Aunque este videoclip reafirma la usual opción de Sebastián Lelio de emplear escenarios naturales, tiene un componente nuevo que lo distingue: Es el primero en que aparecen actores. Tres hombres y dos mujeres escogidos por el director (algunos se convertirían en célebres figuras televisivas poco después) protagonizaron este trabajo, concebido como "un homenaje al nuevo cine chileno de los años ‘60".

Es el cuarto trabajo de Lelio con Marciano y, como siempre, fue una canción escogida por él. Ross, del disco Polarizado, fue la excusa del realizador para imaginar este homenaje -"cariñoso", como lo define- y grabado en una tarde del 2002 en el centro de Santiago.

La dirección de arte de Daniela Jordán (que luego se conocería como la cantante María Perlita) consiguió caracterizar a los cinco actores como jóvenes revolucionarios de los años ’60. Ellos corren, rayan paredes, graban en cine, se esconden tras el orfeón de Carabineros (que casualmente se cruzó con la grabación) y gritan consignas revolucionarias en una ciudad que parece vieja, y que con la postproducción de imagen adquirió el color de las grabaciones de los años ‘60. Gritan consignas sin sentido y rayan paredes sin terminar las ideas: "Eran como revolucionarios que ya no tienen nada que decir", describe Lelio.

Hecho con cámara en mano, en formato MiniDV, y con un presupuesto suficiente para el cathering, es uno de los videos menos conocidos y más reveladores del estilo cinematográfico que, luego, haría célebre a Sebastián Lelio.