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La cultura musical al interior de su familia, donde tuvo acceso a músicas en distintos niveles de abstracción, desde Mike Oldfield a Cocteau Twins y Björk, encaminaron a Claudia Lillo hacia la música. Por entonces ya tocaba el piano y la guitarra, aunque fue el contacto con el mundo digital de la producción musical la que definió su posición. Además, influenciada por la mitología de antiguas culturas, la literatura de fantasía y el universo del animé, ella creó su propio relato, que combinaba sonido e imagen en partes iguales. Primero tomó el nombre de Cloud, con el que presentó esa primera canción titulada "Veneno", y luego ya definitivamente el de Qloud. Ambos representaban la contracción fonética de su nombre de pila: Claudia.

Dos años de residencia en Los Angeles, California, le permitieron conocer de cerca el campo de la producción, una experiencia que además la introdujo en una escena de la eletrónica. A su regreso publicó las seis canciones de El mundo índigo, repertorio  donde mostraba esa narrativa fantástica y donde contó con la colaboración de la cantante urbana Flowyn ("No puedo despertar"). Luego, una siguiente serie de singles como "Mi luz", "Endless gaze", "Ya no pienso en ti" y "Nadie me va a entender" antecedieron la aparición su siguiente disco. Pero en el intertanto, ella acusó de plagio a la cantante y celebridad televisiva Vesta Lugg, argumentando uso del concepto que ella había elaborado para su propia imaginería.