Raúl de Ramón

Raúl de Ramón
Foto: Radio Caracas Televisión

Aristócrata por naturaleza, terrateniente por excelencia, arquitecto de profesión, y esencialmente creador de una refinada música de raíz, de Ramón fue una de las más importantes y respetadas personalidades del círculo, un punto equidistante entre dos de las múltiples caras visibles del folclor: la música típica y el Neofolklore. Llegó a convertirse en uno de los mejores paisajistas sonoros chilenos, a través de su histórico grupo engendrado en el núcleo más íntimo de su familia: Los de Ramón.

Ficha

Fechas

Santiago - 12 de mayo de 1929
Santiago - 19 de abril de 1984

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1950 |1960 |1970 |1980 |

Géneros

Raúl de Ramón

Aristócrata por naturaleza, terrateniente por excelencia, arquitecto de profesión, y esencialmente creador de una refinada música de raíz, de Ramón fue una de las más importantes y respetadas personalidades del círculo, un punto equidistante entre dos de las múltiples caras visibles del folclor: la música típica y el Neofolklore. Llegó a convertirse en uno de los mejores paisajistas sonoros chilenos, a través de su histórico grupo engendrado en el núcleo más íntimo de su familia: Los de Ramón.

Iñigo Díaz

Raúl de Ramón García del Postigo nació en Santiago el 12 de mayo de 1929, en una casona de calle Londres. Pero la gran ciudad no iba a ser más que una estación de paso en esos primeros años, pues su vida se desplegaría abiertamente entre los corredores, aleros, tinajas y palmeras de la casa de Chomedahue, el fundo que la familia del prestigioso médico Eduardo de Ramón tenía en Santa Cruz y que llegó a ser expropiado por el gobierno de la Unidad Popular en 1970.

El joven hidalgo
Raúl se hizo de sus primeras imágenes del campo en estos predios, bajo las ramas de árboles genealógicos de familias de alcurnia: unos, provenientes de Cataluña (los de Ramón); otros terratenientes colchagüinos (los García). Estudiando en el exclusivo colegio Grange, se interesó por la cultura chilena, dado que todas las clases se realizaban en inglés y estaban orientadas a la historia de Inglaterra. Su curiosidad por las propias raíces lo llevó a sumergirse en un mundo paralelo. El que estaba en el campo y no en la ciudad.

Incluso la presencia de una niñera campesina contratada por la familia fue determinante, pues ella le enseñaría sus primeras tonadas de autor anónimo. Luego, la presencia y esencia de Los Cuatro Huasos también sería fundamental. Para él, el grupo representaba la gallardía de cuatro caballeros frente a la música chilena. Él se encaminaría también con ese rumbo: Raúl de Ramón sería conocido y respetado además por lo señorial, culto e hidalgo.

Sus estudios formales finalizaron en 1955, y fueron de arquitectura. No de música. Los padres orgullosos de este arquitecto de la Universidad Católica le regalaron un viaje por Latinoamérica que en definitiva sería clave. A su regreso, lleno de discos y diversos instrumentos vernáculos regionales, Raúl de Ramón ya no tendría dudas: su futuro estaba en la música y no en la arquitectura. Con su mujer, María Eugenia Silva, en 1956 decidió presentar en escenarios reales los mismos espectáculos vocales que realizaban juntos de manera privada e informal. El dúo apareció en el Hotel Carrera y poco después en Radio Minería. Fue la génesis de la aventura de Los de Ramón, aunque las primeras grabaciones fueron realizadas bajo el llamado de Dúo de Ramón-Silva (siguiendo la nomenclatura de colaboraciones dentro de la música típica: Dúo Rey-Silva, Dúo Leal-Del Campo, Dúo Bascuñán-Riquelme).

