La historia de Rita Góngora, insigne cantante de jazz, tiene un capítulo desconocido, enlazado con Perú, de donde proviene su familia paterna. Ella vivió su niñez y adolescencia en Lima, en barrios como Miraflores, San Isidro y Jesús María. Allí conoció la fascinante y colorida cultura plurinacional de un país de puerto, urbe, selva y sierra, variantes que se filtran en distintos niveles entre su linaje. A mi Perú, su tercer álbum solista, luce en la cubierta una de sus pinturas alegóricas. Iba a ser apenas un saludo a esa historia en canciones, pero terminó siendo un manifiesto frente a un tipo de música que corre en paralelo al swing de la que ella fue una maestra. En consecuencia, la figura de la poeta y cantora Chabuca Granda se equipara aquí con la de Billie Holiday, que es la gran referencia en el canto de Rita Góngora. Acompañada por guitarra criolla, contrabajo y el cajón peruano del destacado Caruso Moraga, el repertorio aborda valses tradicionales y picaditos como "Ódiame" (Rafael Otero) y "Regresa" (Augusto Polo Campos), junto con valses de la propia Chacuba Granda, de marcada sofisticación poética y musical ("José Antonio", "La flor de la canela" y "Fina estampa"). También consulta como huaynos  como "Cariñito" (Ángel Aníbal) y "Poco a poco" (Mauro Núñez), y landó ("Cardo o ceniza") y zamacueca ("Coplas a fray Martín"), otra vez de puño, letra y canto de Chabuca Granda. —Iñigo Díaz