El quiebre del origen
La plana mayor de Los Peniques, dirigida por el experimentado pianista y arreglador argentino Tomás Di Santo, resolvió en 1958 seguir un camino paralelo al ver que Silvio Ceballos aparecía como único propietario del nombre de la agrupación. Di Santo convenció a sus jóvenes músicos de independizarse con el argumento de que la calidad y la sonoridad propia de la orquesta en su aproximación a los chachachás, rumbas y boleros significaba mucho más que la marca con que se habían beneficiado Los Peniques hasta entonces.
El nuevo proyecto adoptó de todas formas el slogan que acompañaba las actuaciones de la Orquesta Los Peniques: “Ritmo y Juventud”. Y como muchos de los músicos recién llegaban a la mayoría de edad, Di Santo llamó al conjunto Orquesta Ritmo y Juventud. El único cambio que debieron ejecutar fue el sustituto de Ceballos en la batería y consiguieron la concurrencia de Arturo Giolito, alumno de percusión clásica del maestro Jorge Canelo en el Conservatorio Nacional e hijo del prestigioso baterista de la orquesta de Federico Ojeda en Radio Minería, José Giolito.
Durante una gira por Colombia, Di Santo aceptó la propuesta de trabajo que se le presentó en Bogotá y dejó la agrupación chilena para dirigir una orquesta de televisión. En Colombia se quedó también el cantante René Duval, rostro inconfundible de la Ritmo y Juventud en ese breve lapso que marcó la emancipación de Los Peniques. La orquesta arribó a Santiago desmantelada, sin director y sin cantante. Pero reorganizaron las piezas y contrataron al experimentado pianista y arreglador Fernando Morello como director musical del conjunto.
El sabor del Chocolate
La nueva contratación fue el cantante peruano Chiquito Macedo, quien popularizó melodías como “Coco seco”, “Tu rica boca”, “Apambichao”, “Amor sin esperanza” o “Cosita linda”. Con Morello y Macedo, la orquesta hizo una histórica temporada de cuatro meses en el teatro de variedades El Pigal, en calle San Diego. Pero pronto dejó la orquesta para convertirse en solista al regresar a Perú. La Ritmo y Juventud tuvo entonces a Tito Morales, con “Domitila” como gran éxito en su interpretación, aunque su presencia escénica resultaba insuficiente para un grupo de música tropical tan popular. Fue el cantante de origen afroeuropeo Juan Rodríguez, apodado Chocolate por su acentuada tez oscura, el que dio las respuestas a la Ritmo y Juventud.
Corría 1959, y Chocolate se encontraba actuando con la Orquesta Cubanacán tras la salida definitiva de su primer cantante, Kimbo Martínez. Rodríguez fichó en la Ritmo y Juventud y su decisión de dejar la Cubanacán sería a la larga definitoria, pues ese año Roberto Fonseca (Pachuco) pasaría desde la posición del coro al micrófono protagónico y comenzaría a convertirse en la más popular de las figuras de la música tropical chilena. Chocolate hizo lo propio en la Orquesta Ritmo y Juventud, llevando su exótica presencia y magnética voz a altos niveles de masividad. Se hizo dueño de canciones como “Chipi-chipi”, el rock and roll “La plaga”, “Tengo una debilidad”, “Barco en la bahía” (cuyo verdadero título es “Plena española”), “Chachachá del tren” o el bolero “Mil veces mentirosa”.
En 1962 la orquesta se presentó en una temporada en el Waldorf y en 1966 y 1967 se instalaron en el Casino de Viña del Mar, contratados por el violinista y director orquestal Izidor Handler como gran atracción de la casa, actuando cada noche y acompañando como grupo de soporte a los artistas extranjeros que arribaron al balneario. Sin embargo, los tiempos estaban cambiando y los contratos bajaron. La Orquesta Huambaly original ya estaba desperdigada desde 1961 y la Orquesta Los Peniques, agrupación original de la Ritmo y Juventud se había disuelto en 1965.
Óscar Moya llevó al conjunto a temporadas de actuación en hoteles de Valdivia y Concepción y al regreso a la capital en 1969 decidió terminar con la vida de una de las agrupaciones más recordadas de la bohemia santiaguina y la música tropical. El fin de la orquesta Ritmo y Juventud posibilitó el inicio de la carrera solista de Juan Chocolate Rodríguez en el Casino de Viña del Mar y luego en sucesivas versiones del Festival de Viña del Mar, el ingreso del saxofonista Óscar Moya a la orquesta televisiva de Valentín Trujillo por 30 años y la creación del famoso grupo popular dirigido por el baterista Arturo Giolito, Giolito y su Combo.
Actualizado el 25 de septiembre de 2020