Pero como el matrimonio entre Raúl y María Eugenia era vox populi, luego de un tiempo el público que los conocía acostumbraba anunciar de boca en boca sus conciertos diciendo “van a cantar los de Ramón”. El conjunto dejó su nombre original y adoptó definitivamente el de Los de Ramón. Utilizaban todo tipo de instrumental latinoamericano poco común de observar por esos tiempos: cuatro venezolano, bandurria ecuatoriana, tiple colombiano, requinto mexicano, charango andino e incluso cavaquinho brasileño. Y además lucían vestimentas típicas de todos estos países. Raúl de Ramón fue el primer “recopilador” —como Margot Loyola lo asume hacia el mundo folclórico interno— hacia la música de raíz más allá de nuestras fronteras administrativas. Y de paso fue un hábil estratega al darle un carácter de espectáculo y muestra a sus hallazgos como viajero de estudios.

La otra misa chilena
En 1960, Raúl de Ramón firmó con la disquera RCA Victor y editó un primer álbum de canciones latinoamericanas: Los de Ramón. Luego, en 1962, salió en una gira internacional con María Eugenia Silva que duraría ocho meses. La música folclórica de Raúl de Ramón era de alto nivel: sus escenarios no hubieran estado ni en las chinganas, las fondas ni las casas de canto. Estaban en los hoteles y las embajadas y los clubes sociales. Y de Ramón supo cómo llegar a ese público tan distinto.

A una década de su fundación, el dúo ya había editado cinco discos long play, entre ellos dos de los más exitosos de la época y descriptivos de su autor: Arreo en el viento (1962) y Nostalgia colchagüina (1963). Bajo estos títulos comenzaron a aparecer las primeras composiciones originales de Raúl de Ramón. Son canciones pertenecientes a la zona huasa central de Chile, rescatadas desde los potreros donde había crecido.

A diferencia de otros autores de música típica (Francisco Flores del Campo, Clara Solovera, Luis Bahamonde) que escribían piezas para intérpretes del momento (Ester Soré, Los Huasos Quincheros, Sylvia Infantas), la música de Raúl de Ramón estaba elaborada exclusivamente para la voz de su mujer. Las tonadas (“El estribero”, “El arroyo y la luna”, “Ojos grandes”), galopitos (“La noche angosta”, “El jinete solitario”), pregones (“Tortillas buenas”) y arreos (“Noche oscura”, “Mi tierra”), llevaron el sello de María Eugenia Silva. Pero fue sin duda la sirilla “El curanto”, la más famosa y transgeneracional de sus melodías, grabada luego por artistas como Isabel Parra, Ángel Parra y, curiosamente, el grupo de rock de los '90 Chancho en Piedra.

En 1965, mientras el compositor Vicente Bianchi preparaba el estreno de su obra Misa a la chilena, Raúl de Ramón se adelantó con su Misa chilena. Era una representación de los textos litúrgicos con inclusión de ritmos regionales de raíz folclórica: trotes, bagualas, cachimbos y periconas. Fue interpretada por el conjunto Los Cantores de Santa Cruz y llegó a ser un disco de alta demanda en 1965 y una de las obras de mayor trascendencia en la historia musical del autor.

El caballero hidalgo
Al año siguiente incorporó a sus dos hijos al ahora cuarteto Los de Ramón. Luego debutó como autor de la comedia musical Los años felices, condujo un programa televisivo en Canal 13 que llevaba el mismo nombre de su álbum El arca de Los de Ramón (1968), fundó El Alero de Los de Ramón (1971), un espacio de reunión de personalidades en torno a la música y la gastronomía, editó su novela El caballero y los dragones (1981) y organizó el grupo Los Hidalgos (1981) en recuerdo de Los Cuatro Huasos.

Falleció semanas antes de cumplir los 55 años: el 19 de abril de 1984, debido a complicaciones de una diabetes. Sus sucesores reconocen en él una fuerte influencia. Sobre todo las agrupaciones del Neofolklore y el folclor estilizado como Los Huasos de Algarrobal y Los Huasos Colchagüinos, además del compositor de Los Cuatro Cuartos, Willy Bascuñán, e incluso el director musical de Inti-Illimani, Horacio Salinas.

Actualizado el 18 de agosto de 2020