Iñigo Díaz

Hijo del músico Raúl Sáez, percusionista clásico, integrante del grupo Rytmus de la U. de Chile en su momento y baterista de Santiago del Nuevo Extremo (1980-83), Pablo Sáez recibió de primera mano esas tempranas influencias musicales, acudiendo de niño a conciertos en el circuito del Canto Nuevo, sobre todo al Café del Cerro. Su formación como baterista se dio de la mano del fundamental Carlos Figueroa López, quien fue su profesor hasta el año 2000, cuando murió. En paralelo estudió armonía y contrapunto con Toly Ramírez.

En ese período como músico Sáez tocó en diversos conjuntos en los que se formó como baterista de jazz latino y fusión, además de tocar rock y pop. Tuvo experiencia junto con Emilio Miranda, de La Patogallina Saunmachín, y otros músicos de jazz como el guitarrista Pedro Rodríguez o los saxofonistas Franz Mesko y Jonathan Gatica. En ese tiempo lideró un cuarteto junto al saxofonista y flautista Pedro Villagra, el bajista Patricio Rocco y el baterista Claudio Andrés González.

En 2008 se estableció en Colonia para estudiar composición en jazz, lo que determinaría su siguiente período en la música, ya con experiencia académica y roce con músicos del mundo. Allí tuvo contacto con otros músicos chilenos de vida en Alemania, como Enrique Díaz y Ramón Gorigoitía, además de los ex Ortiga Sergio Terán y Manuel Torres, con quienes profundizó en el folclor sudamericano. Y más adelante tocó en distintos proyectos con el pianista Pablo Paredes, el guitarrista Álvaro Severino y el contrabajista Pato Banda.

Como líder de proyectos, organizó sus citados quintetos de jazz Surensemble. En ellos utilizó el trío base tradicional y un doble frente de guitarras acústica y eléctrica, dualidad que dio cuenta entonces de ese encuentro entre la música de la raíz austral y la música moderna, que quedó expuesta en sus álbumes Surensemble (2017), Inmamencia (2022) y Stay together (2024), con el que Sáez aumentó la fisonomía del Surensemble hacia una pequeña orquesta de vientos.