Marisol García
La formación musical desde la infancia dirigió la vida completa del porteño Porfirio Díaz por el sonido, las canciones, los arreglos de orquesta y también el intercambio con instrumentistas y cantores extranjeros. Sus estudios porteños en el Conservatorio le permitieron, según se registra, ensayar la dirección de orquesta ya a los 13 años de edad. Así también comenzó precozmente con las grabaciones de estudio, gracias a un contrato con RCA-Victor largado en 1936 y que dos años más tarde estampó en su intervención de la canción peruana "A la huacachina" (combinada por Díaz con su propio foxtrot "No me digas") como el primero de muchos éxitos.
En el tango, se forjó primero como bandoneonista (fue parte de la Orquesta del argentino Gabriel Chula Clausi y de la orquesta típica Quinteto Real) y luego como director de su propia orquesta típica. Con ésta acompañó a figuras como Libertad Lamarque, Mercedes Simone, Mariano Mores y Hugo del Carril; pero además acogió a cantores chilenos de gran relevancia para la escena de la música en vivo local: Lucho Silva (futuro Los Perlas), Armando Bonansco, Agustín Copelli, Roberto Díaz, Chito Faró, Pepe Aguirre y sobre todo Jorge Abril (padre del pianista del mismo nombre), con quien forjó una alianza duradera registrada en varias y significativas grabaciones.
Consigna el libro Historia social de la música popular en Chile que «la orquesta de Porfirio Díaz, que llegó a tener tres bandoneones, tres violines, piano y contrabajo, cultivará el estilo danzable y marcado de violinista y director argentino Juan D'Arienzo (1900-1976), con sus fraseos claros y orquestaciones simples, que sería muy popular en el país […]. En 1946, Porfirio Díaz fue proclamado por la prensa como el mejor director de orquesta típica y "bandoneón de gran categoría, considerado entre los mejores, de aquí y de Argentina"».
Aunque centrada en el tango, la orquesta de Porfirio Díaz acogió también corridos, rancheras, temas de raíz folclórica, foxtrots y jazz. Esa diversidad de repertorio, unida a una personalidad extrovertida y carismática, le aseguró gran popularidad. "Viejo lobo chilote" (también conocida como "El lobo chilote") es uno de los temas de referencia sureña más conocidos en Chile. Tiene música de Porfirio Díaz y letra de Manuel Andrade, y fue grabada por primera vez en 1943 por la orquesta de Díaz junto a Jorge Abril en voz (aunque la versión que se popularizó fue la que registró veinticuatro años más tarde Héctor Pavez).
Del texto «El tango en Chile. Caminito que el tiempo ha borrado», del investigador Muñoz Coloma:
Díaz era una celebridad de los arrabales y un loco. Para la inauguración del Estadio Nacional, el 3 de diciembre de 1938 lo invitan como figura estelar. La gente movía las rodillas de impaciencia esperando al maestro, ávida de música, ávida de tango, ávida de Porfirio; y éste no los defraudó, apareciendo parado en el asiento de su motocicleta, mientras con el instrumento detrás de su cuello interpretaba alguno de sus temas. La gente aplaudía, las mujeres suspiraban, los hombre lanzaban sus sombreros al viento y Porfirio se entusiasmaba más con el fuelle. Ni el Circo del Sol lo hubiese hecho mejor.
Encuentros con los príncipes Eduardo y Jorge de Inglaterra en su visita a Chile, y su matrimonio con la cantante de tangos Amelita Cortés son otras de las llamativas anécdotas en la biografía de Porfirio Díaz. De su popularidad quizás la prueba palmaria esté en una grabación de 1968: el LP (benéfico) Don Francisco con la Orq. de Porfirio Díaz dejó al famoso animador televisivo en el canto para estándares como "Salomé", "La danza de las libélulas", "Cielito lindo" y "Japonesita", con acompañamiento del músico porteño.
Su trabajo musical fue constante, y en la década de los sesenta se encuentran varios LP suyos para RCA-Victor bajo el nombre Don Canuto y Los de Antaño; «dedicados a remozar el repertorio de orquesta típica y característica de los años cuarenta para el nuevo público juvenil de la época», según el libro ya citado.
Actualizado el 29 de agosto de 2023