Iñigo Díaz

Desde esos teclados melódicos africano y afrocaribeño surgió un primer aire de creación en 1998, cuando el grupo pasó de ser un dúo a un trío con el disco Algo distinto (1999) hasta que diez años más tarde llegó a ser una familia musical con la integración de niños y jóvenes músicos y bailarines. Kalimarimba fue un referente en la música de mezclas junto a agrupaciones como Canfusión (a partir del candombe uruguayo), Entrama (raíz latinoamericana), Orixangó (percusiones africanas), Fractal (músicas del mundo) o Charanku (música andina). 

A mediados de los ’80, Carlos Óscar Piny Levalle (n. 1955) había descubierto la kalimba en Buenos Aires, su ciudad natal, un pequeño instrumento africano conocido en occidente como “piano para dedos pulgares” y que se extendió por todo su continente de origen con distintos nombres: malimba, mbira, kisaanji, likembe o sanza. En ese momento, Levalle dejó de tocar la batería, se inició en la destreza de la kalimba y luego se unió a un proyecto musical que lo llevaría a Chile. En 1989 conoció a Claudia Campusano (n. 1969) en un espectáculo del Teatro Palermo de Puente Alto y juntos montaron nuevas puestas en escena de ritmo y danza bajo el nombre de Ecos Étnicos.

Su trabajo de recopilación de poemarios mapuches de autores y el avance en la composición para kalimba derivó en una conjunción con la marimba folclórica del Caribe, cuando en 1991 Claudia Campusano entró en su quinto mes de embarazo y ya no pudo seguir bailando. Piny Levalle la introdujo en la percusión de la marimba y así nació el primer impulso. Para 1998 ya había nacido Relmu Levalle Campusano, futuro baterista, y el dúo Kalimarimba, que unía los sonidos de la kalimba y la marimba.

En 1999 se unió Miguel Campusano en percusiones y el grupo editó su primer álbum, Algo distinto (1999). Con el tiempo, los hijos de la pareja Relmu (que en mapudungun significa “arcoiris”) y Tramel (que es "horizonte”) comenzaron a participar de los ensayos y Kalimarimba añadió nuevas voces e instrumentos, como la flauta o la batería. Para entonces la imaginería mapuche ya se mezclaba con la pequeña musica de la kalimba.

A partir de allí el grupo creció en repertorio con la edición de nuevos álbumes en su línea propia de convivencias, fusiones y mestizajes: Homenaje (2001, con composiciones dedicadas a Violeta Parra y Víctor Jara), Horizontes y colores (2002, con saxofones y acordeón) y Antiguo apasionado (2007, con melódica, sánsula, guitarra, bajo y batería). En este último disco, el núcleo de Kalimarimba ya integraba a músicos de la órbita familiar como Constanza Ruiz (coros y danzas), Fernando Madrid (voces) o Daniela Villagrán (teponaxtl y teotihuacana, instrumentos de las culturas azteca y maya).