Alejados en el tiempo y geografía, diversos en circunstancia, hubo momentos, encuentros, cosas y lugares que para Mauricio Redolés fueron «algo nuevo»: los primeros mohicanos punk delante suyo, el inicio de talleres literarios ofrecidos por él en cárceles de Santiago, recitales propios y de otros (como el de Bob Dylan en Chile), encuentros remecedores, trámites mal resueltos, la escucha de apodos inolvidables. Y la prisión política, la tortura y el ajetreo del exilio, la militancia comunista y el retorno. Esos recuerdos breves, narrados con agudeza e incamuflable ternura, terminan siendo también pistas certeras sobre su mirada de poeta, así como crónicas del Chile reciente. No son la música, la lírica ni la política los énfasis que el autor elige darle a este singular recorrido, aunque están, a veces de manera reveladora (como su encuentro casual con el cantante Humberto Lozán en el Barrio Yungay) y otras en observaciones de verdad graciosas. Redolés ha levantado aquí una autobiografía parcial y elegante, sin pauta cronológica rígida ni retórica introspectiva. Sin alardes de autocrítica ni glorificación, y tampoco juicios a destajo sobre el camino de quienes se cruzó. Lo justo. Lo nuevo-anterior, que en la lectura vuelve a ser fresco.