concursables. Y en esos resultados, entregados el jueves 13 de enero, más que una ruptura se advierte una continuidad con las políticas de selección de proyectos de la era concertacionista.

Hace poco más de un año, en plena campaña electoral, una caricatura disponible ante la inminencia de un gobierno de derecha era la amenaza de un desembarco en masa de huasos con espuelas, marchas militares, Patricia Maldonado y hasta Negro Piñera para ministro de Cultura. Nada ni cercano a ese desfile pintoresco se ve en los resultados del Fondo de Fomento a la Música Nacional, que es el que nos ocupa, en cuanto a proyectos aprobados e incluso a seleccionadores convocados. Algo que habla de la poca relevancia de figuras como las citadas MaldonadoPiñera y revela que si no estuvieron antes no fue por alguna clase de discriminación ideológica sino por falta de ideas.

Sí basta una revisión en detalle para advertir montos asignados a creadores comprometidos en una campaña tan anti-neoliberal como "Patagonia Sin Represas" en el caso de La Mano Ajena, a artistas inscritos en la historia de la resistencia contra la dictadura de Pinochet como Patricio Liberona, Santiago del Nuevo Extremo y Fulano, a creadores como Andreas Bodenhofer, Federico Schumacher, Magdalena Matthey, Juan Antonio Sánchez, Antonio Restucci, Los Trukeros y más, que han trabajado de modo sostenido en últimos años y que, en ocasiones, merecieron estos financiamientos estatales durante los gobiernos de la Concertación. Continuidad, en una palabra.

Desde los otros fondos culturales hay señales afines, en nuevos ganadores del Fondart como la compañía Teatro Cinema, heredera de La Troppa, o La Patriótico Interesante, que con este auspicio montará la obra callejera "La victoria de Víctor" en torno a la figura de Víctor Jara y que en estos días asalta el festival Santiago a Mil con un pasacalle rockero sobre los 500 años de despojo del pueblo mapuche a manos del Estado chileno. Nada de esto es extraño, porque éste es el contingente real de músicos de raíz latinoamericana, de bandas de rock, de sellos independientes, de jazzistas, de compañías de teatro, que en los últimos años aprendió a postular y a ganar estos fondos concursables sin resignar por eso un discurso social crítico.

Sería ingenuo pensar que todo sigue igual. En la selección de propuestas no se nota un cambio de timón, pero no conocemos todavía nóminas de proyectos rechazados que podrían dar más luces sobre los criterios de descarte. Por lo demás sí han sido evidentes los nuevos énfasis de la administración Cruz-Coke, en su privilegio a la gestión y al mercado más que a la creación artística, o en su discrepancia con el proyecto de ley que obliga a la emisión de un 20% de música chilena en las radios, en abierta pugna con los intereses de un ente como la Sociedad del Derecho de Autor. Y en los próximos días los medios, al menos los de oposición, deberían aludir a una situación tan discutible como el hecho de que uno de los ganadores de estos fondos sea el teatro Lastarria 90, sociedad entre cuyos participantes se cuenta el propio Ministro de Cultura. Una figura que se parece en extremo a las acciones de Lan o Chilevisión que Sebastián Piñera demoró demasiado en vender, o a las de Colo-Colo que todavía siguen en manos del Presidente.

En los mismos días en que eran anunciados los Fondos Cultura la pauta noticiosa  nacional fue monopolizada por el primer cambio de gabinete del Gobierno de Piñera y el desembarco de políticos avezados como Evelyn Matthey y Andrés Allamand, quienes desplazaron a dos tecnócratas sin experiencia partidaria. Ése sí suena a cambio de timón, con todas las lecturas posibles, desde un acercamiento de Piñera a las cúpulas de la UDI y RN hasta un intento por neutralizar liderazgos dentro de la misma derecha. En esa perspectiva, es claro que la autoridad tiene la inteligencia para no provocar choques donde no los necesita. En la cultura, por ejemplo. Al revés, aquí una política "tolerante" siempre se va a ve(nde)r bien. También en los días de estos anuncios, Fulano, por lo demás uno de los grupos ganadores del mismo Fondo de la Música, estrenaba en vivo en la Sala SCD el pasado viernes la primera composición de su próximo disco. Se llama "Conservadores por el cambio": una sátira a la derecha política que se apropia con éxito de conceptos progresistas. En una frase –y aunque sea una frase hecha–: una imagen que vale más que mil palabras.

Foto: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2011).