Alicia Correa

Alicia Correa
Foto: Archivo de la familia Matthey Correa

Autora de tonadas y cuecas, pero sobre todo de villancicos que quedaron en la historia, como “Corre caballito corre” (1959), grabada y popularizada por Los Huasos Quincheros, “Canción de cuna en Belén” (1959), “Jesús, María y José” (1960) y “Alegre aclarar” (1962), Alicia Correa Álvarez fue una de las figuras más significativas en la difusión de la canción colchagüina.

Ficha

Fechas

Santiago - 09 de julio de 1925

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1940 |1950 |1960 |1970 |

Géneros

Alicia Correa

Autora de tonadas y cuecas, pero sobre todo de villancicos que quedaron en la historia, como “Corre caballito corre” (1959), grabada y popularizada por Los Huasos Quincheros, “Canción de cuna en Belén” (1959), “Jesús, María y José” (1960) y “Alegre aclarar” (1962), Alicia Correa Álvarez fue una de las figuras más significativas en la difusión de la canción colchagüina.

Iñigo Díaz

Si bien no es una cantora campesina, ni recopiladora, ni proyectora folclórica, sino parte de una familia terrateniente, desde sus tempranos años se vinculó con el folclor popular, los relatos, cuentos y las canciones. Desde allí escribió su propio cancionero, y después de setenta años, ese cuantioso legado llegó a integrar el  Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca Nacional.

Parte de sus contribuciones más importantes a la música de raíz, fue la incorporación de un contrapunto vocal que no pertenece al folclor sino de una tradición occidental proveniente de la música europea. De esta manera, la segunda voz pasa a ser tan importante como la primera, sobrepasando así su sola función en una tercera paralela, como ocurre naturalmente en el folclor centrino.

Lugares, personas: los inicios
Alicia Correa nació en Santiago en 1925, pero se crió en distintos puntos de la zona de Colchagua. La mayor parte de su vida transcurrió en el fundo Las Cruces, cerca de Pichilemu, más tarde vivió en Chépica, Quinahue, Paredones y Chomedahue. Todos los capítulos de la historia de esa familia —Correa por un lado campesino, y Álvarez por el lado capitalino— le prodigaron a la niña Alicia conocimientos de la cultura popular. De este modo conoció los primeros cuentos de ese campo centrino que memorizó y luego transmitió de manera oral: “El maestro pobreza y su perro miseria”, “El monito que robaba vino”, “La tortilla corredora”, “De tuna en penca de penca en tuna”.

Son los mismos años en que aprendió a tocar la guitarra, con la instrucción de Luz Castro de Zúñiga, una de las tías de la abundante familia. Su acceso al folclor de tonadas, cuecas y villancicos interpretados de primera mano por los inquilinos del fundo y las niñeras de la casa coincidió además con un acceso a la tecnología de los años ’30, y a través de la vitrola Alicia Correa también conoció los discos de bolero, tango y la música típica de Los Cuatro Huasos. Más tarde, Alicia aprendió piano y depuró su habilidad en la guitarra, mientras reunía canciones tradicionales y escribía sus primeras melodías y textos.

En 1945, a los veinte años, comenzó a cantar con mayor continuidad, e incluyó a su hermano de siete años, Álvaro Correa. La primera canción que presentaron como dúo fue “Luna lunita”. Con los años, la dupla tomó cuerpo y llegó a presentarse en diversos auditorios de emisoras capitalinas como Chilena, Minería y Del Pacífico. A esa altura un joven Raúl de Ramón, vecino de Chomedahue, se iniciaba en el canto pidiendo consejo a Alicia Correa. El dúo llegó a competir con una iniciada Violeta Parra en concursos de canto folclórico.

Ya casada desde 1953 y con una familia en progreso (tuvo once hijos, entre los que se cuentan el compositor académico Gabriel Matthey y la cantautora Magdalena Matthey), siguió cantando y ocasionalmente integró a algunos de sus hijos a las actuaciones. Incluidas participaciones en programas televisivos como "Chilenazo" y "Familá". Pero ya en la década de 1970, Alicia Correa determinó dejar los escenarios para volcarse a su familia.

Su cancionero escrito entre 1945 y 1950 incluye tonadas, cuecas, refalosas, boleros y otras canciones, además de sus villancicos más populares. Algunas piezas destacadas de su segunda época son la tonada-pregón “El espantapájaros” y la canción “Mamita, cuénteme un cuento), ambas escritas en los años '60. La entrega del legado a la Biblioteca Nacional en 2014 representó el redescubrimiento y reconocimiento de Alicia Correa Álvarez, olvidada como nombre durante cuatro décadas.

Actualizado el 23 de junio de 2020